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Putin y la extrema derecha

Moscú, meca de los movimientos reaccionarios europeos

Fuentes: Le Temps

¿Adónde ir cuando se es un partido de extrema derecha con algunos problemas de tesorería y grandes ambiciones nacionales? A Moscú, claramente. Es lo que ha hecho el Frente Nacional (Francia) de Marine Le Pen que se plantea como objetivo la presidencia francesa en 2017. Se habla de un préstamo de 9 millones, o de […]

¿Adónde ir cuando se es un partido de extrema derecha con algunos problemas de tesorería y grandes ambiciones nacionales? A Moscú, claramente. Es lo que ha hecho el Frente Nacional (Francia) de Marine Le Pen que se plantea como objetivo la presidencia francesa en 2017. Se habla de un préstamo de 9 millones, o de 40 millones, como afirma la página de investigación Mediapart. Poco importa. El hecho es que el Kremlin está dispuesto a dar serias ayudas a las personalidades políticas europeas que muestren un perfil pro-Putin. Las hay en muchos partidos, pero esas voces se concentran en la izquierda de la izquierda y, más aún, en la derecha de la derecha.

El Frente Nacional no es, en efecto, un caso aislado. La prensa alemana revelaba el lunes que los servicios de información rusos financiarían el partido euroescéptico AfD (Alternativa por Alemania). En Austria, son los socialistas los que acusan al FPÖ (Partido de la Libertad del difunto Jörg Haider) de disfrutar del dinero ruso. Las autoridades húngaras y letonas, por su parte, han abierto investigaciones sobre los partidos prorrusos del Jobbi, [acrónimo de Jobboldali Ifjúsági Közösség y signfica «el mejor»] y Latvijas Krievu Savieeniba [Unión rusa de Letonia] sospechosos de estar apoyados por el Kremlin. Nigel Farage, el dirigente eurofobo de la UKIP británica (UK Independence Party -Partido por la independencia del Reino Unido), admira a Vladimir Putin más que a cualquier otro jefe de estado. Y lo proclama alto y fuerte. Una fascinación que comparten los líderes de la Liga Norte italiana y muchas otras figuras populistas.

¿A qué se debe que el jefe del estado ruso se haya convertido en el héroe de los ultraconservadores europeos? ¿Por qué el exagente de la KGB que denuncia a los «fascistas» en el poder en Ucrania causa tanto entusiasmo entre los nostálgicos del antiguo orden?

Vladimir Putin no es un ideólogo. Pero se ha rodeado de personajes que se han encargado de formular un discurso que forma un sistema de pensamiento anclado en una cierta tradición rusa, pero no solo en ella. Poco a poco, el jefe del Kremlin se ha ganado así un nuevo estatus, bastante más allá de sus fronteras. Nadie encarna mejor que él el desencanto hacia las ideas que dominan el orden actual del mundo /1. Es la voz de los humillados y humilladas, o más bien de quienes se perciben como tales, frente a las élites mundiales cada vez más distanciadas de los pueblos.

El putinismo es un nacionalismo que exalta una identidad crispada y la vuelta a la potencia perdida. Es la defensa de la cristiandad, la afirmación de la familia, de la virilidad, de la soberanía. Es un estado paternalista, clientelista y proteccionista. Es un imperialismo contrariado que se define mejor aún por aquello a lo que se opone: el antiamericanismo, el antiatlantismo, el antimulticulturalismo, la antiglobalización, el antiislamismo, el «antibuenismo» respecto a los derechos humanos, la homofobia, el rechazo a las élites y el capitalismo liberal. Los valores universales, corpus calificado de «occidental», deben ser reemplazados por una cultura de esencia nacional.

El putinismo es el primo del nacional-comunismo chino y no deja de tener afinidades con el Tea Party americano. Pero es con el populismo europeo con el que está más en sintonía. Las sanciones de la Unión Europea contra el Kremlin han acelerado este acercamiento. La supuesta sumisión de los europeos a un plan americano de desestabilización de Rusia se conjuga con la idea de que las élites tecnocráticas del continente están desconectadas de las aspiraciones populares. Hay un complot.

Pero, atención: de un lado está Putin y el putinismo, del otro Rusia y los rusos. No es lo mismo. Aunque una mayoría de rusos se reconozca actualmente en su política. Igualmente, las diversas voces en Europa que están a favor de Rusia en la cuestión ucraniana o denuncian las sanciones europeas no son forzosamente pro-Putin.

Es necesario cuestionar la actitud de los diversos actores de la crisis ucraniana. Es sano interrogarse sobre las estructuras del poder en un mundo cada vez más interconectado. Se puede simpatizar con los rusos cuyas tradiciones son mucho más ricas que la caricatura que ofrece de ellas Putin. Pero no se puede negar que Moscú, hoy, aparece como la nueva Meca de los movimientos reaccionarios. Financiando a Marine Le Pen, el Kremlin apuesta por una de las fuerzas más peligrosas de la Europa de mañana.

Notas

1/ Stéphane Jourdan y Anya Stroganova, el 15 de septiembre de 2013, escribían en Slate.fr: «Más en general, los intelectuales de la derecha radical están siendo cada vez más cortejados por los rusos. El ensayista Alain de Benoist fue invitado a la universidad Herzen de San Petersburgo en abril de 2012. Esta conferencia sobre la mundialización era coorganizada por la presidenta del comité literario franco-ruso, Irina Rekchan. El mismo De Benoist recibía, en mayo de 2013, en una suntuosa sala parisina, al politólogo Alexandre Duguin que plantea la constitución de una nueva Eurasia, especie de bloque europeo-ruso susceptible de contrarrestar al imperialismo americano…

Este acercamiento entre Moscú y las diversas componentes de la extrema derecha hexagonal se opera evidentemetne en nombre de valores comunes: mismo rechazo del «nuevo orden mundial» impuesto por América y sus aliados, mismo gusto por la autoridad, mismo conservadurimo en el plano de las costumbres.

La extrema derecha francesa intenta ganar credibilidad mostrándose al lado del «gran hermano» ruso. El Kremlin prosigue por su parte objetivos también pragmáticos. El FN es el «único aliado ideológico con el que el Kremlin puede contar en Francia«, subraya Alexis Prokopiev, presidente de la asociación Rusia-Libertades. «Este acercamiento es para uso político interno», subraya el especialista de la extrema derecha Jean-Yves Camus. «En temas como los derechos de los homosexuales, de los opositores políticos, se trata de mostrar a los rusos que su poder no está aislado, que está apoyado por partidos de primera línea en Europa occidental. La extrema derecha francesa, más allá del FN, se opone a Femen, a Pussy Riot, al matrimonio para todos. Los católicos integristas que visitan Moscú comparten el nacional clericalismo frecuente en Rusia. Esto les basta para ser acogidos » [red. de A l´encontre].

Publicado en el diario Le Temps, pág. 2, el sábado-domingo 29-30 de noviembre de 2014.

Traducido de http://alencontre.org/europe/moscou-la-mecque-des-mouvements-reactionnaires-europeens.html

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR