Tomo, para este escrito, parte del título del libro de Ramón de Belaustegigoitia, que recoge la entrevista que le realizó a Sandino en 1933. Belaustegigoitia, comprendiendo muy bien el momento que se desarrollaba en el país, cuando viajó a entrevistarlo, subtitula al libro: La hora de Paz. Esa paz que Sandino impulsó después de su […]
Tomo, para este escrito, parte del título del libro de Ramón de Belaustegigoitia, que recoge la entrevista que le realizó a Sandino en 1933. Belaustegigoitia, comprendiendo muy bien el momento que se desarrollaba en el país, cuando viajó a entrevistarlo, subtitula al libro: La hora de Paz. Esa paz que Sandino impulsó después de su gesta histórica, era la garantía del diálogo y la reconciliación entre todos los nicaragüenses.
El punto, al que ahora dirigimos la atención en nuestro país, se refiere a la idea, cultura y afianzamiento de la Paz para avanzar, para seguir creciendo, para retomar el camino de la construcción de lo que podemos llamar, diferenciándonos del denominado Estado de Bienestar occidental, un Estado de Bien Común, Estado del Buen Vivir. Una vez que en Nicaragua triunfó nuevamente la Paz, los esfuerzos se centran en el diálogo como actividad humana vital para avanzar. Estamos en un momento de evolución en el que se incorporan todas las ópticas. Son estos, nuevos tiempos, tiempos otros.
Tal como se planteó desde el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, el diálogo inició de forma inmediata entre las familias, entre el pueblo. Diálogo horizontal en el que, mediante consulta con la ciudadanía, ha entrado en una nueva fase. Trae aparejado formas novedosas de estructurar la productividad, el entendimiento sincero entre los nicaragüenses, nuevos bríos en las maneras de organizarnos para reimpulsar la Nicaragua de todos.
La premisa es el reconocimiento del diálogo como instrumento consustancial en el sandinismo. Implica, llegar a nuevos consensos, nuevas perspectivas, nuevas voluntades, nuevos vigores, diría Darío. Es distinguirlo como herramienta de enorme importancia para disipar la tensión. Esto demuestra la fortaleza de la institucionalidad democrática de Nicaragua. Sabido es que, mucho han ayudado las instituciones que han forjado las políticas públicas incluyentes lo que, también nos permite percibir la contribución de las diversas voces. Nicaragua,nuevamente expone su capacidad y su deseo de salir adelante. En los últimos días hemos asistido a la apertura de nuevas sendas. El diálogo empieza a enviar, no sólo mensajes, sino que da cuenta de la madurez del país.
Esta nueva visión introduce una sensibilidad razonada y ejecutante en la que temas como cultura de paz, no violencia, evolución, prosperidad, juegan un rol trascendental. Es la puesta en práctica de la ley para una Cultura de Diálogo, Reconciliación, Seguridad, Trabajo y Paz cuyo objetivo es la conformación de una infraestructura social y emocional para la paz que trasciende a los grupos aislados en su egoísmo sectorial. Es trabajar cimentados en valores y principios, éticos y humanos para captar nuevas dimensiones de las relaciones humanas. Ampliar las dimensiones en la construcción de la paz. La puesta en práctica de nuevas metodologías y diseños en lo que respecta a sensibilización ciudadana.
El país prospera en su manera de ver la dinámica social. Supone visiones, énfasis diferentes y complementarios. Es propio señalar que la cultura de paz que se construye en nuestra Nicaragua, radica en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos mediante el diálogo y el entendimiento, ponernos de acuerdo. Los elementos están dados, las fases del proceso han avanzado. Todo ello supone un orden para lograr relaciones sociales reestructuradas. Nicaragua, entra en un nuevo momento. Esfuerzos alcanzados. Es la hora de dialogar, para seguir avanzando.
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