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Nicolas Sarkozy condenado a tres años de prisión por corrupción y tráfico de influencias

Fuentes: Rebelión

Perú es, hasta ahora, el uno de los pocos países en América del sur  que investiga los delitos de corrupción y, además, a los Presidentes ladrones y corruptos los juzga y condena: Alberto Fujimori está preso; Alán García, (se suicidó ante el inminente juicio y condena); Alejandro Toledo, (aún se espera su extradición desde Estados Unidos, donde reside); Ollanta Humala estuvo preso cerca de un año, y luego liberado por el Tribunal Constitucional; Pedro Pablo Kuczinski, sigue en prisión domiciliaria, (por su avanzada edad); actualmente caerá el ex Presidente Martín Vizcarra.

En Guatemala, el ex Presidente Molina se encuentra pagando pena de cárcel por corrupción. En Honduras, el Presidente, (a pesar de haberse robado la última elección presidencial, es un narcotraficante, (su hermano también está preso, en Miami, también por cargos de narcotráfico). En general, podemos decir que, en la mayoría de los países de América Latina, “gobernar es sinónimo de robar”.

Si miramos un poco más lejos, en la “madre patria” la monarquía no lo ha hecho peor: hasta ahora, ha pagado con cárcel el marido de la Infanta Elena Iñaqui  Undangarín, y el rey emérito, Juan Carlos de Borbón, (autoexiliado en los Emiratos Árabes,  quien acaba de reembolsar al fisco la suma de 5 millones de Euros).

Si la democracia, que tiene tantas definiciones ambiguas, se caracterizara por la división de poderes y se tuvieran en cuenta los pesos y contrapesos, sería difícil encontrar un país donde se ejerza plenamente. El filósofo Platón tenía razón cuando afirmaba que la mayoría de las veces la democracia se transforma en demagogia, o, por otro lado, deviene en oligarquía.

En la V República francesa, una de las formas políticas más interesantes es el sistema semipresidencial. Charles De Gaulle, que deseaba más el presidencialismo autoritario, (el que existe, por ejemplo, en la mayoría de los países de América Latina), que es más bien una monarquía, pues no tiene control por parte de un Organismo pluripersonal – el Congreso -, cuya única facultad de fiscalización reside en las acusaciones constitucionales, que debieran ser más empleadas por los parlamentarios.

En la V República, el entonces Presidente de Francia, Jacques Chirac, fue condenado, (sin prisión de por medio), por malversación de fondos públicos cuando era alcalde de la municipalidad de París; François Fillon, sumado a otros líderes de la derecha, terminó renunciando a su candidatura presidencial, debido al mal uso de los fondos del senado en favor de su mujer y de sus hijos.

Nicolas Sarkozy era el líder privilegiado para representar a la derecha en las elecciones presidenciales de 2022, pero tiene tal cantidad de casos judiciales que su posibilidad de llegar al poder se ha tornado muy efímera: Sarkozy intentó comprar al importante juez en la magistratura francesa, Gilbert Azibert, la información judicial sobre uno de sus casos en que era acusado, a quien ofrecía un cargo Niza ; también su abogado, Thierry Herzog, intentó utilizar el tráfico de influencias y el cohecho, a fin de evitar que su cliente fuera condenado.

El abogado Herzog, se le condenó a la prohibición de ejercicio de su profesión, y al juez Azibert, a tres años, dentro de los cuales, uno a prisión efectiva. A Sarkozy, también a esta última pena, y el año de prisión efectiva podría ser domiciliaria, o bien, con un dispositivo magnético.

El resultado importante es que la democracia representativa cada vez pierde más vigencia, hecho que abre el camino a formas de democracia directa, propuestas por los llamados “Chalecos Amarillos”. La democracia plebiscitaria no es nueva en Francia: fue empleada por Napoleón III para para devenir de Presidente de la República a Emperador, (1848). El historiador francés, Adolfo Theirs, a fin de convencer a los partidarios de la monarquía, sostenía que era más fácil terminar con la monarquía que con la democracia, pues bastaba, en el primer caso, la eliminación de un hombre, (seguramente guillotinado), y en el segundo, había que eliminar a toda una oligarquía, es decir, que del poder participaban varios individuos. (La III República, la más larga en la historia de Francia, dio un buen ejemplo del cinismo, con la frase del asesino de los Comuneros de París, Adolf Thiers, cuando se refería a la monarquía y a la democracia).

La condena actual al ex Presidente Sarkozy deja a la derecha sin líderes presidenciables, y podría abrir el camino a la ultraderechista Marie Le Pen.