Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín
El sistema político instaurado por Putin, vigente en Rusia, está concebido de tal manera que hace imposible cualquier tipo de cambio mientras él se encuentre en el poder, y su salida del mismo no está prevista.
Al ser entrevistado en el programa de Larry King, el primer ministro enriqueció con notas dramáticas la vieja fórmula sobre la «decisión consensuada» que el tándem adopte sobre las elecciones de 2012. «Cuando decidíamos con el señor Medvédev cómo íbamos a construir nuestras relaciones… nos hacíamos perfecto cargo de que habría muchos interesados en sembrar la división entre nuestros enfoques conjuntos… pero ni siquiera podíamos sospechar que eso ocurriría con tal desvergüenza, desfachatez e insolencia…»
La necesidad de recurrir a expresiones tan contundentes en pos de la defensa de esos «enfoques comunes» y en general del modo que tiene el tándem de dirigir el país, se explica por el hecho escandaloso, de que en la correspondencia del Departamento de Estado usamericano, sacada a la luz en la página de WikiLeaks, las relaciones de la pareja Putin-Medvédev se interpretan sin reservas, como las de un jefe y su subordinado, «alpha-dog» y su «pálido e indeciso» compañero, Batman y Robin. En repuesta a algo así, Putin estaba simplemente obligado a defenderse, impedir que insultasen «a uno de nosotros», y es lo que hizo. Pero difícilmente convenció a alguien.
Cabe señalar, que no se dio a conocer ni a Rusia ni al mundo ninguna revelación inesperada de todos esos secretos palaciegos. Ya sabemos quien es el Nº1 de ese «Duoviri», sin que nadie nos lo diga.
Lo único que llama la atención es la forma categórica con que los observadores foráneos interpretan el tándem, únicamente como cobertura de la hegemonía de Putin y nada más.
Si eso es realmente así, la intriga real de 2012 no estará en saber si se mantiene o no Medvédev en calidad de presidente, sino en ver si seguirá al frente del timón Vladímir Putin (llámese como se llame el cargo en la estructura de poder, primer ministro, presidente o de cualquier otro modo) o por contra se retirará.
Para aquellos que ven nuestra situación política no desde fuera, sino desde dentro, esta es lógicamente más rica en matices, pero la noción que se tiene de Putin como gobernante y de Medvédev, pese a sus tres años de presidencia, sólo como candidato a gobernante, es algo casi comúnmente aceptado.
En consecuencia, el discurso anual sobre el Estado de la nación, con el que intervino el presidente el pasado martes, unánimemente se interpreta no como una exposición de directrices para el aparato de gobierno, sino como un discurso de precampaña electoral. Por eso remarcan que Medvédev dejase a un lado temas menos populares (como Skólkovo) y se centrase en temas más candentes (como la situación demográfica y demás retos sociales), pero cuidándose mucho de no desmarcarse de Putin y sus modos de gobierno. Aunque la víspera dejase entrever esa posibilidad en su videoblog, al declarar que vivimos inmersos en un estancamiento político.
La división de papeles en el tándem hace tiempo que está bien definida y prácticamente no varía. Medvédev expresa sus buenos deseos, interviene con nuevos proyectos, e incluso a veces se permite declaraciones bastante duras (de las recientes, recordemos no solo las del «estancamiento político», también por ejemplo, las que hizo sobre la poca fiabilidad de las cuentas de Hacienda, sobre el agravamiento de la situación en el Cáucaso, o digamos, sobre las palizas por encargo a periodistas). Pero cuando de lo que se trata es de adoptar decisiones, entonces las puertas se cierran a cal y canto y el que toma la palabra es Putin. Tras lo cual, cualquier iniciativa, bien se ve frenada, bien se vacía de contenido.
Medvédev, quien de facto no se ha convertido en primera figura del Estado, no ha tenido la posibilidad de demostrar, si es capaz o no de introducir cambios en el país.
Putin, al contrario, ha dado muestras muy claras de que a excepción de determinadas indulgencias tácticas, no planea modificar el sistema. Simplemente es algo que no le interesa.
Es precisamente este sistema, que él mismo construyó, el que le garantiza mantener el papel dirigente tanto tiempo como desee jugar ese papel. A nadie pude sorprender que no haya garante más concienzudo y escrupuloso de ese sistema.
El problema está en que esa escrupulosidad y celo entran, cada vez de un modo más claro, en oposición con el interés general. El sistema de Putin ya en la primera década de su existencia no es que brillase por su eficacia, pero en esta segunda se convierte en un anacronismo clamoroso. Precisamente por eso hay tanta gente pensante que apoya a Medvédev, aunque no todos estén seguros de que éste sepa realmente cómo transformar nuestro sistema. Pero es demasiado evidente que lo que es de todo punto imposible es dejarlo inmutable.
El país sigue con el freno puesto, inmóvil en un mundo en movimiento, está perdiendo el siglo XXI. Mientras, la vida política de su élite gira en torno al modo de trasplantar a unas cuantas personas en los sillones de gobierno, para que independientemente de la correlación de fuerzas que se pueda dar, las mismas manos sigan manejando las mismas palancas.
Con perplejidad y vergüenza recordaremos algún día esta «fórmula de gobierno». Y con más perplejidad, si cabe, si sobrevive al 2012.
Fuente:http://kprf.ru/opponents/85305.html
rCR