Actualmente hay alrededor de 639 millones de armas de mano y livianas en el mundo, de acuerdo con estimaciones de la campaña para su control coordinada por la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, la humanitaria Oxfam y la Red de Acción Internacional sobre Armas de Mano, con sede en Londres. Ese arsenal, advierten, contribuye […]
Actualmente hay alrededor de 639 millones de armas de mano y livianas en el mundo, de acuerdo con estimaciones de la campaña para su control coordinada por la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, la humanitaria Oxfam y la Red de Acción Internacional sobre Armas de Mano, con sede en Londres.
Ese arsenal, advierten, contribuye a las guerras, los delitos violentos y conspira contra el desarrollo.
Noruega, un país que se enorgullece de su historial de acciones para el mantenimiento de la paz, se convirtió en 2006 en el séptimo exportador mundial de partes de armamentos, municiones y tanques, según datos de la gubernamental Oficina Central de Estadísticas, basados en las ganancias de las empresas productoras.
Los ingresos de los exportadores noruegos de armas fueron de 425 millones de dólares en 2007, con un incremento de 18 por ciento respecto del año anterior, lo que marcó un récord histórico. Esa cifra representa 3,5 por ciento del comercio total de armas, aunque el secreto y las ventas ilegales hacen imposible contar con una cifra exacta.
Según los lineamientos del departamento legal del Ministerio de Relaciones Exteriores noruego, no deben venderse armamentos a países en guerra o bajo la amenaza de ella, o a naciones en las que hay una guerra civil.
Pero un estudio de Ayuda de la Iglesia Noruega (NCA, por sus siglas en inglés), organización intereclesiástica independiente, menciona una serie de controvertidas transferencias de armas y municiones durante las últimas dos décadas.
En los años 90 hubo importantes ventas a Turquía, donde el ejército ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos en su conflicto con las guerrillas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Aunque las críticas llevaron al parlamento a suspender esas exportaciones en 1995, fueron reanudadas tiempo después.
A raíz de ese debate se estableció que el departamento de exportaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores debía producir un informe anual, para otorgar a la legislatura la facultad de supervisar las ventas de armas al exterior.
«Se ha incrementado mucho la transparencia», dijo a IPS Nicholas Marsh, del Instituto de Investigaciones para la Paz de Oslo. «Ahora se ofrece mucha más información que en los años 90, y resulta más útil. La calidad del debate parlamentario se ha elevado, definitivamente», agregó.
«Creo que Suecia es uno de los pocos países con un sistema más estricto. El parlamento sueco debate las ventas de armas antes de que se concreten y tiene una comisión especial para ese fin. No es el caso de Noruega, donde los legisladores son informados sobre las exportaciones cuando ya se produjeron y no hay mucho que se pueda hacer», señaló Marsh.
Las ventas a Turquía también llevaron a que el parlamento decidiera que el respeto a los derechos humanos y la democracia debían ser tenidos en cuenta antes de concretar exportaciones de armas. En 2007, esos principios fueron formalmente incorporados a los lineamientos a seguir por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Pero las ventas de armas continúan siendo en Noruega un motivo de controversia.
«Por un lado, la situación en Noruega es mucho mejor que en otros grandes exportadores de armas, porque vende la mayoría de los equipos más letales a países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)», dijo Marsh.
«El problema es que algunos integrantes de la OTAN están envueltos en guerras, como las de Afganistán e Iraq. Según la posición de cada uno respecto de la moralidad de esos conflictos, las ventas a países que están combatiendo allí se pueden volver problemáticas. Noruega además tiene tropas en Afganistán, lo que complica más las cosas», agregó.
Un desafío mayor es prevenir que los compradores de armas noruegas las reexporten a países «indeseables». En el caso de las naciones nórdicas y los aliados de la OTAN, Oslo no requiere declaraciones sobre el destino final para evitar las triangulaciones.
República Checa, el principal importador de municiones noruegas, exporta a países como Angola, Arabia Saudita, Egipto y Sudán, entre otros. Estados Unidos vende armas a muchas naciones a las que Noruega no lo haría, como Arabia Saudita, Colombia, Israel, Filipinas, Nepal y Sri Lanka.
Las ventas de armas a Sri Lanka por parte de Washington y otros miembros de la OTAN continuaron incluso cuando Noruega estaba intentando mediar para poner fin al conflicto interno en ese país.
Limitar las ventas de municiones puede tener un efecto particularmente positivo, según el estudio de la NCA, ya que impediría o limitaría el uso de las armas por la ausencia de un constante reabastecimiento de proyectiles.
«Es fácil ignorar el tema de las municiones, ya que concentrarse en las armas es mucho más obvio. Pero si los combatientes se quedan sin balas deben dejar de disparar. Además, la mayoría de las otras exportaciones de armas noruegas son componentes de sistemas de armamentos. No se trata de algo que uno pueda usar inmediatamente para matar a alguien», dijo Marsh.
La compañía Nammo es la mayor exportadora de municiones de Finlandia, Noruega y Suecia y una de las principales en el mundo. Sus propietarios son el Ministerio de Comercio e Industria noruego y la empresa finlandesa Patria. Su sede está en Noruega, tiene filiales en Finlandia y Suecia, y ha otorgado licencias de producción a varios países: entre ellos, Estados Unidos, Malasia y Polonia.
Un funcionario del Ministerio de Comercio e Industria, Oyvind Slake, dijo a IPS en un correo electrónico que «discutían» con Nammo el tema de las responsabilidades éticas y que esperaba que la empresa respetara los lineamientos del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Una dificultad adicional es que rastrear el origen de las municiones es mucho más complicado que en el caso de las armas.
«Frecuentemente tienen grabado el nombre del país, el productor o el año en que fueron manufacturadas, pero esto dice muy poco. Si una empresa fabrica millones cada año, saber cuál fue no ayuda a determinar cómo llegó a algún lugar en el mundo», señaló Marsh.
Según Slake, sus discusiones con directivos de Nammo lo llevaron a concluir que las prácticas de identificación, basadas en estándares de la OTAN, son suficientes. «Pueden hacer un seguimiento de las municiones si es necesario. En los últimos años la transparencia se ha vuelto mucho mayor», aseguró.
Sin embargo, el estudio de la NCA destaca que los estándares de la OTAN no ofrecen mucha información y reclama que Nammo incluya en sus municiones datos sobre el productor, la fecha de fabricación, el número de lote y el primer comprador. (FIN/2008)