Aplausos, críticas e incógnitas rodean la futura creación de un nuevo partido de izquierda francés, una propuesta que para muchos será un instrumento contra el neoliberalismo, la deshumanización y las diferencias sociales. La idea terminó de gestarse en el finalizado 17 Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), en el cual un 83 por ciento […]
Aplausos, críticas e incógnitas rodean la futura creación de un nuevo partido de izquierda francés, una propuesta que para muchos será un instrumento contra el neoliberalismo, la deshumanización y las diferencias sociales.
La idea terminó de gestarse en el finalizado 17 Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), en el cual un 83 por ciento de los asistentes votó a favor del proyecto previsto para finales de este año.
Este objetivo, propuesto por el líder del grupo político Olivier Besancenot, se convierte en la esperanza de todos los que desean una izquierda bien definida y están decepcionados con las actuales contradicciones de los más radicales.
Para esta nueva figura política con una popularidad en ascenso, el presidente de la República, Nicolás Sarkozy, intenta destrozar de un plumazo todas las conquistas sociales de los franceses.
Coautor de un libro sobre el Che Guevara a 40 años de su asesinato en Bolivia, comentó a France Info que si hay un enorme déficit fiscal en el país y la economía es débil, es consecuencia de muchos años de políticas neoliberales impuestas.
El programa y el nombre del potencial partido que pretende unir a todos los que aboguen por una sociedad más justa y equitativa, se gestará en los meses venideros a través de asambleas democráticas, según se acordó en la reunión de la LCR.
De acuerdo con los propósitos de la LCR, será un partido que se apropiará de la experiencia de las luchas obreras, internacionalistas, ecologistas, feministas, antirracistas, entre otras y supere los errores del pasado.
Además luchará contra la explotación, la discriminación, el armamentismo y por la emancipación humana, individual y colectiva.
Construyamos un partido internacionalista que rechaza la política de saqueo a los países del Sur y la lógica belicista de Francia, la Unión Europea y los Estados Unidos, imprime el acuerdo de la LCR.
La propuesta cuenta con un gran apoyo de la masa juvenil y de los que claman por una alternativa militante novedosa ante el inmovilismo de los últimos tiempos, incapaz de parar el derrumbamiento de conquistas sociales.
Sin embargo, tropieza con los más embotados que la llaman utopía pero temen una verdadera victoria si el plan sale a flote y prospera.
Mientras tanto, la incógnita se adueña de la invitación de Besancenot, el cual sostiene vivamente que la nueva agrupación no llevará su nombre como respuesta a quienes lo tildan de nuevo suceso mediático.
Considerado un nuevo fenómeno social que va acompañado de un gran carisma y simpatía personal, el portavoz de la LCR señala que su liga desea una nueva agrupación, llamada a superar los errores y a ponderar un socialismo del siglo XXI.
Sin embargo, la esperanza y el escepticismo rodean estos sueños, sobre todo, para los que no encuentran apoyo a sus plegarias por la solución de los problemas económicos y sociales causantes de notables desigualdades en la población.
Las aprehensiones crecen cuando no se avizora una fuerte unidad de toda la izquierda francesa, con los mismos ideales y en defensa de los mismos principios, por una sociedad más justa, equitativa y contra la injusticia social.