El general alemán Harald Kujat, ex jefe de las fuerzas armadas y alto oficial de la OTAN, dijo al periódico G.Diesen que los acuerdos de Estambul «fueron bombardeados por Occidente cuando se habían logrados avances decisivos» (Boris Jonhson convenció a Zelensky de retirarse). El militar enfatizó que «Occidente quiere la guerra y avanza hacia ella, no hizo intentos serios por alcanzar la paz». Kujat no es un militar pagado por Putin o el CC del PC Chino, es obvio. Su testimonio coincide con muchos generales y altos mandos de los ejércitos europeos, incluso norteamericanos, pero el conocimiento y la experiencia no importan a los conductores de la tragedia.
En los ’90, Rusia y la OTAN compartían actividades de defensa misilística y se proyectaba el ingreso de Moscú y Kiev a la Alianza euro-atlántica. EEUU rompe los acuerdos en 1992, gobierno Reagan, y reposiciona en el centro de las amenazas a su pais a Rusia. Entonces, la FR advertía que en Polonia y Ucrania podían generarse conflictos armados por las políticas occidentales de expansion OTAN y enfatizaba la necesidad de crear zonas neutrales entre ambos bloques militares. No se prestó atención ni siquiera en la ONU y el alargamiento atlantista hacia el Este continuó sin pausa.
¿Reagan rompió los acuerdos porque tenía un plan? Los proyectos estratégicos comprenden décadas de preparación. No parece sensacionalista la pregunta, todo lo contrario. Y la historia da cuenta.
El golpe de Estado de 2014 en Ucrania fue promovido por EEUU, organizado y financiado. Paso decisivo para ocupar el país con «empleados» capaces de traicionar a su propio pueblo para cumplir con las tareas «para el hogar». Ya en 2017 Trump envía los primeros misiles a Ucrania. Clink, Caja.
¿Por qué el inefable Soros invirtió, entre otros humanistas del billete, cifras millonarias en el Maidán? Esta gente donde pone el ojo pone la ganancia.
Ya sabemos que la Merkel confesó que los acuerdos de Minsk, I y II, sirvieron para dar tiempo a Ucrania de armarse, construir infraestructura militar y organizar su escalada ante Rusia, todo financiado por los «buscadores» de paz occidentales. También sucedió con la iniciativa de Estambul. La venta de armas es más fuerte que la paz.
No es difícil entender quienes están con las corporaciones, aparecen dando discursos explosivos todos los días.
Zelensky quiere evitar la derrota hundiendo a toda Europa en la conflagración. Bruselas dice una cosa y hace otra. EEUU compra petróleo a India, India compra petróleo a Rusia y lo vende a EEUU, EEUU lo vende a Europa. ¿Se entiende? Mientras Occidente brama «ninguna compra a Rusia» estos mecanismos se repiten. Los negocios son más fuertes que la paz. La gente en Europa paga mucho más cara la energía y las fábricas disminuyen la producción, o cierran por los costos. Buen negocio para Europa!
Los misiles «tomahawk» que piensa enviar Trump a Ucrania pueden portar ojivas nucleares y son de largo alcance. Más de un militar experto yanki le ha dicho a su presidente: «esto no es razonable, puede volar el mundo en pedazos». Es verdad. Trump, que sabe de vender y alquilar departamentos, no de misiles y guerras, está pensando. Los tomahawks son buen negocio. Europa pagaría muy caro la presencia de estos artefactos.
La USAID, la famosa agencia yanki que dio generosamente mucho dinero a la contra nicaragüense, los atentadores en Cuba y Centroamérica y a la oposición venezolana, entre otras bondadosas presencias en el planeta, daba 1500 millones de dólares por mes a Kiev para financiar el Gobierno. Parte de esos fondos dicen que no llegaron al Tesoro ucraniano. Zelensky dijo que llegaron 177 mil millones, pero Trump afirma que fueron 300 mil millones. Algo se ha caído por el camino. La corrupción no es una novedad. La USAID fue cerrada por Trump.
El clan de lacayos de las corporaciones enmascara los intereses de la compra-venta de armas y servicios en un discurso de defensa de la libertad y la democracia occidental. Por la paz en Europa, claman. Mientras tanto, Europa retrocede a pasos agigantados a la etapa preindustrial. Caída de producción, desempleo, crisis social, deterioro de calidad de vida, ultraderechización de la política y, por ende, recortes de libertades y derechos civiles, cultura, educación y libertad de expresión. Las huestes nazis persiguen inmigrantes acusándolas de la crisis, sin entender que la crisis la están produciendo sus mandantes, blancos y elegantes. El suicidio colectivo está en marcha.
Los pueblos europeos no tienen mucho tiempo disponible para mirar a otro lado.
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