Parece un duendecillo varonil, atractivo, con su camiseta negra Hugo Boss y vaqueros. Tiene algo de Tintín, el héroe de cómic, eternamente joven, de tantas aventuras infantiles. Pero Olivier Besancenot, 34 años, es el muy hábil líder de la izquierda radical francesa, un faro para los jóvenes miembros insatisfechos del Partido Socialista y lo que […]
Parece un duendecillo varonil, atractivo, con su camiseta negra Hugo Boss y vaqueros. Tiene algo de Tintín, el héroe de cómic, eternamente joven, de tantas aventuras infantiles.
Pero Olivier Besancenot, 34 años, es el muy hábil líder de la izquierda radical francesa, un faro para los jóvenes miembros insatisfechos del Partido Socialista y lo que queda de los antaño poderosos comunistas. Después de haber sido dos veces candidato a la presidencia francesa y con una presencia bien articulada en las noticias y charlas políticas, Besancenot tiene cuotas de aceptación más elevadas en algunos sondeos que otros políticos bien establecidos como Segolène Royal, la candidata a la presidencia del Partido Socialista que perdió el año pasado frente al conservador Nicolas Sarkozy.
En la elección presidencial de 2007 Besancenot obtuvo el 4,1 por ciento de los votos con el slogan «Nuestras vidas valen más que sus beneficios». Pero en el año siguiente, mientras que el Partido Socialista ha estado disputándose por su liderazgo y que Sarkozy ha fichado a algunas figuras socialistas para su propio gabinete, el joven radical ha pasado casi a formar parte de las corrientes establecidas – las encuestas serias muestran que más del 60 por ciento de los franceses lo consideran favorablemente.
En un sondeo representativo hecho el pasado mes por la firma CSA, el 49 por ciento de los encuestados veían a Besancenot como el principal rival de Sarkozy. Por detrás del alcalde de París, Bertrand Delanoë, socialista (54 por ciento), pero por delante de otros socialistas como Martine Aubry (36 por ciento) y Royal (32 por ciento).
Besancenot es, por su empleo, un cartero, un miembro de la clase trabajadora que trabaja para el Estado repartiendo el correo en el rico barrio parisiense de Neully-sur-Seine trabajando a tiempo parcial. Pero también es el líder de la Liga Comunista Revolucionaria y se describe a sí mismo sin ruborizarse, como revolucionario, aquí, en una larga entrevista en las oficinas del partido, encima de un taller gráfico de esta ciudad racialmente mixta, al este de París, donde los almacenes de ropa barata se apiñan junto a las tiendas que venden especias y comida para llevar del Norte de África y de Oriente Medio.
Pero teniendo en cuenta los fracasos del pasado, desde el salvajismo burocrático del comunismo soviético al caos de Mao, dijo, «hay que reinventar la revolución puesto que ningún experimento revolucionario ha tenido jamás éxito». Siempre han sido traicionados, ya sea aplastados por una élite armada o destruidos por la «contrarrevolución burocrática», dijo. Añadió: «estamos intentando lograr el equilibrio de tomar el poder sin ser tomados por el poder».
El capitalismo está en una crisis profunda, dijo, «perdiendo el margen para comprar la paz social» en la gran crisis del crédito que empezó con las hipotecas subprime y que no ha terminado.
«Esta vez no está en la periferia» sino que «toca en el corazón del sistema» y por lo tanto tiene un efecto dominó, dijo. «Es un gran giro en la evolución de la economía mundial».
La crisis del crédito está señalando otras contradicciones, dijo Besancenot.
«Estamos yendo derecho hacia la catástrofe desde un punto de vista social, el punto de vista humano, desde la guerra y el medio ambiente», dijo. «Para nosotros, hoy, ser ecologista significa entender que este modelo de desarrollo socioeconómico se está ahogando y que si no cambiamos destruiremos nuestro propio planeta»
Buen conocedor de los medios de comunicación, comprende que el nombre de su partido, afiliado a la Cuarta Internacional trotskista, es un nombre equivocado para el mundo moderno, con un tufillo de ideología muerta y del sangriento siglo pasado. «Estamos interrogándonos para encontrar un nombre basado en lo que nos une a todos», dijo.
Así, está intentando reunir a otros pequeños partidos de izquierda en una nueva agrupación: el Nuevo Partido Anticapitalista, que trata de ofrecer una lista de votación «paraguas» a todos los que están descontentos con el impacto del capitalismo y de la globalización sobre los pobres, el medio ambiente, el tercer y cuarto mundos y los derechos de las mujeres y de los homosexuales. El nuevo partido desea participar en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo junio.
«No somos monjes-guerreros», dijo. «Somos los explotados, oprimidos, los jóvenes y los asalariados, que no lloriqueamos, pero queremos ser respetados – y por ello, llegados a cierto punto, levantamos la cabeza a través del compromiso».
Besancenot habla rápido y con fluidez, apuntando sus respuestas con referencias a los cánones filosóficos del marxismo y post-marxismo, pero también tiene sentido del humor, especialmente en lo que se refiere al purismo revolucionario. Preguntado acerca de cómo la falibilidad humana ha arruinado utopías anteriores, dijo que el cambio serio tiene que venir de abajo, no de una dictadura del proletariado y que cree en las garantías protectoras de los derechos legales, descentralización de la autoridad, responsabilidades locales y democracia multipartidaria.
El objetivo, dijo, es «hallar un proceso político que permita que un proceso revolucionario sea controlado por su base, especialmente para no fiarse de las promesas mutuas»
«Si llegáramos mañana», dijo, «proclamando que esta vez tenemos la garantía de que la cosa no se echará a perder, decididamente no seríamos creídos, incluso si fuéramos sinceros que, por supuesto, lo seríamos».
Nacido en Levallois-Perret, cerca de Neuilly, de padre profesor y madre psicóloga de una escuela, Besancenot es sensible a su educación. Al bromear acerca de su condición de hijo de la burguesía académica se enojó, dejando claro que su padre enseñó en una escuela primaria de un barrio comunista y que sus padres eran empleados asalariados de «procedencia obrera».
Luego se suavizó. «De todas formas no habría ningún problema si hubieran sido burgueses» dijo, y añadió «mis padres no explotaron a nadie».
Se politizó debido a la violencia juvenil y el racismo. «Teníamos un amigo, un muchacho del barrio que fue atacado por alguien que le disparó», dijo. El barrio se movilizó y «nosotros, los jóvenes, nos hicimos militantes de SOS Racismo», un grupo que lucha contra los prejuicios. Se hizo miembro de la Juventud Comunista Revolucionaria a los 14 años.
Estudió historia en la Universidad De Paris X Nanterre, donde empezó el movimiento estudiantil de Mayo del 68 y más tarde obtuvo un título de master en historia contemporánea.
Su objetivo, dijo, es intentar definir un nuevo modelo de sociedad humana que de alguna manera evite una élite dirigente permanente.
«Hasta ahora hemos ensayado dos tipos de sociedades: hemos tenido las sociedades burocráticas del Este y hemos tenido las sociedades capitalistas», dijo. «En ambos casos es una minoría de individuos la que decide por la mayoría. Estamos a favor de un modelo donde la mayoría decida por sí misma».
Y ¿como evitar el gran fallo del socialismo, su incapacidad para motivar a los individuos? «La única respuesta a la motivación del individuo en un proceso económico diferente sería la democracia» en la que hay «libertades inalienables», dijo, donde el espíritu comunitario no puede ser violado, sea por los ricos o por los apparatchiks.
Dijo que admiraba al Che Guevara por «centrarse en el individuo» y no en la colectividad. «Podemos encontrar estímulos que no sean simplemente materiales, sino también morales en la construcción de otra sociedad», dijo Besancenot. «Para el Che, el comunismo no era tan solo un fenómeno de producción, era ante todo un fenómeno de conciencia».
Besancenot es frecuentemente objeto de mofa de los personajes políticos franceses tradicionales debido a su entusiasmo e ingenuidad, dividiendo a la izquierda en beneficio de la derecha. Es «el sueño de Sarkozy, que desea que sea a la izquierda lo que Le Pen es a la derecha», dijo Pierre Moscovici, uno de los candidatos al liderazgo socialista, refiriéndose a Jean-Marie Le Pen, el líder del Frente Nacional, de extrema derecha.
La antipatía es recíproca. Besancenot califica a los socialistas de cómplices del sistema. «Lo que ellos creen ser su mayor fuerza es su mayor debilidad: el ejercicio del poder», dijo, «ejecutando ideas de derechas» y sacrificando principios por reformas menores.
Los franceses son profundamente pesimistas acerca del futuro y lo que quizás atrae de Besancenot es su rechazo de la certidumbre.
«Mi generación está repleta de dudas», dijo. «Para mí no es problema; es casi mejor tener dudas que certezas. No tenemos un proyecto social llaves-en-mano. No tenemos una Nueva Jerusalén donde ir a vivir»
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Steven Erlanger es un periodista estadounidense que ha colaborado con The New York Times, Herald Tribune y Times, entre otros muchos periódicos.
Traducción para www.sinpermiso.info : Anna Garriga