Recomiendo:
0

Concentración bancaria en Costa Rica

On Sale

Fuentes: Revista Paquidermo

El debate desatado recientemente entre el Diario Digital El País y La Nación, sobre una posible venta de este último al Grupo Caracol, así como la referencia a un trabajo previo de Koen Voorend y quien escribe en el texto de El País y nuestra participación en las VII Jornadas de Investigación del Instituto de […]

El debate desatado recientemente entre el Diario Digital El País y La Nación, sobre una posible venta de este último al Grupo Caracol, así como la referencia a un trabajo previo de Koen Voorend y quien escribe en el texto de El País y nuestra participación en las VII Jornadas de Investigación del Instituto de Investigaciones Sociales de la UCR dan cuenta de que vendido o no el Grupo Nación, el mapa del poder económico costarricense ha cambiado significativamente en las últimas décadas.

Con la liberalización indiscriminada de los años 90 y la masiva atracción de Inversión Extranjera Directa, los grupos de poder económico costarricenses han sufrido un fuerte shock competitivo. Este shock es sobre todo claro en el sector financiero privado. Nacidos en un marco de amplios subsidios estatales y foráneos la banca privada costarricense floreció entre el año 85 y 95 (25 bancos privados); nacieron bancos vinculados a industriales exportadores, judíos y simples especuladores, como señalara en su momento Carlos Sojo.  Sin embargo, el shock competitivo aunado a la poca experiencia de los nuevos banqueros, así como el poco interés en el sector y las presiones de capitales regionales y transnacionales, han determinado una mayor concentración bancaria privada en las últimas décadas.

Como se puede ver en el gráfico adjunto, elaborado por Karla Venegas, la banca privada costarricense ha dado paso a múltiples actores regionales y transnacionales.  En los primeros años del nuevo siglo es clara la llegada y expansión regional de los grupos de poder económico salvadoreños y panameños (UNO, Cuscatlán, Banitsmo) y la consolidación/entrada de grandes capitales transnacionales (Citi, HSBC, GE, Scotiabank). Con la crisis económica del año 2008, los primeros años de la nueva década van a dar cuenta, además, de un repliegue de la banca transnacional (GE consumer finance, HSBC) y de la inserción en la región del gran capital financiero colombiano (Grupo Aval y Davivienda).

De los cuatro bancos privados aún en manos nacionales, un rasgo característico es su vínculo político -derecho de picaporte-, que en los últimos años ha llenado las páginas de los diarios nacionales. Grupo IMPROSA, Alfredo Ortuño tesorero PLN, BCIE, Aresep, Zona Franca Hacienda San Rafael. Banco Cathay,  Fernando Leñero, Adrían Chinchilla Miranda, bonos de campaña. Banco BCT, Antonio Burgués Terán, bonos de China. BANSOL, Alfredo Volio.

La liberalización del sector financiero, al igual que en el caso estadounidense, ha provocado una alta concentración privada pues, en conjunto, el BAC, Scotiabank y HSBC concentran un 64,34% del total de activos, mientras que en los créditos y depósitos del total de la banca privada, estos bancos concentran un 67,97, un 67, y un 69% respectivamente. La libre competencia y los banqueros ticos brillan por su ausencia.

Si bien el sector financiero es uno de los mejores indicadores para medir los cambios en la economía, y donde más fácilmente es observable la concentración y desnacionalización del capital costarricense, en la última década otras importantes empresas símbolo del capital nacional han sido vendidas al gran capital regional y transnacional (Durman Esquivel, Riviana Pozuelo, Atlas, MegaSuper, CSU, Cuétara, Abonos Agro, Cinta Azul, entre otros).  Esto no es nada nuevo, pero llama la atención el peso de las empresas vendidas en la última década.

Estas ventas han abierto las puertas a grandes oligopolios transnacionales y regionales (América Móvil, Telefónica, Walmart, Grupo Multiinversiones, Albavisión, Del Monte, TV Azteca, AVAL y DAVIVIENDA), provocando el desplazamiento de grupos y empresas nacionales, el nacimiento de poderosos conglomerados nacionales (Grupo CuestaMoras – Familia Uribe Saénz, Grupo MonteCristo -Familia Durman Esquivel), la integración con grupos regionales (Mesoamerica y Pellas) y la llegada del gran capital colombiano.

En el caso particular de los capitales colombiano y mexicano su llegada se ha visto favorecida por un doble blindaje. Por un lado, sendos acuerdos de libre comercio inter y extra regionales, y por otro, acuerdos militares y paramilitares que garantizan nuevos espacios de acumulación e inversiones (Plan Colombia, Iniciativa Mérida y CARSI).

Si bien la venta de La Nación puede ser solo un chisme mal contado, es claro que más allá de la aparición de un nuevo empresario -emprendedor-, como el augurado por los defensores del modelo neoliberal, hoy los grandes grupos de poder económico costarricense son muchos menos, pero más poderosos y concentrados, en una dinámica de competente alianza con grupos regionales y transnacionales en posesión de sectores clave de la economía (telecomunicaciones y finanzas, por ejemplo). Este 15 de septiembre, como habría dicho Mafalda, una cosa es un país independiente y otra cosa es un país In The Pendiente.

Fuente: http://www.revistapaquidermo.com/archives/6235