El Caribe, de Nuestra América, es una de las regiones del mundo más afectadas por los huracanes, esos fenómenos naturales que se han hecho cada vez más potentes y devastadores en los últimos años como consecuencia del calentamiento global y el cambio climático que sufre el planeta tierra. Las naciones que integran la Comunidad del […]
El Caribe, de Nuestra América, es una de las regiones del mundo más afectadas por los huracanes, esos fenómenos naturales que se han hecho cada vez más potentes y devastadores en los últimos años como consecuencia del calentamiento global y el cambio climático que sufre el planeta tierra.
Las naciones que integran la Comunidad del Caribe (Caricom) han reiterado en sus diversas cumbres y reuniones subregionales el peligro que representan esos ciclones de gran intensidad para sus poblaciones, y sus respectivas economías.
Los expertos coinciden en que el calentamiento de las aguas antillanas, debido al cambio climático, es una de las causas principales de que los huracanes sean en la actualidad más severos y destructores.
Según los especialistas, el caldeo del Mar Caribe es combustible para los ciclones, como el nombrado «Irma», de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, que ahora amenaza seriamente a esa zona de la Patria Grande.
Las cuantiosas pérdidas de vidas humanas y los millonarios daños materiales que ocasionan esos fenómenos naturales impiden el desarrollo sostenible de los países antillanos, que demandan acciones concretas de la comunidad internacional, especialmente de los Estados ricos, los mayores responsables de las graves variaciones climáticas en la tierra.
Acorde con documentos oficiales de Naciones Unidas, el cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y supone una presión adicional a nuestras sociedades y al medio ambiente.
La ONU ha advertido que sus efectos son de alcance mundial y de una escala sin precedentes, y si no se toman medidas drásticas desde ya, será más difícil y costoso adaptarse a las consecuencias futuras.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos, país que dicho sea de paso ha sido gravemente dañado por los huracanes, se retiró recientemente de los históricos Acuerdos de Paris sobre el cambio climático, suscritos en diciembre de 2015 en la capital francesa luego de prolongadas y complejas negociaciones.
La determinación de Washington fue adoptada por el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, quien es bien conocido por prestar escasa atención a sus conciudadanos, y por el contrario promover la industria armamentista y alentar guerras, venenos letales para nuestro planeta.
El huracán «Irma» es hoy una amenaza real para el Caribe, como también lo es Trump para la estabilidad y la paz mundial, claro este último con consecuencias nefastas para toda la humanidad.
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