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Panamá

¿Para dónde vamos?

Fuentes: El Siglo

Las corruptelas de los politiqueros siempre han existido en el escenario de la nación panameña, pero luego de la criminal invasión del 20 de diciembre de 1989, buena parte de la población se ilusionó que sin poner los puntos sobre las íes de los 21 años de dictadura y de antes de la dictadura, de […]

Las corruptelas de los politiqueros siempre han existido en el escenario de la nación panameña, pero luego de la criminal invasión del 20 de diciembre de 1989, buena parte de la población se ilusionó que sin poner los puntos sobre las íes de los 21 años de dictadura y de antes de la dictadura, de allí para adelante las prácticas del poder se iban a corregir. No fue así, y gobierno tras gobierno, se fueron agudizando las susodichas corruptelas.

Se siguió con la constitución de la dictadura, no se hizo justicia y los corruptos entendieron que solo tenían que hacer una leve bajada de tono y que ellos, o sus herederos o nuevos corruptos, lograrían en poco tiempo llevar al país a podredumbres iguales y peores a las del gobierno de Marcos Robles, el que fue el calzador de la dictadura.

Hoy vivimos otra dictadura, con poca represión, porque poca acción que ponga en peligro al Gobierno ha ocurrido.

Los partidos se han transformado en maquinarias para trepar al poder y pelechar de él. Todos son iguales. Hoy hay que hacer la salvedad de que hay un partido nuevo: el FAD, pero en una sociedad compulsivamente corrupta en su mayoría, si no ocurre un movimiento de transformación, el nuevo partido también puede caer en esos vicios y no ser solución, sino parte del problema.

El actual presidente le ha tomado la medida a cada sector de actores y los compra o los enreda, o los compra y enreda. Gremios y sociedad civil también están enredados y espero que no se ofendan, sino que reflexionen. Si no están enredados, ¿por qué no logran unirse en un solo haz de voluntades para enderezar el país? Martinelli reina, con estrategas extranjeros que a diario están cavilando cómo mantener a sus asesorados en el poder. Y no hablo de Martinelli y su garulilla de CD, sino su garulilla de oligarcas, nuevos y viejos, que junto al presidente hacen negocio y más negocio y más negocio.

Si en los próximos cinco meses no ocurre prácticamente un milagro, repetirá Martinelli o agente martinellista y él y su garulilla seguirán destruyendo Panamá.

Los decentes tienen que asumir un papel de buscar la toma del poder para, usándolo como medio y no fin, que se funde una nueva República, -vía proceso constituyente- que no solo dé una nueva Constitución sin que dé nuevas actitudes porque se rescaten los valores cívicos y morales.

Fuente: http://www.elsiglo.com/mensual/2013/09/06/contenido/692144.asp