Todo momento histórico tiene su lenguaje propio, coherente con la estructura de poder y el momento político. Según El País, periódico estrella del régimen político de la Transición e importante productor de la cultura política al servicio del poder que nos ha llevado al naufragio como sociedad, Mario Monti sopesa entrar en la política italiana […]
Todo momento histórico tiene su lenguaje propio, coherente con la estructura de poder y el momento político. Según El País, periódico estrella del régimen político de la Transición e importante productor de la cultura política al servicio del poder que nos ha llevado al naufragio como sociedad, Mario Monti sopesa entrar en la política italiana una vez dimitido como Primer Ministro del país.
Estamos en tiempos en los que la formalidad democrática propia del neoliberalismo resultó incluso excesiva para el régimen de poder y sobretodo para acometer las reformas estructurales y su velocidad requerida que se están aplicando en nuestros países. La economía, o la política concentrada, es el eje central a partir del cual se define en gran medida a un Gobernante o un Gobierno, pero también las formas a través de las cuales se llega al Gobierno y al poder (que son cosas distintas) y se desarrolla esta responsabilidad. El señor Mario Monti no se presentó a ningún proceso electoral, fue impuesto a la sociedad italiana con un golpe oligárquico utilizando el mecanismo formal de una cámara de representantes sumisa a los dictados del poder que vendía la soberanía nacional y la decisión ciudadana a un precio muy barato. Un precio barato que pasa por aceptar el papel de Italia en la nueva reestructuración del capitalismo con base en occidente como un país que desciende varios eslabones en la cadena imperialista a cambio para su élites de una mayor explotación y saqueo a la ciudadanía italiana dando por finiquitado lo que quedaba del pacto social de la post II Guerra Mundial.
A El País esto le debe parecer que no tiene esencia política. Ahora este señor, que llegó al Gobierno de la mano del BCE, la Comisión Europea, el FMI (Como instituciones a través de las cuales el poder está dirigiendo la reestructuración del capitalismo europeo) y Goldman Sachs, parece ser que se va a presentar a las elecciones, y eso a El País ya le parece descender a la arena política. Para El País este señor, que no deja de ser un cuadro de élite de la oligarquía que nos domina y nos gobierna, se puede bañar en el Jordán democratizador en cualquier momento, será para ellos un demócrata de toda la vida y en cualquier momento pasará a ser el salvador de Italia frente a Berlusconi.
La política es poder, clases sociales, regulación de la propiedad, libertades y derechos civiles, etc. Personajes como Mario Monti lo entienden mejor que nadie. Durante su mandato ha contado con el aval del poder y sus instituciones (En términos globales, lo que no quita que los intereses a veces encontrados dentro de los sectores oligárquicos conduzcan a enfrentamientos que se manifiesten en la esfera política), la presentación oportuna en los medios de comunicación de masas (que son del capital) para hacer digerible e incluso positivo para los italianos su estatus de Primer Ministro sin pasar por las urnas, la coacción a su servicio de las élites oligárquicas para poder ir aplicando las políticas de ajuste estructural al país, y por supuesto reconocimiento político de los líderes europeos que ven en él un compañero de armas pero también la representación de un mecanismo oportuno al que recurrir en caso de que en sus sociedades la correlación de fuerzas sociales haga tambalear nuestros sistemas políticos (como pasó también en Grecia). Con todo esto Mario Monti y su Gobierno han garantizado a las élites financieras el ingreso de Italia en el seno de países para los que la Deudocracia se ha convertido en el elemento rector de Gobierno, ha acometido los recortes presupuestarios y sociales que han hecho a los italianos más pobres, con menos derechos económicos, sociales y civiles sumergiéndoles en un retroceso histórico en el que la democracia entendida como poder popular brilla por su ausencia.
Todo esto ha podido suceder porque nuestro andamiaje político está vació de contenido al servicio de los de abajo, de las capas populares en su más amplia acepción, y a su vez éstas no tienen mecanismos de interlocución y acción política para darle contenido y ponerlo a su servicio. El sueño democrático se terminó y sin posibilidad de reproducirse en nuestros actuales marcos políticos y con la actual estructura de propiedad. El mejor ejemplo de esto es que de la misma manera que M. Monti ha hecho esto sin pasar por las urnas lo hará el que venga pasando por las urnas tratándose de el propio Monti, Berlusconi o la socialdemocracia italiana porque son los instrumentos gestores del sistema (modelo extrapolable a toda Europa el de dos grandes partidos que se alternan en el poder y desarrollan en sus fundamentos, al margen de matices, la misma política económica a nivel estructural en consonancia con el ciclo económico que se viva). Un sistema para el que el pacto social comenzó a derrumbarse tras las reformas económicas iniciadas en los años 1970 pero que definitivamente desaparece tras la presente crisis, en la que se junta el fracaso de dichas reformas económicas de los años 1970 más la crisis de la estructura de poder económico dominante tras la II Guerra Mundial y la caída de la URSS que determina una transición geopolítica de carácter histórico y en consecuencia una reestructuración del campo capitalista con centro en occidente que pasa, entre otras cosas, por una pauperización de sus países del Sur, el vaciamiento y subordinación de su soberanía nacional, la mercantilización total de sus servicios públicos y la puesta a disposición del conjunto de sus recursos económicos a la élite financiera occidental aplicándose un traslado masivo de rentas de los de abajo a los de arriba, lo que viene acompañado de una reducción en cuanto a tamaño y poder de las élites económicas «nacionales» en beneficio de los grandes grupos del capitalismo occidental.
Que El País hable en estos términos de Mario Monti no deja de ser un aviso a navegantes de lo que nos puede ocurrir como país y como protegerían el golpe oligárquico frente a los intereses populares. Que dejen el concepto de política vacío de contenido y reducido al mercado electoral siempre y cuando convenga al poder es una urgencia para la ciudadanía que entienda por ésta ser el sujeto de la soberanía nacional.
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