El Gobierno francés asegura ahora que harán falta «de tres a cinco años» para que se noten sus «planes de mejora» de la situación en los barrios. Trata así de mitigar la perplejidad de la sociedad, que observa cómo un año después los fantasmas perviven. Una mujer está en estado crítico tras la quema de […]
El Gobierno francés asegura ahora que harán falta «de tres a cinco años» para que se noten sus «planes de mejora» de la situación en los barrios. Trata así de mitigar la perplejidad de la sociedad, que observa cómo un año después los fantasmas perviven. Una mujer está en estado crítico tras la quema de un autobús, van siete, en la zona de Marsella.
El ministro francés del Empleo y la Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, explicó que para que den resultado las supuestas medidas que aseguró el Gobierno ha puesto en marcha para combatir los problemas sociales en los barrios donde estallaron las revueltas ahora hace un año hacen falta de tres a cinco años.
«Son necesarios de tres a cinco años para que los efectos se dejen sentir para todos y se arreglen los problemas», señaló Borloo en una entrevista publicada ayer por «Le Parisien».
Aseguró que, «en cualquier caso, toda la sociedad francesa ha tomado conciencia de que la cuestión de los barrios es un reto crucial».
Coincidiendo con el primer aniversario de la revuelta urbana que sacudió el Estado francés durante tres semanas el pasado otoño, se ha registrado un repunte de los enfrentamientos, en el contexto, eso sí, de la permanente represión policial contra los jóvenes de las banlieues.
En estado crítico
En la noche del sábado, una joven de 26 años sufrió quemaduras gravísimas al ser incendiado el autobús urbano en el que viajaba en la periferia norte de Marsella. Fuentes hospitalarias aseguraron ayer que la joven, con quemaduras en el 60% de su cuerpo, se debatía entre la vida y la muerte.
Según la versión policial, los hechos ocurrieron hacia las 21.15 horas del sábado en un barrio de la periferia norte de Marsella, cuando el autobús volvía al centro de la ciudad tras haber sido objeto de un primer ataque sin consecuencias en el trayecto de ida.
Siempre según la Policía, varios adolescentes encapuchados que estaban en una parada subieron al vehículo forzando las puertas, vertieron gasolina y le prendieron fuego antes de darse a la fuga.
Otros tres pasajeros fueron atendidos en otro centro médico por intoxicaciones causadas por el humo.
El Gobierno galo anunció el envío de refuerzos policiales a esta ciudad mediterránea. El presidente Jacques Chirac se dirigió telefónicamente a la familia de la joven, y el primer ministro, Dominique de Villepin, convocó para hoy una reunión de su Gabinete de crisis.
Ya son siete los autobuses incendiados en los últimos días.
Asimismo, la Policía confirmó enfrentamientos con decenas de jóvenes en un barrio de la ciudad de Grigny, en la periferia de París.