En Perú, el expresidente constitucional Pedro Castillo, ante el bloqueo informativo de los medios de comunicación de su país, decidió hacer pública la carta que el pasado 30 de enero de 2024 envió al Secretario General de la ONU, António Guterres.
En la extensa nota denuncia la violación sistemática de sus derechos humanos, desde su detención arbitraria que vulneró su condición de mandatario en pleno ejercicio de funciones, hace más de un año, su posterior destitución ilegal en el Congreso Nacional, hasta el momento actual, en que continúa sometido a duras condiciones de encarcelamiento.
“Hay una continua violación a los derechos humanos en Perú desde el 7 de diciembre de 2022, día en que fui apresado arbitrariamente, sin el debido proceso para la inmunidad del Jefe de Estado que me corresponde; todo ello fue producto de una conspiración entre jefes militares y policiales con fiscales, jueces y congresistas”.
La carta/documento de Castillo habla de una conspiración en la que participaron uniformados que con fiscales que no tenían competencia jurisdiccional lo aprehendieron, y jueces que tampoco tenían atribuciones le remitieron a la cárcel. Este tema de la competencia legal es fundamental, ya que Pedro Castillo seguía siendo presidente constitucional y la Fiscalía sólo hubiera podido actuar contra él si es que había autorización del Congreso Nacional. Y no había, por lo que todas las actuaciones en contra suya están viciadas por este insalvable defecto de origen
Denuncia Castillo que su destitución vino después, lo que también torna inconstitucional la votación en el Congreso, ya que previamente se le había impedido (con su detención) su derecho a una legítima y legal defensa. “Fui defenestrado de manera inconstitucional por el Congreso que procedió a votar una resolución con la que declaró mi ‘incapacidad moral permanente’ como Presidente de la República, violando su propio Reglamento, pues no existía una Moción de Orden del Día ni tampoco una Moción de Vacancia con ese contenido, tampoco respetaron los plazos, ni se me permitió ejercer mi derecha a la defensa como Jefe de Estado acusado, en lugar de eso, luego de intervenirme con comandos de élite en la vía pública, me condujeron para ser encerrado en una base policial donde no pueda enterarme de lo que estaba sucediendo”.
Estas graves denuncias de Castillo ante Guterres deberían dar lugar a la conformación de una Comisión Internacional de Garantías de la ONU.
Continúa Castillo la nota, asegurando que detectó en vísperas de su destitución “movimientos extraños de tropas militares y contingentes policiales”. Este es un dato fundamental que servirá para revelar la verdadera historia de su derrocamiento, pues quienes argumentan en favor de la legalidad de la vía congresal para su cesación, afirman que las Fuerzas Armadas y la Policía peruanas no tuvieron ningún rol. Castillo atestigua que sí operaron como parte una estrategia golpista.
A continuación, Castillo detalla los métodos penitenciarios que lindan con la tortura a los que está sometido en el penal de Barbadillo, un recinto de máxima seguridad. “Pongo en su conocimiento que he sido traído a una prisión en la cual se me ha mantenido bajo incomunicación telefónica con mi esposa e hijos, quienes han tenido que refugiarse en México, ante la persecución feroz de parte de la policía y la fiscalía del régimen. También se me ha tapado con toldos toda posibilidad de recibir la luz solar, también se me castiga cortándome las visitas…”
Castillo señala la actuación inconstitucional de jueces que siguen vulnerando el debido proceso y que mantienen su detención preventiva por más de un año, sin que la Fiscalía presente pruebas de los delitos que le atribuyen.
“Habiendo hecho toda mi vivencia en la aldea rural de Puña (Cajamarca) vengo de los sectores marginalizados históricamente en el Perú (campesinado indígena), por lo cual fui percibido como el candidato de ‘los invisibles’ de nuestra sociedad y por ello nuestro triunfo electoral nunca fue aceptado por los sectores oligárquicos”
El encarcelamiento de Pedro Castillo es en realidad el escarmiento a un líder popular que desafió a esa clase dominante peruana.
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