Introducción (1) Desde el año 2009, el movimiento de la izquierda ha engendrado considerables luchas sociales y políticas: más de 20 huelgas generales y paros masivos (Bélgica, Francia, Italia, Grecia, Portugal, España, Chequia) en toda Europa. El trasfondo para el enfado del pueblo casi siempre es el mismo: desempleo masivo, falta de viviendas, miedo al […]
Introducción (1)
Desde el año 2009, el movimiento de la izquierda ha engendrado considerables luchas sociales y políticas: más de 20 huelgas generales y paros masivos (Bélgica, Francia, Italia, Grecia, Portugal, España, Chequia) en toda Europa. El trasfondo para el enfado del pueblo casi siempre es el mismo: desempleo masivo, falta de viviendas, miedo al futuro, pérdida de las conquistas sociales de los Estados.
Lo que llama la atención en todas estas protestas es que en el Sur, los/as que salen a las calles a manifestarse son millones, en Alemania y otros países del Norte europeo, miembros de la Unión Europea (UE), sólo son algunos miles. Este hecho nos lleva a plantear la pregunta de pérdidas y beneficios en el marco de la crisis: ¿Los Estados miembro del norte se benefician más de lo que comúnmente se reconoce? ¿En Alemania los empleos todavía son relativamente seguros precisamente porque en Portugal, España, Italia y Grecia la tasa de desempleo sube desenfrenadamente? ¿Qué significa este desequilibrio para la solidaridad en Europa?
Es cierto que en los pasados años, las más diversas organizaciones sociales y muchos sindicatos se han unido para, trascendiendo las fronteras político-partidarias, tratar de poner el dedo sobre estas problemáticas. También es cierto que existen nuevos movimientos como Occupy, Indignados y M15 que ocupan plazas públicas, participan en manifestaciones grandes como han ocurrido p.ej. en Atenas, Lisboa, Roma, Praga, Bucarest, París y – en 2013 – en 23 ciudades españolas con 800.000 participantes. Pero sus llamados por más democracia y mayor justicia ser pierden en el espacio sin ser escuchados. En algunos casos, las manifestaciones son disueltas violentamente por las fuerzas del orden. Y finalmente – nada cambia. Al mismo tiempo, observamos un rápido aumento de tendencias nacionalistas y una creciente influencia de una derecha modernizada autoritaria, racista y nacionalista.
También la gran cantidad de manifestaciones masivas en el Sur no traen ningún o muy pocos resultados. Ni siquiera la burguesía se inquieta ya. ¿Por qué? ¿Por qué, a pesar de todo, en España, Italia y Grecia, el poder sigue en manos de los conservadores? Y ¿por qué en Alemania el partido LA IZQUIERDA es la única en realmente oponerse a la política de Merkel? Considerando todo esto, ¿qué puede hacer la izquierda europea para generar solidaridad desde Gibraltar, Sicilia y Creta, pasando por Austria, Alemania y los Países Bajos hasta Dinamarca y Suecia? Y ¿qué hay de los Estados miembro de Europa Oriental?
Algunos hechos sobre la historia de la desregulación en la Unión Europea (2)
La chispa inicial del proceso de desregulación interna de la Unión Europa fue la implementación del gran mercado común desde 1987 con las cuatro libertades básicas proclamadas (bienes, servicios, capital, personas). Uno de los proyectos más importantes fue la libre circulación de capitales entre los estados miembro y terceras naciones. En 1990, se dio inicio a la «Unión Económica y Monetaria» (UEM), con lo cual, en tres fases, se puso en práctica la idea de la moneda europea única. Y se hizo como un proyecto exclusivamente monetario sin unificación de políticas económicas y fiscales. Posteriormente, el Tratado de Maastricht estableció las famosas reglas de convergencia para la participación en la moneda única el Euro (que corresponden a las pautas del pacto fiscal firmado en el 2012 como disposición vinculante).
Los primeros indicios de una crisis se dejaron entrever ya en los años 90. De hecho, la cancelación del pacto socialdemócrata de un sistema de compensación entre capital y empleo (Tratado de Maastricht) trajo consigo un aumento de los problemas, especialmente en el sector laboral.
En 1999, con la introducción del Euro, se concretó el así llamado «Financial Servicies Action Plan». El Plan de Acción de Servicios Financieros abarcaba 42 medidas individuales cuyo objetivo final era la creación de un mercado financiero común – pero adaptando el sector bancario europeo al sistema americano, que se caracteriza por tener una proporción mucho más alta de servicios financieros basados en el mercado y una competencia también mucho mayor entre las diferentes instituciones financieras.
Los servicios financieros se desregularizaron y los bancos europeos sucumbieron ante la tentación de participar en negocios de alta especulación financiera en los Estados Unidos – este fue el primer hito importante. El segundo fue la introducción del Euro, pues permitió a los países miembros del Euro contraer deudas con intereses bajos. Los Estados al igual que los hogares comenzaron a endeudarse, aparentando así una prosperidad que no estaba a la par con el rendimiento económico. Al principio, todo parecía marchar bien, pero finalmente fueron estos dos hechos, que contribuyeron de manera decisiva a los problemas con los que cargamos ahora.
La crisis bancaria
El desastre comenzó en el 2007 con la negativa de los bancos americanos a seguir prestándose dinero entre ellas. A consecuencia, con el objetivo de evitar la caída del sistema o el «crash», tanto el Banco Central estadounidense como los europeos comenzaron a inyectar inmensas sumas de dinero al mercado. En un primer momento, esta estrategia parecía funcionar más o menos – hasta otoño del 2008, cuando colapsaron el banco de inversiones Lehman Brothers y la gran aseguradora AIG. Las consecuencias afectaron a todos los bancos que tenían actividades en el mercado de inversiones internacional, y así comenzó el proceso de rescate estatal de los bancos considerados «relevantes para el sistema» que continúa hasta ahora (2013). Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), tan sólo entre los años 2007 y 2010, en Europa las pérdidas de los bancos fueron soportadas con 630 mil millones de dólares americanos. Desde entonces, la situación en la zona Euro se ha seguido agudizando dramáticamente. El Instituto para la Investigación Económica (Ifo) de Munich(3) ha presentado un resumen de datos sobre la otorgación máxima de créditos para la salvación del Euro. Sin tomar en cuenta las así llamas obligaciones target (obligaciones entre bancos centrales nacionales y el Banco Central Europeo) este resumen revela una suma total de 1.484 mil millones de Euros; una cantidad inimaginable de dinero – y todavía no hay indicios de que todo esto termine pronto.
La crisis no sólo es un problema de la UE y de los Estados Unidos. Tiene atrapados en sus garras a muchos países de todo el mundo y forma parte del gran proceso de transformación del capitalismo global. El problema de la eurozona fue que desde el año 2010, hubo ataques masivos de especulación contra la moneda común. Uno de los últimos se registró después de las elecciones en Francia y Grecia. Así, el lunes, 7 de mayo del 2012, un día después de la elección de François Hollande como Presidente de Francia, el diario alemán «Handelsblatt» reportó: «Los inversores siguen adquiriendo bonos del Estado aleman por su reputación de ser una inversión especialmente segura. Sin embargo, al mismo tiempo, más y más inversiones se aseguran contra una posible bancarrota del Estado alemán mediante permutas de incumplimiento crediticio (ingl. Credit Default Swaps – CDS). De hecho, estos inversores sospechan que la crisis del Euro siga agudizándose y que el desastre pueda alcanzar hasta los bonos del Estado hasta el momento considerados totalmente sólidos.» (4) Las CDS son uno de los instrumentos criminales de la caja de herramientas que maneja toda esta banda internacional de tahúres financieros. En 2010, en una jugada a solas, el ministro federal de Finanzas Wolfang Schäuble prohibió las CDS en Alemania, posteriormente lo hicieron también Francia, Italia, España, Bélgica y, finalmente, bajo la presión de los ataques, fueron prohibidas a nivel de toda la UE (2011) – aunque de manera menos estricta; prueba de ello fueron las nuevas especulaciones sobre una eventual bancarrota del Estado alemán. En el año 2012, el Presidente del Banco Central Europeo proclamó el aseguramiento de la moneda, aseverando que el Banco haría todo para salvar el Euro – y que estaba en condiciones de hacerlo. Con esta afirmación, logró apaciguar un poco la situación.
Durante mucho tiempo, la política europea estaba marcada por el rechazo de aceptar un verdadero aseguramiento comunitario de la moneda y un ajuste de la política económica y financiera a la nueva situación. En gran parte, esta negativa partía de Alemania. Pero aparte de las gigantescas sumas «europeas» puestas a disposición en forma de garantías, créditos e intervenciones del Banco Central Europeo deben tomarse en cuenta también las transferencias nacionales a los bancos que, en algunos casos, continúan hasta hoy.
Hasta el año 2011, apenas había indicios de verdaderas medidas reguladoras. De hecho, en su dictamen del 2012, el EuroMemo Group (Economistas Europeos para una Política Económica Alternativa en Europa) resumió la situación de la siguiente manera:(5) «En todo momento de la crisis, las autoridades europeas no hicieron más que lo absolutamente necesario para reaccionar frente a cada situación. Sus intentos de controlar los problemas de fondo fueron un fracaso total. En vez de cuestionar el poder de las empresas financieras que son los responsables de la crisis, lo que hicieron las autoridades fue imponer programas de austeridad, lo cual ha sumergido en la miseria social a innumerables personas en toda la UE.»
Las verdaderas estrategias de regulación se hicieron esperar mucho a nivel de la Unión, pero actualmente, por fin, se han dado algunos pasos.(6) En este sentido, podemos suponer que en el sexto año de crisis, sí se haya dado inicio a una serie de medidas regulatorias o que algunas de ellas ya sean efectivas.(7) Como punto positivo, podemos mencionar la contención de prácticas especulativas delincuenciales, la creación de un órgano de supervisión bancaria eficiente y el aseguramiento de la moneda europea. Pero cabe destacar que aún no existe una verdadera prohibición de instrumentos de especulación criminal a nivel europeo, ni tampoco una separación clara entre bancos comerciales y bancos de inversión, que es una de las condiciones fundamentales para el funcionamiento de los sistemas crediticios para la economía real. Como punto altamente negativo debemos señalar que siguen persistiendo las medidas de austeridad en cuyo transcurso se han manifestado efectos desastrosos no sólo para los países directamente afectados sino para la economía europea en su totalidad.
La crisis del endeudamiento
Como mencionamos anteriormente, las medidas de regulación a nivel de la UE o de la zona Euro se han iniciado en el año 2011, algunas de ellas entran en vigencia en el 2013, otras recién en el 2014. La crisis bancaria continuó, y hasta el 2012 no hubo quien la parara. Con la excepción de Grecia, la crisis del endeudamiento de los Estados es consecuencia directa de la crisis bancaria, puesto que los países trataban de evitar el desastre financiero mediante masivas intervenciones estatales.
Pese a algunos avances en el saneamiento presupuestario, el endeudamiento de los Estados de la UE sigue aumentando desenfrenadamente. Durante el año pasado, tan sólo los 17 países de la eurozona incrementaron sus deudas en 375 mil millones de Euros. En efecto, según datos del instituto estadístico de la Unión Europea Eurostat, a fines del año 2012, el total del endeudamiento estatal en la zona Euro ascendía a aprox. 8,6 billones de Euros.
Actualmente, 17 de los 27 países de la UE no están en condiciones de cumplir los criterios de déficit que ellos mismos se han impuesto. Su endeudamiento agudiza aún más el desequilibrio en su balance de pagos, lo cual tiene como consecuencia que se ven obligados a seguir adquiriendo créditos, «dinero fresco» – los intereses suben cada vez más y con ellos sus deudas. Con garantías y pagos de apoyo exorbitantes, la política europea trata de mantener la solvencia crediticia por lo menos de los Estados altamente endeudados para así evitar el desmoronamiento de la zona Euro. El mensaje a los mercados es: «Miren, hacemos todo lo que podemos para que los Estados cumplan sus obligaciones con los bancos. Confíen en nosotros y dejen de especular contra el Euro.» Lo que en realidad están haciendo es dar de comer al tigre, esperando que con eso se sacie, se apacigüe y deje de atacarlos.
A pesar de todas estas medidas, la espiral continúa, y ni la política de austeridad más estricta en los países afectados podrá detenerla. Cuando, en el 2010, Grecia, Portugal, España, Irlanda e Italia aprobaron programas de ahorro masivos que incluían hasta la reducción de salarios y que Alemania y Francia resolvieron reducir sus presupuestos nacionales, hasta el FMI advirtió contra una posible recesión de la economía europea. Tanto el pacto fiscal como el mecanismo europeo de estabilidad refuerzan aún más esta política de austeridad, atacando acervos sociales históricos, llevando a la privatización de bienes públicos y paralizando las inversiones del Estado.
De todos los países europeos, Hungría, Malta, Rumanía, Alemania y Luxemburgo son los únicos que lograron conservar un nivel de empleo similar al que tenían antes de la crisis. En cambio, en Croacia, España, Italia, Bélgica, Portugal, Eslovaquia, Francia, Irlanda, Eslovenia, Finlandia, Chipre, Dinamarca, los Países Bajos y Grecia, las tasas de desempleo siguen en pleno aumento.
Por consiguiente, la espiral de los factores negativos que siguen fortaleciéndose mutuamente no continúa solamente en los países de la UE cuya salud económica ya está seriamente quebrantada. El creciente desempleo reduce los ingresos tributarios y – por mucho que los sistemas de seguridad social se restrinjan – aumenta el gasto social. A ello se suman las amortizaciones y los pagos de interés de las deudas y la persistente necesidad de los países de contraer más y más deudas. En breve: es más que evidente que todo este sistema es totalmente absurdo. En el caso de Grecia, hasta el FMI se dio cuenta, admitiendo «fracasos significativos» en la salvación de Grecia y reconociendo que en todo momento, las medidas se habían basado en supuestos demasiado positivos, que se habían subestimado totalmente los efectos de las medidas de ahorro sobre el aumento del desempleo y, en cambio, sobreestimado por completo la capacidad de amortización del país.
Atrapados en la trampa de la política de austeridad: la crisis económica europea
La eurozona está siendo arrastrada por una baja económica desde el año 2012. Pese a ello, haciendo gala de una creatividad literaria insuperable, la Comisión de la UE hablaba de una «leve recesión». Y desde mayo del 2013, los magos de la estadística hacen todo tipo de malabares matemáticos para hacer aparecer un resultado global positivo. Pero las cifras de crecimiento de la UE son claras y no hay dónde perderse: la recuperación no comienza sino de manera muy lenta. Así, durante la gestión 2012, en la eurozona en su totalidad, el rendimiento de la economía bajó en un 0,6%.(8) Y eso no es todo: para el 2013, el Euromemorandum prevé un nuevo decrecimiento del 3,5% hasta el 2016: «Los pronósticos respecto al impacto acumulado de las diversas regulaciones de política financiera que se introducirán en la zona del Euro sugieren que entre el 2013 y el 2016, el producto interno bruto de la zona Euro en su totalidad podría caer en hasta un 3,5%: entre un 5% y un 8% en Italia, Portugal, España y hasta en un 10% en Grecia e Irlanda.(9)» Los pronósticos de la Comisión de la UE son menos sombríos, pero incluso la representación de la Comisión en Alemania constata: «Probablemente, la recuperación de la actividad económica sea demasiado lenta como para reducir las tasas de desempleo. Los pronósticos señalan que en el 2013, el desempleo en la eurozona alcanzará el 11% y que las diferencias entre los Estados miembro continuarán siendo muy grandes.(10)»
La recesión implica que el desempleo siga subiendo. En efecto, las estadísticas para los primeros meses de la gestión 2013 revelan un aumento del desempleo en la eurozona del 12%, y los/as euro-funcionarios/as desfilan ostentando públicamente su espanto por las cifras correspondientes a España: 27,2% de desempleo – entre la juventud hasta el 57,2%.(11)
Pero ni siquiera el objetivo inmediato de la política de austeridad – la reducción del endeudamiento de los Estados se cumple. Mientras que Irlanda e Italia lograron una pequeña disminución, en España, Grecia, Francia, Chipre y Portugal – todos ellos países altamente endeudados – las deudas han seguido aumentando.
Asimismo, cabe señalar que los pronósticos sobre el mercado laboral no dicen nada sobre la estructura del empleo. 19 de los 27 Estados miembro de la UE han reducido la protección laboral para empleados/as dependientes, Grecia, Hungría, Italia, Eslovaquia y España incluso restringieron directamente los derechos laborales de los/as empleados/as, recortando al mismo tiempo los sistemas de seguridad social. Y es aquí precisamente donde se hace visible el segundo nivel de las consecuencias de todas las crisis: A la sombra de la crisis financiera, se están produciendo cambios fundamentales al interior de la UE. Estos cambios merman los derechos laborales y los sistemas de seguridad social, traen consigo la privatización de servicios y bienes públicos. De hecho, lo que no terminó de cumplir la ola de desregularización de los años 90, ahora se ejecuta a la sombra de la crisis.
Pero frente a todo esto, poco a poco surge otra tendencia: el grado de aceptación de la UE en la ciudadanía ha sufrido una baja sustancial. En todos los países, la euforia de la UE se va apagando – más lentamente en Alemania, pero rápidamente en los países del Sur europeo que son los más afectados por la crisis. También en los países del Este de Europa, el nivel de aceptación está de bajada.
Finalmente, cabe mencionar el World-of-Work-Report 2013 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pues publica una interesante estadística sobre la probabilidad de disturbios sociales. Al respecto, llama la atención que la posibilidad más alta se identifica no en el Norte de África o en el Oriente Medio u otras regiones de conflicto del mundo sino en Europa: «El peligro más grande de generarse disturbios sociales corresponde a los 27 Estados miembro de la UE, siendo que esta posibilidad ha aumentado de un 34% en el año 2006/2007 hasta un 46% en el año 2011/2012. Probablemente, este incremento se debe a la manera en la que la política reacciona frente a la persistente crisis del endeudamiento estatal y sus consecuencias para la vida de las personas y su nivel de bienestar.»(12).
Traducción: Cordi Thöny
Notas
1 De Julia Killet, Kurt-Eisner-Verein für politische Bildung – Fundación Rosa Luxemburg Baviera.
2 Desde aquí hasta el final del texto: de Birgit Daiber. Ambos textos de: Studienreihe Zivilgesellschaftliche Bewegungen – Institutionalisierte Politik Nr. 25, julio 2013. Thema: Krise in Europa – Tagungsberichte.
La presente edición cuenta con el apoyo de Kurt-Eisner-Verein für politische Bildung – Rosa-Luxemburg-Stiftung Bayern y del Forum Linke Kommunalpolitik München e.V., (E.i.S.).
3 Fuente: http://de.statista.com.
4 Handelsblatt, 7 de mayo del 2012, pág. 30, «Die Deutschland-Wette».
5 EuroMemo Gruppe, EuroMemo 2012, Europäische Integration am Scheideweg: Mehr Demokratie für Stabilität, Solidarität und soziale Gerechtigkeit, Supplement der Zeitschrift Sozialismus, Hamburg 3/2012, pág. 6.
6 Algunos de ellos son: fortalecimiento de la superintendencia financiera a nivel europeo (2011); supervisión de agencias de calificación de riesgos (o agencias de rating); regulación y supervisión del sistema bancario en la sombra; supervisión de fondos de alto riesgo o «hedge funds»; el así llamado «sixpack» que incluye medidas para la reforma del pacto de estabilidad y crecimiento, especialmente la reducción de déficits públicos así como un sistema de alerta temprana para desequilibrios económicos; el así llamado «twopack» que pretende garantizar la supervisión de la disciplina presupuestaria y de la transparencia. Este último entró en vigencia el 30 de mayo del 2013. De igual manera, en el 2012, se dispuso que el Banco Central Europeo puede fungir de «Lender of Last Resort» o prestamista de última instancia. También forman parte de estas primeras medidas las siguientes: prohibición de la venta corta (Alemania 2010, UE 2012); supervisión de parte del Banco Central Europeo de aprox. 6.000 bancos (2012); regulación de los negocios de alta frecuencia; la disposición sobre la Infraestructura de Regulación de Mercados (o disposición EMIR) respecto al comercio de derivados (2012); creación de los primeros fundamentos para una unión de bancos con medidas individuales (ver arriba) así como el aporte de causantes en desastres financieros y una tasa bancaria (la resolución del Consejo de Ministros fue tomada en marzo del 2013, pero las divergencias en cuanto a su diseño concreto aún persisten); introducción de un impuesto a las transacciones financieras en 11 países (enero del 2013).
7 Nota de la FRL: Sin embargo, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI) constituye una nueva amenaza de liberalización de los servicios financieros. La ATCI pretende cancelar o anular varias regulaciones que el Gobierno estadounidense ha introducido a consecuencia de la crisis. De hecho, la Comisión Europea no parece haber aprendido nada de toda esta crisis financiera, pues apunta a nuevamente desregular el mercado financiero y dar luz verde al comercio de derivados, a la especulación con materia prima y la especulación contra la condonación de deudas (Fritz, Thomas 2014: TTIP: Die Kapitulation vor den Konzernen, Berlin: PowerShift).
8 Fuente: diario Frankfurter Allgemeine Zeitung del 23.4.2013
9 Euro-Memorandum, pág. 2, www.euromemo.eu
10 EU-Komm, representacion en Alemania, 3.5.2013
11 Fuente: www.eurostat.eu
12 ILO WoW 2013, p.14.
Fuente original: http://rosalux.org.ec/es/analisis-regional-capitalismomundial/item/273-daiberkilletcrisiseneuropa.html