Escribía Gabriele Polo (1) en su editorial de la semana pasada: «Dado que tanto se habla de reconstrucción desde abajo, de vínculos con el territorio, de echarle la culpa al centro… entonces quizá -en relación con las elecciones europeas- mejor dejarlas pasar y centrarse en la política «desde abajo». Sería incluso una protesta clara contra […]
Escribía Gabriele Polo (1) en su editorial de la semana pasada: «Dado que tanto se habla de reconstrucción desde abajo, de vínculos con el territorio, de echarle la culpa al centro… entonces quizá -en relación con las elecciones europeas- mejor dejarlas pasar y centrarse en la política «desde abajo». Sería incluso una protesta clara contra la reducción de la actividad pública a interés privado». Quien ha participado en el debate en nuestras páginas se ha manifestado, generalmente contrario a esta hipótesis y se ha pronunciado, al contrario, -y a menudo «a toda costa»- en pro de alguna versión de lista común de la izquierda. Continuamos en consecuencia el debate publicando la intervención de Rossana Rossanda -contraria a cualquier forma de abstención, a «perder comba» en las elecciones europeas- propuesto en el «manifiesto» del domingo. IM.
La dirección del Manifesto propone una no presentación de las izquierdas en las próximas elecciones al Parlamento europeo. No estoy de acuerdo. ¿Cómo podemos permitirnos negar la posibilidad de expresarse a toda una franja de sociedad que no se siente representada por el PD? Es una franja que asciende, a pesar de la presencia del DS, a más del 13 por ciento, pero los pequeños partidos todavía en presencia, principalmente Refundación Comunista, se guardaron muy bien de alcanzar un acuerdo electoral -cada cual se buscó los votos por su cuenta , y alcanzó la correspondiente mayor o menor miseria; y después de las elecciones, tras las que todavía tenían menos peso, continuaron divididos, cuanto más perdían, más se dividían, hasta quedar reducidos a los pocos millares de personas que se encuentran alrededor de los grupúsculos dirigentes-.Tras estos poco edificantes acontecimientos, los citados grupos no han aprendido nada y ahora se lamentan de que el PDL y el PD pongan un tope electoral mínimo del 4 por ciento, porcentaje que ninguno de ellos, por sí solo, está en condiciones de alcanzar y que, además -para refocilamiento del PD- no quieren alcanzar. Que reviente quien quiera poder votar, o que vote a Veltroni o a Di Pietro, un antiguo muchacho de centro o un justicialista de derechas. Si no es para ellos, no será para nadie. Après moi, le déluge. La oposición a la actual Europa -casi inexistente porque, aparte de competir y pugnar entre sí, no saben pensar en otra cosa, sobre la crisis- no rechista, sobre el Oriente Medio no ha hecho más que sostener a Israel en la guerra de Gaza -además, ha estado representada por el PSE, es decir, por una especie de nada- .No es una casualidad que hayamos llegado a esto. Es el resultado de la convicción de todas las izquierdas e izquierdillas, y de gran parte de su exigua base «militante», de que instituciones y partidos son, idénticamente, la misma cosa. ¿No aciertan a formar un partido de una cierta consistencia? Pues la representación se la van repartir el centro y la derecha. Del más que aproximado intento de la Izquierda Arcoiris, que debía pasar a ser, de golpe, «el» partido de la izquierda, no han sabido sacar la conclusión de que una cosa es dar voz , o una coalición de voces, a la inquietud crítica de la sociedad compleja, y muy otra cosa dar forma a un grupo anticapitalista que se propone establecer un nexo entre los conflictos existentes: capital y trabajo, modo capitalista de producción y relaciones entre hombres y mujeres, lógica del capital y defensa del ecosistema, modo de producir e instituciones; esto es, articular las cuestiones no resueltas durante el siglo veinte, sobre las cuales somos más capaces de hacer chistes que de proceder a un análisis. Mejor perder comba. Como si esto fuese un baile al que se regresa cuando a uno le viene en gana
Sin embargo, el Parlamento es un observatorio importante para comprender el continente que nos condiciona y el por qué de su cada vez más escaso peso en el mundo. No es que decida mucho, pero puede oponerse, saber y hacer saber. Y no es todavía una institución bilateral. Menuda ocurrencia, reducirla a tal cosa. Se me responderá: pero esos a quienes también nosotros denominamos «matojos» [restos del Olivo, la antigua coalición electoral de centro-izquierda] no se ponen de acuerdo. Respondo. Primero, no hay que concederles una coartada. Segundo, allí donde éstos estén ausentes o sean demasiado débiles para hacerla, podemos proponer que se forme una lista de candidatos que no sean y no ambicionen convertirse en dirigentes de tal o cual sigla, sino que estén dispuestos a comprometer dinero y voluntad para decir: «Sin embargo, existe una izquierda italiana»¿Acaso no conocemos muchedumbres de juristas, constitucionalistas, economistas, abogados laboralistas, sindicalistas, trabajadores rojos y expertos, mujeres que reflexionan sobre feminismo, ecólogos, sociólogos, científicos, etc. que tendrían mucho que decir y a quienes ningún partido escucha? ¿No hemos tenido siempre la impresión de que ahora las elecciones de los candidatos a las instituciones están rodeadas de secretismos, ocultos bajo la coartada de las primarias a la italiana? De que son candidatos dirigentes muy bien relacionados, o tienen como candidato cada vez más a trepas obedientes? ¿De que han hecho de las europeas una mera ocasión para medir las relaciones de fuerza internas?
No estoy proponiendo una lista de Il Manifesto. No nos corresponde a nosotros. Pero es nuestro deber hacer sonar la alarma, provocar una conmoción, movilizar y movilizar, reunir y hacer que se reúnan las personas necesarias. Hacer todos los días la crónica de la impotencia no es muy interesante. Ni es lo propio, tampoco, de ese diario que toma seriamente partido, según decimos ser.
NOTA T.: ( [1] ) Gabriele Polo es codirector del diario Il Manifesto. En consecuencia, estamos ante un debate en el seno de Il Manifesto.
Rossana Rossanda es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaba de aparecer en España la versión castellana de sus muy recomendables memorias políticas: La ragazza del secolo scorso [ La muchacha del siglo pasado , Editorial Foca, Madrid, 2008]. Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO .
Traducción para www.sinpermiso.info : Joaquín Miras