Traducido para Rebelión por Aída Rodríguez
Todo se desmorona en España: El Estado del bienestar, los derechos de los trabajadores, la educación, la sanidad. (Foto: Reuters)
«No castigar más, sino castigar mejor», así comenta el ministerio del Interior español la «Ley de regulación del orden público». Quien se manifieste o convoque manifestaciones ante el Parlamento o el Senado podrá ser multado con sumas de hasta 600.000 euros.
En Madrid no solamente se impedirían las protestas sociales, sino que también se eliminaría la pobreza por medio de multas. Se podría multar con una suma de hasta 750 euros a quien duerma en la calle, utilice bancos de parques para algo que no sea sentarse o haga música en la calle para ganar algo de dinero de bolsillo. Si se queja, a causa de insulto o amenaza a un policía se pueden sumar a los anteriores otros 30.000 euros.
España sufre las consecuencias de la política de estabilidad europea. Todo se desmorona: el Estado del bienestar, los derechos de los trabajadores, la educación, la sanidad. No obstante, mientras las cifras de la macroeconomía estén bien, Bruselas está satisfecha, y sobre todo la canciller Angela Merkel y su ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble. En los últimos tiempos se dice más y más que España está fuera de peligro y que está yendo hacia adelante con Europa y el euro. Es puro cinismo. Al contrario que los bancos, que se regocijan de que en España vuelve a circular el dinero, las personas se están empobreciendo.
Más de seis millones de parados, 10.000 pisos desalojados por la fuerza al mes, son solamente dos datos orientativos. Que ahora, además, las víctimas de esta política y los que protestan contra ella vayan a ser castigados con multas disparatadas deja a uno sin habla.
«Contra la dictadura de los mercados», dice uno de los eslóganes que se enarbolan en las manifestaciones. Es más que un dictado. España se encuentra en el camino a una dictadura. Cierto, no ha habido ningún golpe de Estado y el Parlamento todavía existe. Pero éste ya no defiende los derechos de los ciudadanos. Y Bruselas mira para otro lado, como en el caso de Hungría.
Por miedo a la opinión de los ciudadanos, o mejor dicho súbditos, la UE ya no quiere permitirse una democracia. Con esto, una radicalización y un aumento de la enemistad hacia la EU están programadas de antemano.
Reiner Wandler nació en 1963 en Baden-Baden, localidad situada en la Selva Negra alemana. Trabajó como corresponsal en España, Portugal y el Norte de África para distintos medios alemanes. Llegó a Madrid en 1992 para estudiar con una beca y desde entonces no ha vuelto a marcharse.
Fuente: http://www.taz.de/!127899/
rCR