Si usted lee las revistas económicas o las páginas económicas de la prensa diaria de los países de la Unión Europea (UE.), incluyendo las de España, verá gran número de artículos de economistas liberales que atribuyen el elevado desempleo en la mayoría de países de la UE a una supuesta «rigidez» de los mercados laborales […]
Si usted lee las revistas económicas o las páginas económicas de la prensa diaria de los países de la Unión Europea (UE.), incluyendo las de España, verá gran número de artículos de economistas liberales que atribuyen el elevado desempleo en la mayoría de países de la UE a una supuesta «rigidez» de los mercados laborales europeos y a lo que consideran ser una «excesiva» generosidad de la protección social en aquellos países. Lo que hay que hacer para disminuir tan elevado desempleo es, según tales autores, seguir el «modelo liberal» de EE.UU., es decir, desregular los mercados de trabajo (disminuyendo los costes del despido del trabajador, entre otras medidas desreguladoras) y reducir la protección social, tal como hace EE.UU., donde el gasto público social (18% del PIB) es mucho más bajo que el promedio de los países de la Unión Europea de los Quince (28%). La desregulación de los mercados de trabajo y la escasa protección social existentes en EE.UU. es la causa -según tales economistas liberales- de que el desempleo en EE.UU. sea menor que el existente en el promedio de los países de la UE-15. El problema que tal explicación tiene es que los datos no lo confirman. Ello no es obstáculo, sin embargo, para que tal interpretación de las causas del desempleo en la UE-15, incluyendo España, haya adquirido la categoría de dogma en los círculos económicos y financieros europeos (incluyendo los españoles). Y como todos los dogmas, se reproduce a base de fe, en lugar de evidencia empírica. Veamos los datos.
El primer dato, de carácter aclaratorio, es que el Estado de EE.UU. no es un estado liberal. Hablar de «modelo liberal» cuando se habla del gobierno federal de EE.UU. es mostrar un profundo desconocimiento de tal estado. El estado federal estadounidense es profundamente intervencionista en las áreas económicas, teniendo un comportamiento típicamente keynesiano. Y ello ha sido así desde tiempos del Presidente Roosevelt, cuando éste estableció el New Deal como manera de resolver la Primera Gran Depresión Mundial a principios del siglo XX. El New Deal fue la intervención federal que se basó en un gran crecimiento del gasto público como manera de aumentar la demanda de productos y servicios por parte de la población -y muy en particular de las clases populares- a fin de estimular el crecimiento económico (el gasto público en el New Deal alcanzó un 56% del PIB). Tal estímulo fue facilitado por el establecimiento del Banco Central Estadounidense (el Federal Reserve Board) que siempre tuvo como objetivo el estimular el crecimiento económico y la creación de empleo a partir de garantizar intereses bancarios bajos, fácilmente accesibles a las empresas y a las personas. Es más, el aumento del gasto público se hizo, en parte, a base de aumentar el déficit del presupuesto del estado, permitiendo un incremento de la deuda del estado. Y el New Deal inició otra práctica keynesiana, la intervención de apoyo a las empresas incluyendo medidas altamente proteccionistas.
Estos componentes keynesianos han estado presentes en todas las políticas públicas de todos los gobiernos federales tanto republicanos como demócratas. Franklin Roosevelt y Harry Truman aumentaron el gasto público permitiendo un elevado déficit del estado federal, con el consiguiente crecimiento de la deuda pública. Más tarde, el Presidente Eisenhower combatió la recesión a base de establecer el Programa Federal de Carreteras, el Federal Aid Highway Act, que construyó la red de carreteras federales existentes en EE.UU., red que se construyó, en parte, a base de aumentar el déficit público hasta un 6% del PIB.
Un tanto semejante ocurrió con el Presidente Nixon, que explícitamente se definió como keynesiano. E incluso el mal llamado padre de la revolución liberal, el Presidente Reagan, aumentó el gasto público significativamente (primordialmente en la industria militar), aumentando los impuestos (no sólo una, sino dos veces), siendo el Presidente que los aumentó más en tiempos de paz en los últimos cincuenta años. Disminuyó los impuestos del diez por ciento de renta superior del país, pero los aumentó para la mayoría de la población. Y financió el aumento del gasto público también a través del incremento del déficit público que alcanzó un 6% del PIB. Tal como indicó su Ministro de Defensa, el gobierno federal tenía la política industrial más avanzada del mundo capitalista, lo cual realizaba a través del gasto público militar. Un tanto semejante ocurrió con los presidentes republicanos Bush padre y Bush hijo, cuando el déficit federal alcanzó (en ambas administraciones) niveles superiores al 6% del PIB. Durante todos estos años las ayudas públicas a las empresas y al mantenimiento de la infraestructura del país alcanzaron un 7,1% del PIB, el porcentaje mayor en la OECD. Y hoy estamos viendo como el Presidente electo Obama está proponiendo (resultado de una enorme presión popular) como medida de resolver la enorme recesión un enorme incremento del gasto público federal (de hasta 800.000 millones de dólares), gasto que tendrá lugar no en las áreas militares, sino en infraestructuras de transporte y en servicios públicos como sanidad y escuelas públicas, así como en empresas de carácter ecológico, financiándose tal aumento con impuestos sobre los sectores más pudientes de la sociedad y con un incremento del déficit del estado que alcanzará más de un 7% del PIB. Por lo general, el keynesianismo estadounidense ha sido más militar que social. Es decir, el gasto público social se ha invertido en las industrias militares, pero el sentir popular antimilitar está forzando un cambio de las inversiones hacia las empresas sociales y ecológicas.
Es este aumento del gasto público en inversiones en tiempos de recesión, permitiendo un elevado déficit, lo que ha permitido a EE.UU. tener un desempleo relativamente bajo a lo largo de su historia en el siglo XX. Ahora bien, estas políticas keynesianas contrastan con las políticas liberales de la Unión Europea que a través del Pacto de Estabilidad limita el gasto público, no permitiendo un déficit del Estado por encima del 3% del PIB, y que (junto con la política de disminuir los impuestos) ha forzado una reducción del gasto público. Esta reducción de gasto y la política del Banco Central Europeo de mantener unos intereses bancarios altos, son la causa del bajo crecimiento económico y alto desempleo en la UE-15. Esta es la razón de que la UE tenga un desempleo mayor que EE.UU. Y la mejor prueba de ello es que los países miembros de la UE-15, que durante el periodo 1950-1980 habían tenido un desempleo menor que EE.UU., pasaron a tener un desempleo mayor a partir del establecimiento del Pacto de Estabilidad y de la creación del Banco Central Europeo. El hecho de que EE.UU. no haya seguido las políticas liberales de la UE (a EE.UU. no se le hubiera permitido entrar en la UE) es la causa de que su desempleo sea menor.
El mantenimiento del liberalismo en la estructura institucional de la UE es la causa de que el desempleo aumentará mucho más en la UE durante la crisis actual que en EE.UU. Conociendo la fortaleza del dogma liberal de la UE en los medios económicos y financieros europeos (y españoles), puedo predecir que el Consejo de la UE, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo continuarán diciendo que hay que desregular el mercado de trabajo y reducir la protección social para disminuir el desempleo, intervenciones que empeorarán en lugar de mejorar la situación actual. Lo que se requiere es un cambio muy sustancial de las prácticas liberales institucionalizadas en la Comisión Europea y en el Banco Central Europeo, para recuperar las prácticas que abandonaron cuando se estableció la Unión Europea.