Que Estados Unidos tiene una estrategia continental de dominación, y que se dispone librar una aventura militar contra los pueblos de América Latina, lo hemos dicho en diversas ocasiones. Algunos, nos tomaron en serio y ratificaron una voluntad antiimperialista que debe concretarse ahora. Otros, en cambio guardaron silencio, quizá con la idea que nuestra afirmación […]
Que Estados Unidos tiene una estrategia continental de dominación, y que se dispone librar una aventura militar contra los pueblos de América Latina, lo hemos dicho en diversas ocasiones.
Algunos, nos tomaron en serio y ratificaron una voluntad antiimperialista que debe concretarse ahora. Otros, en cambio guardaron silencio, quizá con la idea que nuestra afirmación era exagerada, y respondía al clásico estilo de confrontación de lo que ellos llaman «la izquierda tradicional».
Los hechos, sin embargo, nos van dando la razón de manera constante. La agresividad imperialista contra nuestros países se manifiesta de manera constante; y hoy se concreta, en el Perú, con el autorizado ingreso de un verdadero ejército de ocupación integrado por alrededor de 4,000 soldados, que se emplazarán en nuestro suelo bajo el pretexto de «combatir el narcotráfico y el terrorismo».
Para situar las cosas en el corto plazo, cabe citar que el 29 de enero pasado, en una decisión casi oculta, que se filtrara recientemente a las redes sociales, el Congreso de la República autorizó el ingreso de tropas y personal armado de los Estados Unidos en territorio peruano, ateniéndose a un cronograma muy preciso. Y elaborado de común acuerdo por «ambas partes».
Los Partidos y fuerzas que integran hoy el Congreso, y cada uno de los parlamentarios en particular, tienen la obligación de dar cuenta cómo opinaron y cómo votaron la decisión que hoy se conoce.
Se sabe, por lo pronto, que ya el 1 y el 15 de febrero, pisaron nuestro suelo dos contingentes militares, enviados por el Pentágono. El primero, integrado por 58 soldados; y el segundo por 67. Ambos permanecerán aquí hasta febrero del 2016 en la tarea de «entrenar a los institutos armados peruanos en el cumplimiento de operaciones especiales»
Pareciera que en materia de «operaciones especiales» los soldados peruanos son algo menos que neófitos. Carecen de la experiencia de combate que ha adquirido el ejército norteamericano luego de las prolongadas guerras de Vietnam, la Península Indochina y el Medio Oriente.
Probablemente, Afganistán, o Irak, han acrecentado tanto el bagaje militar del ejército yaqui que considera su deber compartirlo con sus hermanos latinoamericanos con la idea de extender hasta aquí prisiones clandestinas como las de Bagdad o Guantánamo, en las que la tortura y la muerte constituyen pan del día.
Sin embargo, estos efectivos, que ya están aquí, no son nada en comparación con lo que habrán de arribar a nuestras costas en septiembre próximo.
Desembarcarán, en nuestra primavera 3,200 soldados yanquis, que -por el armamento que usan, la experiencia que tienen y la preparación que poseen- constituirá un verdadero ejército de ocupación. De este modo se cumplirán los acuerdos entre estos dos países, laboriosamente trabajados desde hace algunos años.
La ejecución de estos planes, pondrá en evidencia que las constantes visitas del Secretario de Defensa de los Estados Unidos al Perú, y las del Jefe del Comando Sur de ese país; no eran visitas protocolares, ni turísticas. Tenían un claro contenido guerrerista que hoy nadie puede ocultar.
Es legítimo preguntarse entonces ¿qué mueve al gobierno de los Estados Unidos a desplegar en nuestro territorio esta vasta acción militar?
¿Qué está ocurriendo en este continente, que hace que la primera potencia militar del mundo decida abrir fuego contra los peruanos?
¿A dónde apuntan realmente los fusiles yanquis que dispararán en el VRAE y otras zonas cordilleranas de América?
Si miramos, aunque sea sólo a vuelo de pájaro lo que ocurre en esta parte del mundo, veremos que arrecia la lucha antiimperialista de nuestros pueblos.
Que ella se expresa en demandas concretas: Respeto a la Independencia de nuestros países, vigencia plena de la Soberanía Nacional, recuperación de las riquezas básicas, y protección de la biodiversidad; en un mundo en el que los recursos hídricos y los productos naturales, se convierten en fortaleza de supervivencia para la humanidad entera
Hace ya un buen rato que Estados Unidos esta buscando la manera de intervenir militarmente en Venezuela y acabar a sangre y fuego con el proyecto bolivariano liderado históricamente por el Comandante Hugo Chávez, y que hoy conduce Nicolás Maduro, acosado por una brutal campaña de desprestigio y violencia desatada por las fuerzas más reaccionarias de nuestro continente.
Por lo pronto, desembarcar tropas en el Perú, y lograr que esto sea admitido pacíficamente por la comunidad internacional, sería un modo de afirmar la idea de que es normal que Estados Unidos recurra a este procedimiento en América: y que podría hacerlo mañana en Venezuela, o en cualquiera otra parte.
Quien tiene licencia para matar, puede hacer uso de ella en cualquier circunstancia.
Bolivia, o Ecuador bien podrían recordar el dicho aquel: cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar; porque la advertencia yanqui se proyecta también hacia la zona altiplánica -contra Evo y la multicultural Bolivia- y la región más al norte, donde las acciones del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa no cuentan precisamente con el beneplácito de Washington.
El argumento que se usa para justificar a intervención militar norteamericana, es la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Esta es una vieja y falsa cantaleta. En 1965 se puso en boga cuando la administración Belaúnde Terry aceptó la denominada «Operación Ayacucho», que no tuvo resultado alguno.
Joy, el combate contra el Narcotráfico en el Perú está virtualmente a cargo de la DEA desde hace muchos años. Y de resultas de ello, el Perú se ha convertido en el primer productor mundial de PBC. Antes de la DEA, nunca tuvimos tal privilegio
¿Hasta dónde escalaremos con la «estrategia de ahora? ¿Tal vez hasta la expansión de los cultivos de droga trayendo aquí el Hashis de Afganistán, o el Opio de otras latitudes? ¿Será eso lo que busca la administración norteamericana para lanzar tropas en nuestro suelo en lo que bien podría ser el reto para una nueva Batalla de Ayacucho?
Pero la estrategia de dominación yanqui va incluso más allá: Busca enfrentar a unos pueblos con otros y a gobiernos de los que, en mayor menor escala, desconfía.
No tendríamos que ser particularmente perspicaces para intuir que tras el «operativo de espionaje» chileno contra el Perú recientemente denunciado, esté la aviesa mano de los servicios de inteligencia yanquis, que bien podrían montar operativos de ésta, y otra magnitud, incluso a espaldas de los gobiernos, valiéndose de la infiltración en los servicios secretos que ellos manipulan
A los pueblos de nuestro continente corresponde actuar con la firmeza y la consecuencia requerida, en una circunstancia en la que está de por medio la supervivencia del continente, agredido por la barbarie imperialista.
A comienzo de los años 30 del siglo pasado, en otro contexto y también en otras condiciones, Augusto C. Sandino dijo de manera categórica: «La soberanía de los Estados, no se discute. Se defiende con las armas en la mano»
En algunas semanas más, los peruanos evocaremos el 200 aniversario del fusilamiento del joven poeta Mariano Melgar, caído en manos del ejército colonial español luego de la batalla de Umachiri ¿Será su recuerdo motivo de afirmación patriótica que lleve a nuestros jóvenes de hoy a levantar esa misma bandera?
En todo caso, el deber de cualquier `patriota es asumir su compromiso con la historia y denunciar lo que constituye una verdadera agresión amada contra el Perú y su pueblo.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.
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