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¿Por qué los odiamos?

Fuentes: Peacepalestine

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Cuando llegué hace unos trece años a Gran Bretaña, encontré un lugar muy tolerante. Me quedé asombrado al ver a tantas personas de tantos colores viviendo no sólo juntos y en paz, sino en una completa armonía. En la Universidad de Essex, la institución donde cursaba mis estudios de posgrado, todos éramos entusiastas del poscolonialismo. Los británicos, así me parecía en aquella época, estaban arrepentidos de su penoso pasado colonial. Estaba ligeramente impresionado pero no totalmente abrumado. Al final, no es tan difícil denunciar los crímenes de tus abuelos.

Me quedé asombrado al ver a los turcos y a los chipriotas abriendo tiendas de comestibles de lado a lado en la Línea Verde. Mi primer compañero de habitación era un estudiante palestino de Beit Sahour que cursaba un máster; todo se veía natural. No pasó mucho tiempo antes de que yo me enamorara de la ciudad y decidiera convertirla en mi hogar permanente.

En aquel momento Gran Bretaña era muy diferente del lugar del que venía. En mi patria el paisaje humano estaba oficialmente reducido a dos tipos. Había siempre una división clara entre el «bueno» y el «malo», una cruda oposición binaria, entre «nosotros» y «ellos», «Oriente» y «Occidente» o simplemente los «judíos» y los «árabes». En el lugar de donde venía, la paz ni siquiera se divisaba en el horizonte. Pero en el Londres de los años noventa no existía esa dicotomía. Lamentablemente esto ha cambiado. Todos los días nuestros medios de comunicación descargan y repiten la misma pregunta idiota: «¿Por qué nos odian tanto?» Ahora, está bastante claro, la oposición binaria entre «nosotros»‘ y «ellos» ha logrado ser también una parte integrante del discurso británico.

Cuando me trasladé aquí, a principios de los noventa, la política británica era muy aburrida. John Major estaba en el poder. Pero entonces, no antes, un político joven, dinámico y visionario lo apartó del cargo. Este político es un hombre que sólo en diez años se las ha arreglado para demoler una de las sociedades más armoniosas de Occidente. Tony Blair, la nueva gran promesa del laborismo, ha gobernado el país durante una década; se las apañó para arrastrar este país a todos los conflictos posibles y para elevar conflictos menores a niveles de crisis. Se las ha compuesto para mentir repetidamente a su pueblo, al parlamento y al gabinete, ha lanzado una guerra ilegal que ha costado más de 700.000 vidas civiles inocentes. Obviamente no vio el impacto que esas guerras podían tener en su multiétnica sociedad doméstica.

Blair acaba de dejar el cargo de Primer Ministro, gracias Dios, sin embargo, este país está ahora al borde del derrumbamiento moral. Su sistema de derechos civiles está gravemente amenazado. Los políticos de todos los partidos están exigiendo leyes de detención más duras. La posibilidad de deportación en masa de nuevos inmigrantes no parece una pesadilla remota. Aun así, lo más inquietante es el papel de los medios de comunicación «libres» de este país. Los principales periódicos y la televisión están sucumbiendo de bastante buena gana a la línea gubernamental oficial de pensamiento. Es algo que me recuerda demasiado a los reclutados medios de comunicación de mi patria condenada a la ruina, el lugar de donde salí hace trece años.

Me pregunto, ¿cómo se atreven los medios de comunicación a preguntar «¿por qué nos odian?» ¿No saben la respuesta? ¿No la sabemos nosotros? ¿No fuimos los que destruimos Iraq? ¿No fue nuestro primer ministro, Tony Blair, quien dio luz verde a los israelíes para arrasar Líbano? ¿No fue el gobierno de Tony Blair el que desechó a Hamás, democráticamente elegido en Palestina? ¿No fue Blair quien permitió a los israelíes matar de hambre a Gaza?

Para aquéllos que todavía no se han enterado, matar es bastante simple, convertir ciudades en montones de escombros tampoco es tan complicado. No obstante, criar a un niño puede tardar unos años, construir una ciudad lleva cientos y establecer la armonía entre los seres humanos miles. Debemos parar las mentiras de otros y las nuestras. Sabemos perfectamente bien porqué nos odian, tienen algunas buenas razones. Tal como están las cosas por el momento, nosotros somos los que los estamos matando en masa. Somos nosotros los que demolemos sus ciudades y pueblos y matamos a sus hijos.

Así, en lugar de plantear la patética pregunta, «¿por qué nos odian?» Mejor deberíamos huir de nuestro método autojustificativo y preguntarnos, «¿por qué los odiamos tanto?», o incluso, «¿por qué odiamos tanto?», en general.

Para traer la paz a Londres, Glasgow, Gran Bretaña y Occidente hay que mirarse en el espejo, ver nuestra grave y devastadora maldad, reparar el daño que han hecho Blair, Bush y compañía y revisar el sueño de la sociedad ecuménica occidental. Es posible. Está dentro de nuestras capacidades. Hemos estado exactamente allí no hace tanto. Lo recuerdo muy bien, hace sólo trece años, lo sentí cuando aterricé en Gran Bretaña.

Original en inglés: http://peacepalestine.blogspot.com/2007/07/gilad-atzmon-why-do-we-hate-them.html

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.