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La Universidad de la Sapienza de Roma ocupada y movilizada

¿Por qué no construimos juntos la huelga general?

Fuentes: Il Manifesto

Traducido del italiano para Rebelión por Antonia Cilla


Después de la extraordinaria jornada del 30 tomemos de nuevo la palabra. La ola se ha transformado en una enorme marejada que ha invadido la ciudad de Roma: estudiantes, profesores, investigadores, docentes universitarios, niños, una alianza sin precedentes que quiere poder decidir sobre su presente y su futuro. Miles de estudiantes se han manifestado en toda Italia. No ha sido solamente una huelga de los sindicatos confederales, así como tampoco el 17 de octubre se trató simplemente de una huelga de los sindicatos de base: en los dos casos ha habido una explosión social desbordante, incontenible en las siglas como en las plataformas. Es el mundo de la enseñanza, en cuanto tal, que ha tomado la calle y bloqueado el país para pedir la suspensión inmediata de la ley 133 y el D.L. 137, ahora convertido en ley. La ola anómala de La Sapienza y la movilización de todas las universidades italianas han contribuido a la marejada. Hemos sido parte, aún siendo independientes de los sindicatos; hemos construido desde abajo nuestra participación, facultad por facultad, universidad por universidad.

Sobre la base de este resultado, nos preguntamos cómo transformar la potencia de la huelga general en un instrumento de conflicto continuativo ante un gobierno que no sólo parece poco interesado en dialogar sino que usa la amenaza, la arrogancia, las provocaciones neofascistas como respuesta a los movimientos (la defensa de los grupos violentos del Bloque estudiantil, sigla vinculada a la asociación, de clara inspiración neofascista, «Casa Pound», lo dice todo). La retórica de la minoría o de los facinerosos no se sostiene ante la fuerza de los hechos: cada día decenas de miles de estudiantes toman la calle, se dan lecciones al aire libre, se hacen seminarios en las ocupaciones, se bloquea la circulación, se realizan acciones de protesta creativa, se ocupan centenares de facultades y escuelas. Minoría es el gobierno, su hostilidad contra la democracia y las grandes instituciones públicas de la enseñanza.

Respecto a lo que está sucediendo en el terreno de los convenios, nos parece evidente presentar una propuesta que no habla de la conjunción tradicional entre el mundo de la formación y el del trabajo, sino que prueba a nombrar, con formas comunes, la respuesta y la oposición social a las políticas del gobierno, la arrogancia de Confindustria, las medidas con las que quieren hacer pagar la crisis económica global a los estudiantes, los precarios y los trabajadores.

Nos parece que ésta es la ocasión para promover una huelga general «coordinada y continuativa» que, sector por sector, bloquee el país y la producción de riqueza. «Nosotros no pagaremos vuestra crisis» es uno de los eslóganes que va de boca en boca y del que está emergiendo una revuelta generacional sin precedentes. Las siglas sindicales (confederales y de base), independientemente de sus divergencias programáticas, deberían tener la capacidad de comprender lo que está sucediendo en el país y qué demandas de ruptura y transformación se están enraizando y extendiendo socialmente. Entender y actuar consecuentemente, y esa consecuencia no puede ser otra que la huelga general y generalizada.

Respecto al movimiento universitario y estudiantil, consideramos que es fundamental llevar a cabo las jornadas, del 7 y el 14 de noviembre, lo mejor posible: por una parte, la movilización en cada ciudad, y por otra, la gran manifestación nacional en Roma. En los dos casos es necesario hacer un esfuerzo organizativo importante, pero sobre todo para el 14 se requiere el compromiso de todas las universidades que están movilizadas. En primer lugar debemos actuar de modo que la manifestación salga lo mejor posible, incluso porque, con mucha probabilidad, se tratará de un momento decisivo de oposición y conflicto no sólo por la ley 133 sino también por el proyecto de reforma orgánica de la universidad prometido por Gelmini y que se hará público a finales de la próxima semana. En segundo lugar tenemos que hacer posible, y por lo tanto organizarnos, el traslado de miles de estudiantes: iniciar de inmediato una negociación sobre la movilidad es fundamental.

Por último, pensamos que las jornadas del 15 y 16 de noviembre son la gran ocasión, y las más oportunas, para hacer un debate asambleario nacional en Roma: al final del día anterior sería posible que muchos se quedaran en las facultades ocupadas de La Sapienza y poder participar en el debate y extenderlo a las escuelas y estudiantes de enseñanza media movilizados. Pensamos en una asamblea que se plantee, en primer lugar, el objetivo de garantizar la extensión y duración de este movimiento extraordinario, lo que significa principalmente discutir sobre los contenidos y prácticas de lucha: cómo calificar y poner en primer plano el tema de la auto reforma; qué tipo de relación se puede establecer con las realidades sindicales y la experiencia de lucha del trabajo precario; cómo dar continuidad a las acciones de conflicto y bloqueo a la ciudad; cómo transformar la movilización contra la ley 133, y la eventual reforma, en movilización general contra la crisis económica. En segundo lugar, se intentará definir en el debate las formas y métodos de la ponencia nacional, asumiendo que no existen recetas y que las soluciones que se alcancen deben estar a la altura de la fuerza, la amplitud y la riqueza de este movimiento. Invitamos a todas las facultades ocupadas y a las universidades movilizadas a que definan propuestas e ideas para compartirlas y hacer posible que la asamblea sea la gran oportunidad para la expresión y la organización como señal de la autonomía y la irrepresentabilidad del movimiento estudiantil.