Las personas y entidades firmantes de este manifiesto, trabajadores y trabajadoras, diremos NO a la mal llamada «constitución» europea que se somete a referéndum el próximo día 20 de Febrero. Desde que el Estado español adhirió a la Comunidad Europea en 1986, los sucesivos Gobierno han querido que los trabajadores asociemos Europa a progreso y […]
Las personas y entidades firmantes de este manifiesto, trabajadores y trabajadoras, diremos NO a la mal llamada «constitución» europea que se somete a referéndum el próximo día 20 de Febrero.
Desde que el Estado español adhirió a la Comunidad Europea en 1986, los sucesivos Gobierno han querido que los trabajadores asociemos Europa a progreso y bien estar. Pero el hecho cierto es que desde entonces hemos vivido reconversiones permanentes, como muestra ahora los astilleros (IZAR); Arruinaron pueblos enteros y donde había fabricas que producían levantaron miles de viviendas para especular con ellas. Se generalizaron procesos de privatización en los servicios públicos esenciales como la sanidad, transporte, correos, telecomunicaciones. El trabajo fijo y con derechos ha ido siendo sustituido por la precariedad mas completa y con ella la carencia de derechos. Trabajamos cada vez más horas y vivimos hipotecados. En nombre de Europa y el progreso, son los bancos y las multinacionales los que se han llenado los bolsillos.
Ahora envuelven el texto de su constitución en frases grandilocuentes, y en medio de burlas mediáticas como las que preparan desde el «gran hermano», orquestan así un nuevo fraude en el que se nos va a pedir que votemos pero asegurándose que la inmensa mayoría de los trabajadores/as no conozcan que se vota. Se hace necesario recordar como también en medio de promesas de progreso y frases grandilocuentes nos colaron el Euro, y con él un verdadero asalto a nuestro poder adquisitivo.
Decimos no porque es una Constitución al servicio de las multinacionales. El principio de la «economía de mercado altamente competitiva» (Art. 3.3) que la constitución consagra significa que las multinacionales pueden hacer y deshacer a su antojo, moviendo sus capitales de acá para allá, deslocalizando empresas, cerrándolas después de haberse beneficiado de la exención de impuestos y las ayudas estatales públicas.
Decimos no porque esta constitución no garantiza el derecho al trabajo. El «derecho al trabajo» que de manera formal consagran las constitucionales nacionales es sustituido por la «la libertad y el derecho a trabajar».
Decimos no porque esta constitución significa más flexibilidad laboral. Mientras los trabajadores/as necesitamos trabajo digno y estabilidad laboral, el texto constitucional anuncia más flexibilidad, apostando por una mano de obra «formada y adaptable a unos mercados laborales capaces de reaccionar rápidamente» (Art. III 203).
Decimos no a una constitución que no armoniza los derechos sociales. Dicen que la constitución es un paso hacia la «Europa social». La realidad es la opuesta. No hay ninguna «armonización» que garantice un mínimo común de derechos laborales y protección social. Por el contrario todo queda en manos de los Gobiernos y cualquiera de ellos puede vetar el más mínimo paso en ese sentido. Para los capitalistas se trata precisamente de aprovecharse de las desigualdades actuales para enfrentarnos unos trabajadores con otros y en nombre de la «competitividad» imponer un retroceso generalizado de los ya escasos derechos laborales.
Decimos no a una «constitución» que se olvida de los jóvenes, las trabajadoras y trabajadores en precario. Los defensores de esta constitución la asocian a progreso, pero para millones de trabajadores jóvenes y/o de mujeres, el proyecto constitucional no abriga ni la menos esperanza de alcanzar un trabajo estable o un salario digno. Cuando se vienen recortando los escasos derechos que quedan ¿qué pueden esperar los que ni siquiera han gozado de esos derechos?
Decimos no porque con esta «constitución» pagaremos mas los que menos tenemos. En nombre de la «reducción del déficit público» se recortan prestaciones sociales, pensiones, vivienda protegida, escuela, sanidad o transporte público, mientras el Banco Central queda libre de todo control y los Gobiernos europeos compiten por ver quien rebaja mas los impuestos a los empresarios con la excusa de atraer» las inversiones.
Decimos No a la «constitución» que no garantiza los servicios públicos. Si bien recoge en la Carta de derechos que «Toda persona tiene derecho a la educación y al acceso a la formación profesional y permanente». «Toda persona tiene derecho a la prevención sanitaria y a beneficiarse de la atención sanitaria en las condiciones establecidas por las legislaciones y prácticas nacionales» . Al definirse y ejecutarse todas las políticas y acciones de la Unión se garantizará un alto nivel de protección de la salud», etc. Estos derechos sólo pueden ser garantizados con el establecimiento de servicios públicos. Y hay que tener en cuenta que estos y otros servicios públicos están sometidos desde hace años a las políticas que emanan del Pacto de Estabilidad, caracterizadas por los recortes del gasto público, al Acuerdo General del Comercio de Servicios (AGCS) y, si se llega a aprobar, a la directiva Bolkestein, que obligará a su desmantelamiento como servicios públicos. El Tratado Constitucional al mantener un mercado interno altamente competitivo y no reconocer los servicios públicos realmente, ya que los considera «servicios económicos de interés general», está impulsando su privatización.
Decimos no a la «constitución» que levanta un muro de la vergüenza contra los trabajadores/as inmigrantes. Mientras las multinacionales y los Bancos se reservan el derecho a expoliar el planeta, a los trabajadores inmigrantes se les cierran las fronteras con las Leyes de extranjería y se les niegan los derechos más básicos. Ni siquiera tendrán derechos iguales al resto de los trabajadores sino «equivalentes»
Decimos no a la «constitución» de la OTAN y la guerra. Mediante eslóganes tan generales como cínicos quieren hacer creer que esta constitución es un contrapeso de Europa frente a los EEUU, pero la constitución deja bien claro que «la política exterior y de defensa se ajustará» a los compromisos y decisiones de la OTAN «que seguirá siendo el fundamento de su defensa colectiva y el organismo de ejecución de esta». Y que sepamos quien manda en la OTAN es Bush y los EEUU.
Decimos no a una «constitución» antidemocrática. Fue elaborada a espaldas de los trabajadores y la población y una vez aprobada el mecanismo constitucional exige la unanimidad para las correcciones del texto lo que hace prácticamente imposible que sea modificado. El mismo referéndum no deja de ser un fraude en el que el Gobierno y los partidarios del SI se han asegurado el monopolio de los medios de comunicación.
¿Qué podemos esperar, las trabajadoras y trabajadores de una «constitución» que no reconoce el derecho de Huelga a nivel europeo y lo limita por tanto dejándolo al amparo de las restrictivas normativas de cada país?
Llamamos por tanto a todos los trabajadores y trabajadoras a rechazar esta constitución manifestando un rotundo NO el próximo día 20 de Febrero. Les llamamos a difundir en los centros de trabajo esta hoja así como a participar de todas las actividades convocadas por la Plataforma por el NO a la Constitución Europea. Y llamamos a los trabajadores/as afiliados a exigir de los representantes de sus Sindicatos que se organicen asambleas en los centros de trabajo y en los locales sindicales para que se informe y debata sobre los contenidos y el alcance del referéndum del 20 de Febrero, modificando la actual posición de los que van a defender el si en el referéndum por un NO a dicho tratado constitucional por lo que de perjudicial tiene este para los trabajadores/as
Por la Europa de los trabajadores/as y los pueblos
29/11/2004
Plataforma de trabajadoras y trabajadores por el no