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Golpe de Estado en Honduras

Posible diálogo entre el carpintero Jesús con su eminencia reverendísima santidad, cardenal Óscar Andrés Rodríguez

Fuentes: Rebelión y Tlaxcala

– Buenos días, su eminencia, ¿puedo hablar un par de minutos con usted? – Ajá, ¿qué se te ocurre, muchacho? Claro, hablá, que no tengo mucho tiempo – Disculpe, reverendísima santidad, solo quería preguntarle ¿cómo está?… Si está bien después de tanto romano, tanto judío suelto en estas tierras humildes de nuestro padre…. – Pues […]

– Buenos días, su eminencia, ¿puedo hablar un par de minutos con usted?

– Ajá, ¿qué se te ocurre, muchacho? Claro, hablá, que no tengo mucho tiempo

– Disculpe, reverendísima santidad, solo quería preguntarle ¿cómo está?… Si está bien después de tanto romano, tanto judío suelto en estas tierras humildes de nuestro padre….

– Pues mirá, sólo uno cuantos revoltosos que andan allí gritando como locos, pobres diablos…

Pero son hijos nuestros también…

Serán tuyos, yo nunca me casé….

Dígame su eminencia, como puede dormir pensando en la sangre derramada…

¿Cuál sangre? Ha de ser agua teñida, así como cuando le ponen lágrimas a la Virgen para martirizar la fe…

Pero eminencia, por qué no es humilde y acepta que esto es una barbarie, matar a gente sólo por mantener el orgullo fatal de un par de ricos… ¿No creé que le hace daño ante el pueblo?….

Esa es chusma, no creas, Jesús, a veces así quieren estos miserables, son comunistas, además…

No, eminencia, a mí me acusaron de lo mismo y heme acá, un pobre hombre que ha bajado de la cruz, sólo para venir hasta acá, cruzarme entre la gente de afuera, a pie he venido desde mi cielo perdido, he andado por todo Honduras, buscándote…

Vos me buscás donde no me llevo, por eso te perdés…

Es que creí que lo podría encontrar en la casa de Juan, el albañil, pasé por donde Martita, la de la pulpería, y fui al mercado, a los barrios, a los arrabales de San Pedro Sula, pase por Choloma, por Cortés, en las líneas del tren de Baracoa, en las bananeras de La Lima, en los barracones de campo Guaruma 2, Tacamiche y en las orillas del rio Ulúa, y nada, nadie me dio razón de usted su eminencia… Pasé por Choluteca y en el parquecito triste aquel de la Mercedes me senté a ver pasar la tarde, pregunté por usted y nadie supo darme ningún mensaje, ninguna dirección, un borracho me dijo que me cruzara por los burdeles de Monjarás y nada, pasé por Nacaome y en medio de aquel infierno de calor pensé encontrarlo pero tampoco fue así…

¡Pero Jesús! ¿Cómo se te ocurre buscarme en burdeles? Allí no es mi sitio, menos en casa de la chusma, que ni comen los tres tiempos, gente sin educación que ni siquiera tienen internet.

Perdone su eminencia, es que pensé que allí podía encontrarlo para charlar de estas cosas, pero en mi desesperación en hallarlo fui hasta Copán, los chortiés ni saben quién es usted, y en la montaña de la flor más bien me dijeron que me persignara si lo buscaba, y en Olancho, en cada aldea y cada pueblo, me dijeron que no saben nada de usted, sólo en TV lo conocen y un niño dice que lo ha visto en las revistas de la alta sociedad, pero mi sencillez y me pobreza no me da para comprarme una revista de ésas, por fin acá en Tegucigalpa di con usted, santífica y consagrada eminencia…

Ajá, ¿y cómo distes al fin?…

En el centro de Tegucigalpa está la catedral, quise entrar pero, ya ve, con estas ropas de pobre, un grupo de policías antimotines me revisaron pegado a una pared y me regresaron, me dijeron que la basura no entra allí, además mi barba los asustó y sacaron las armas, me trataron de terrorista, mi pobreza me delató como supuesto subversivo. Pero un policía al que supongo que le di lastima me dijo que te buscara en esta mansión… lindo jardín, lindos árboles….

Si, así es el costo de mi sacrificio por la fe apostada en mi pueblo.

Sí, su santidad y eminencia, muy linda su casa, parece el edén del paraíso…

Ajá, bueno y… dime, ¿en qué te puedo servir? Recordá que por mis delicadas y múltiples funciones no tengo todo el tiempo del mundo…

Sólo saber si está bien, porque me preocupa que uno de mis hermanos esté en problemas….

Jesús, por Dios Santo, yo no tengo problemas, allá afuera hay más de 20 militares que me cuidan…

Sí, su eminencia, pero hay algo más, ¿cómo está su espíritu? Me parece que está quebrado, lo veo destrozado….

No, Jesús, mi espíritu es más fuerte que los bancos que gentilmente patrocinaron la transición constitucional… Además, soy un hombre de fe, fortaleza y amor, mis raíces están en la fuerza del espíritu y no en las débiles bases del pueblo pobre, que se tambalea en sus delirios democráticos….

¿Por qué fue el golpe de Estado?, su eminencia…

¿Cuál golpe? Fue una sucesión constitucional…

Bueno, lo que haya sido.

Hummm… para no hacerte largo el cuento, el tal Zelaya quería violar los artículos pétreos de la constitución…. Por eso se le dio su lección y se le sacó del país, así se evitó derramar sangre…

Cardenal, pero… ¿para usted es más sagrada la constitución que la Biblia? Usted ha violado los versículos pétreos de la Biblia y los mandamientos, y acá está, nadie lo ha sacado de estos jardines y esta mansión, más bien lo cuidan….

¿Cuáles versículos, cuáles mandamiento?…

No matarás y ha matado con su silencio y su bendición a la represión; no mentir y has mentido en nombre de un templo y hasta le has puesto a la Virgen de los hondureños, capitana de las fuerzas armadas…

Ha llenado de odio a los compañeros que se matan afuera en la lucha de un patria digna y justa, usted tenía que estar allí en la lucha…

Espera, Jesús, vos no sos nadie para decirme lo que tengo que hacer… Además, soy un hombre de palabra divina, nadie viene al Padre si no es por la fuerza del fusil, así que… queremos evangelizar a esta chusma con los métodos democráticos de las bayonetas y dejar claro quién es el César y los leprosos de la miseria….

Santidad, ¿pero no cree que se ha negado seguir los pasos del Padre?, ni siquiera los de sus hermanos, como aquel que tenia su mismo nombre, Óscar Arnulfo Romero, que sí luchó con su pueblo en las horas más oscuras de El Salvador… Ni siquiera la de sus compañeros de acá mismo, como el padre Melo, el padre Tamayo, el padre Milla…

Y mirá como quedó Romero por andar de redentor en la propiedad privada de El Salvador, enterrado con «arena» quedó, y esos viejitos de acá, son sotanas rojas que han saltado la palabra y la fe en la convicción divina de la oración, por andar de sediciosos en las calles alentando la rebelión, mas no saben que en la iglesia está la hermandad… han cambiado el paraíso divino por la utopía popular.

Acaso santidad… ¿ésa no es la misión del pastor que protege a sus ovejas?…

Ésas son ovejas negras y rojas, hay que sacrificarlas…

¿Tantas por el becerro de oro de los amos?…

– Mirá, si venís a insultarme mejor te saco… ¡Guardias!  

No, santidad, podré salir de esta mansión, podrá echarme, pero no saldré de sus sombras, de su fallida conciencia púrpura, ni de su crucifijo, que lo ve con lágrimas de bronce…

No es bronce, es oro, mirá estos anillitos, ¿querés probártelos?

No, gracias, me hace daño, soy alérgico al oro ganado con el sudor de la frente ajena…

Bueno, ¿querés comer algo? Pasá, acá en mi mesa podemos compartir algo…

No, su santidad, yo quedé servido con la última cena, comparta esa comida, haga burritas, que le salen más de mil con ese banquete y se las da la gente que marcha bajo el sol, con hambre y sin sueldo de mercenarios, como dice su sacristán… o puede salir a la calle, como Moisés y abrir ese mar de sangre y hacer cruzar la paz…o como Noé, puede construir el arca de la cordura y meter a tanto animal perturbado de poder… puede usted, eminencia, amparar a este país del diluvio de la furia y de la ambición…

Mirá, Jesusito, deberías de irte mejor, sos mal agradecido, aún cuando te invito a la casa de Dios…

No me ha invitado, lo he venido a buscar, y ésta no es la casa de Dios, éste es un nido de «cobras», Dios no está acá, Dios está en la calle, luchando también, porque a Él le duele que este pueblo sea negado tres veces y condenado el justo y premiado el barrabás constitucional…

Me voy por donde vine, por ese portón eléctrico, gigantesco, pero muy pequeño para usted, eminencia, recuerde que ese será el único portón que verá en la vida, así de grande, los demás portones que encuentre serán muy pequeños, el del cielo incluso…

Buenos días, su eminencia… y lea Isaías 55,8

Dios lo bendiga…

Óscar Andrés Rodríguez y Jesús de Nazaret

Allan McDonald es dibujante hondureño.