Al menos dos campesinos resultaron heridos de bala este miércoles tras un ataque de presuntos paramilitares, perpetrado contra una población rural del norte de Guatemala, según reseñó la prensa local. Algunos testigos presenciales señalaron que los atacantes forman parte del grupo de seguridad del ingenio azucarero Chabil Utzaj, propietario de la finca Paraná ubicada en […]
Al menos dos campesinos resultaron heridos de bala este miércoles tras un ataque de presuntos paramilitares, perpetrado contra una población rural del norte de Guatemala, según reseñó la prensa local.
Algunos testigos presenciales señalaron que los atacantes forman parte del grupo de seguridad del ingenio azucarero Chabil Utzaj, propietario de la finca Paraná ubicada en el municipio de Panzós, departamento de Alta Verapaz, donde permanecían los campesinos.
Precisaron que los afectados fueron identificados como Martin Tec May, de 35 años y Carlos Ical, de 70 años, quienes sufrieron varias heridas de bala cuando los agresores dispararon en contra del grupo de unas 22 familias de campesinos indígenas que se habían instalado en las afueras de la finca.
La asentada era para protestar ante la carencia de tierras para vivir y trabajar.
El hecho causó conmoción a nivel nacional y la Secretaría de Comunicación de la Presidencia guatemalteca lamentó en un comunicado el suceso.
El ente gubernamental también demandó de la Fiscalía «una investigación profunda, para determinar quiénes son los responsables de este ataque y evitar que grupos armados actúen al margen de la ley».
«Situaciones como esta ponen en peligro el Estado de Derecho», agregó el texto del comunicado.
De acuerdo con los medios locales, el hecho ocurrió exactamente en una zona conocida como el Valle del Polochic.
En esa misma localidad, el pasado 15 de marzo un campesino murió al enfrentarse con agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y soldados que los desalojaron de unas fincas privadas que mantenían ocupadas desde hace varios meses.
La versión de las víctimas de este miércoles detalló que los atacantes, además de dispararles, quemaron las covachas (carpas) y otras pertenencias de las familias.
«Se movilizaban en vehículos privados todoterreno y permanecieron en el área más de una hora», expresó uno de los testigos.
Decenas de fincas privadas y del Estado son ocupadas por miles de campesinos pobres para presionar al Gobierno guatemalteco a que resuelva el histórico problema agrario que padecen.
A pesar de que las autoridades han presentado alternativas, los campesinos insisten en que deben darle tierras para vivir y trabajar.