La huelga del 19 de marzo próximo en Francia supondrá un medidor de fuerzas entre el Gobierno conservador de Nicolás Sarkozy, y el bloque de los sindicatos y partidos de oposición, en medio de una fuerte crisis económica. Aunque en los territorios franceses son habituales los paros y manifestaciones, la cercanía del segundo trimestre de […]
La huelga del 19 de marzo próximo en Francia supondrá un medidor de fuerzas entre el Gobierno conservador de Nicolás Sarkozy, y el bloque de los sindicatos y partidos de oposición, en medio de una fuerte crisis económica.
Aunque en los territorios franceses son habituales los paros y manifestaciones, la cercanía del segundo trimestre de contracción de la economía y, por tanto, el anuncio inminente de recesión colocan señales de alarma en el ámbito social.
Las persistentes gestiones del presidente Sarkozy para desempeñar un papel de cierto liderazgo en el relanzamiento del capitalismo mundial, sirvieron como refuerzo a su imagen individual, pero de muy poco en el plano interno.
Sin embargo, todavía muchos franceses creen que el jefe de Estado, paradójicamente junto al líder del flamante Nuevo Partido Anticapitalista, Olivier Besancenot, son los políticos más capaces de emprender cambios sustanciales en el país.
De todas formas, la huelga general del venidero jueves plantea un gran desafío para la actual administración en momentos en que las cifras de desempleo, inflación, déficit público e inversiones son bastante grises.
El problema de Francia se extendió a sus posesiones ultramarinas y así el panorama se calentó en Guadalupe, Martinica (en el Caribe), la isla de la Reunión (Océano Indico), con ciertas repercusiones en la Guayana y la Polinesia.
Reclamos frente a intentos de reformas a los hospitales y en el dominio de la enseñanza superior fueron las razones de las marchas recientes en el territorio continental, afincando el propósito de la huelga general del 19 de marzo.
Para la mayoría de los analistas consultados por las cadenas informativas de televisión BFM-TV e iTelé, la huelga no servirá de mucho, salvo para algunas concesiones del Gobierno, pequeñas y sin un peso sustancial.
Sin embargo, a priori, la idea de los sindicatos y los partidos de izquierda es ir ganando terreno poco a poco e impedir que Sarkozy siga eliminando antiguas conquistas sociales en el país.
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