Los turcos apostaron este domingo 28 de mayo, en la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales, por continuar con Recep Tayyip Erdogan al frente del país cinco años. Cuando cumpla su nuevo mandato, el político islamista que lleva 20 años en el gobierno, habrá cumplido un cuarto de siglo en el poder. Erdogan gana las elecciones presidenciales en Turquía y seguirá en el poder cinco años más
El presidente turco se impone con el 52,51% de los votos frente al 48% de su rival, Kemal Kiliçdaroglu, y cumplirá un cuarto de siglo al frente del país. El resultado electoral refleja una vez más la división de la sociedad turca en dos mitades casi iguales, a favor y en contra de Erdogan y su discurso nacionalista e islamista.
«Para los próximos cinco años nos han entregado la responsabilidad de gestionar este país. Doy las gracias a todo miembro de la nación que nos haya dado este encargo», dijo Erdogan durante un discurso público en Estambul, ciudad en la que nació en 1954, de la que fue alcalde entre 1994 y 1998 y donde siempre vota. Sin embargo, su rival le sacó más de dos puntos de ventaja en la ciudad del Bósforo.
De hecho, la promesa de Erdogan de convertir a Turquía, heredera del Imperio otomano, de nuevo en una gran potencia islámica internacional, con industria de armamento propio, ha tenido un gran eco en el electorado. Los argumentos de la oposición aupada por Occicdente, subrayan una nefasta gestión económica, con una inflación interanual superior al 40%, un desplome de la moneda nacional y una carestía generalizada.
La oposición ha denunciado la enorme desigualdad de condiciones en la campaña electoral, con todos los medios públicos y casi todos los privados emitiendo sin cesar el discurso del presidente.
Además, señalan que la radiotelevisión pública TRT ha dedicado a Erdogan 50 horas de emisión en la campaña, frente a los 50 minutos dedicados a Kiliçdaroglu, quien a pesar de ello fue capaz de forzar una segunda vuelta por primera vez desde que se instauró la elección del jefe de Estado por sufragio directo en 2014, uniendo en un gran bloque a un importante sector del nacionalismo turco con la izquierda y el nacionalismo kurdo, cuando habitualmente mantienen posiciones muy enfrentadas.
Con una elevada participación, sólo los millones de votantes del candidato ultranacionalista Sinan Oğan podían sumar votantes para la oposición, pero finalmente Oğan respaldó a Erdogan. Este apoyo, sumado a las declaraciones de Kılıçdaroğlu abrazando los discursos y políticas más extremistas sobre las personas refugiadas sirias en el país, lo que en el pasado ha ampliado los resultados de la ultraderecha en otros países, no le auguraban muchas opciones,
Hace ya meses Erdogan dijo que una reconciliación con el presidente de Siria, Bachar al Asad, tendrá lugar pronto, y también insinuó que el bloqueo de la entrada de Suecia a la OTAN podría reconsiderarse una vez ganado de nuevo el cargo. En el sector de los derechos humanos no se esperan grandes cambios. Los presos bajo acusaciones poco fundadas, tendrán que esperar a la próxima cita electoral, en 2028, para ver la libertad.
Desde sus inicios como demócrata-conservador, Erdogan no ha cesado de transformar un país, que desde el golpe de estado de 1980 usó la síntesis turco-islámica como estrategia central del Ejército para acabar con las derivas de izquierdas en el país. Cuentan ahora con representación parlamentaria cinco partidos de ultraderecha, que han reclamado la ilegalización de asociaciones LGTBI, el recorte de derechos de las mujeres, mayor persecución a personas refugiadas
«En los últimos años, los grupos de extrema derecha han comenzado a ganar poder e influencia a medida que se normalizaba su discurso y que a Erdogan no le bastaba únicamente con el apoyo de su partido para gobernar, dado su progresivo declive», señala Andrés Mourenza.
Grecia
Estas elecciones presidenciales de Turquía cerraron un ciclo electoral iniciado el 14 de mayo también con elecciones parlamentarias, simúltáneo con un proceso similar en Grecia. Examinar sus resultados nos permitirá conocer cómo se construyeron las verdaderas alternativas electorales en Turquía y Grecia.
Los resultados del 21 de mayo en Grecia también sorprendieron. No se esperaba una victoria tan abultada del conservador partido de Nueva Democracia frente a Syriza, que cayó 11 puntos (casi un tercio de su electorado en 2019 cuando se dejó apenas 145.000 votos sobre su victoria de 2015) y de otros partidos a su izquierda.
Con una participación de apenas el 56% del electorado, fueron los partidos de izquierda quienes sufrieron el desgaste de la última legislatura frente a los 145 escaños (a seis de la mayoría absoluta) del partido gobernante de Kyrios Mitsotakis y del crecimiento del Pasok.
Las condiciones de Grecia, país duramente golpeado por la crisis financiera, del euro y su corrupción local desde hace una década, no permite. Todo el mundo recuerda como para hacer frente a los recortes económicos de la troika de la Unión Europea, el país tuvo que realizar salvajes recortes que sufrió toda su población, lo que trajo aprejadas posteriores huelgas generales, manifestaciones y el alza de Syriza como grito por otra economía diferente en toda Europa.
Syriza, una vez en el Gobierno, en posición de inferioridad el gobierno de Tsipras decidió seguir las reglas comunitarias de recortes. Sus cuatro años de gobierno situaron al país en las mejores condiciones para cumplir las recetas comunitarias, incluido el acuerdo con Macedonia del Norte, pero incumpliendo las promesas ante su electorado.
Y volvió a ganar Nueva Democracia, que aceleró las reformas laborales con la posibilidad de trabajar hasta 10 horas diarias, pero también aprovechó las nuevas políticas económicas expansivas fomentadas por la Comisión Europea tras la covid-19, lo que se había negado en la época de Syriza.
Según MeRA25, el partido fundado por Yannis Varoufakis tras su ruptura con Tsipras por no romper con las obligaciones económicas de la UE durante la crisis económica, Grecia ha sufrido una «erdoganización o urbanización» en la que Nueva Democracia ha creado hegemonía social con una «combinación de ultra-nacionalismo, conservadurismo social, agenda pro-negocios y grandes dosis de autoritarismo.
En este 2023 de policrisis, con la amenaza de la emergencia climática, son urgentes y necesarias las reflexiones críticas dentro de la UE de sus anteriores políticas económicas, políticas, exteriores, de vecindad y en general para la región euro mediterránea, señala Perejil, coordinador regional del Instituto Internacional para la Acción No violenta.
En este sentido, destaca el papel de barrera migratoria, que tanto el gobierno de Erdogan como el de Mitsotakis han cumplido en los últimos años para la UE, lo que les ha permitido reforzarse internamente cumpliendo su papel de control de fronteras y asentando la normalidad de la violación cotidiana de derechos humanos en las fronteras.
También es necesario que la UE deje de añorar otros tiempos que ya pasaron. Una posición que hasta ahora le ha servido para imaginar políticas similares a las que la UE desplegó en los años 90 o, peor aún, para encasillarse en posiciones más reaccionarias frente a los cambios fuera de sus fronteras, aún a costa de erosionar derechos habiendo aún más las compuertas a las tendencias autoritarias en mundo plagado de interrelaciones.
*Analista económica francesa de la Agencia Latinoamericana de Información y Análisis-2 (Alia2), asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Fuente: https://estrategia.la/2023/05/30/que-dejaron-las-elecciones-en-turquia-y-grecia/