Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll
David Cameron se encuentra en un buen embrollo. Atrapado entre sus amigos opulentos, a quienes les encantan tanto las políticas europeas especialmente dirigidas al mundo de los negocios como los ataques contra los trabajadores, y la derecha racista de su partido que odia la UE por puro nacionalismo.
No sorprende por tanto que se retuerza y eluda el tema con la promesa de un referéndum dentro de cinco años.
Es una promesa que no tiene la menor intención de cumplir ni obligación de hacerlo, ya que los conservadores están camino de la derrota electoral en 2015.
Las divisiones sobre la UE paralizaron en su momento al gobierno de John Major en los años 90. Sería una noticia estupenda que la guerra declarada por Cameron y George Osborne contra los trabajadores se paralizara de la misma manera a consecuencia de las luchas internas.
Pero tampoco se augura nada nuevo de un gobierno laborista.
La declaración de Ed Miliband que «no queremos un referéndum sobre si entramos o salimos» confirmó que a pesar de su pose ocasionalmente de izquierdas, su visión para el Laborismo se centra en el mismo neoliberalismo desacreditado pregonado por sus predecesores Gordon Brown y Tony Blair.
No podemos esperar de un gobierno liderado por Miliband que se enfrente a la Unión Europea, al menos no en lo que se refiere a la austeridad, a la privatización, a los ataques sobre los derechos laborales que imponen la UE. Ni tampoco referente a la transformación de la UE en una fuerza militar estilo OTAN.
Y menos todavía referente al déficit democrático de la UE. El bloque ha tensado paulatinamente el nudo sobre el poder de los gobiernos de llevar sus propios asuntos. Se ha apropiado de cada vez más poder para sus propios funcionarios no elegidos con el fin de fijar las políticas nacionales.
Su guerra contra la democracia ha impuesto dirigentes «tecnócratas» no elegidos en Italia y Grecia con la orden de llevar a efecto la austeridad como sea.
Y ni los conservadores ni los laboristas ni el desafortunado Partido Liberal Demócrata están dispuestos en este momento a dejarnos decir lo que pensamos sobre la pertenencia británica a este belicista ‘superestado’ antidemocrático que sólo se ocupa de los grandes negocios.
La pertenencia a la UE es demasiado importante para el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP por sus siglas en inglés) y la derecha de los conservadores que se alinean en el lado correcto del debate por todas las razones equivocadas.
Los socialistas y sindicalistas deberían ser audaces cuando piden la retirada de la UE. No debemos permitir que nos echen del campo de batalla los críticos que dicen que todos los euroescépticos son racistas ni los extremistas del UKIP que echan espuma por la boca.
Podemos proponer y ganar la causa de la retirada de la UE basada en la esperanza, no el miedo, y en un mundo mejor, no en la fantasía de una Little England [históricamente una actitud antiimperialista y quizá hoy en contra de la pertenencia a la UE].
Si el Laborismo de Miliband no ofrece esa visión, entonces nos incumbe a nosotros presionar desde abajo. La campaña The People’s Pledge [que solicita un referéndum en el Reino Unido sobre la Unión Europea] ha conseguido un número aplastante de apoyos a favor de un referéndum, cuyo impulso se incrementará en el 2013.
Un referéndum sobre la pertenencia a la UE trata fundamentalmente de cómo queremos que sea Gran Bretaña y quién debería dirigirla.
Los tres partidos principales quieren una Gran Bretaña capitalista dirigida por la elite global. La derecha conservadora y el UKIP quieren una gran Bretaña dirigida por la elite británica.
Queremos que el pueblo británico dirija Gran Bretaña. Queremos una Gran Bretaña socialista y no lo lograremos hasta que consigamos zafarnos de las garras de los banqueros de Bruselas.
Fuente: http://www.morningstaronline.co.uk/news/content/view/full/128590