Traducido por JL Díez.
Se terminó la pesadilla porque tras 20 meses de gobierno de Prodi, Rifondazione Comunista, con su entrada en el gobierno, ha renunciado para siempre a componer una izquierda de clase. Desde ahora representa un reformismo moderado con vocación gubernamental y con la ambición de ocupar el puesto dejado por los DS (Democratici di Sinistra) quienes se han unido al Partito Democratico (PD), acercándose más aún a la derecha. De hecho, todas las formaciones de izquierdas se han estado acercado progresivamente, ocupando a su vez el puesto dejado por otras que se han movido más a la derecha. Con todo este movimiento, el único espacio que ha quedado vacío, desangrado, es el de la izquierda comunista. Para ilustrarlo, Fausto Bertinotti y lo que queda de su partido (roto, fraccionado y en caída libre en las encuestas) en lugar de iniciar una reflexión seria sobre la necesidad de reconstruir la oposición para cambiar las relaciones de fuerza en la sociedad, propone salir de la crisis con un gobierno institucional para realizar reformas, declarándose dispuesto a hablar con la derecha y afirmando que «Berlusconi es un interlocutor fiable». Propone además la constitución de un partido único de izquierdas, al igual que hizo Achille Ochetto y la llamada escisión della Bolognina. El PCR que se formó en 1996 como contestación a la elección del Partido Comunista Italiano, ahora, 12 años después, propone lo mismo para Rifondazione. es decir, la fusión de este partido dentro de uno llamado Arcoiris, que alinea a Rifondazione Comunista (PRI), Partito dei Comunisti Italiani (PDCI), Sinistra Democratica (SD) y Verdi. Por tanto, no es ninguna novedad puesto que con el Partido de la Izquierda Europea Bertinotti ya se encaminaba en esta dirección.
Se termina una pesadilla porque 4 formaciones de la izquierda considerada radical, PRI, PDCI, SD y Verdes, y que formaban un grupo de 150 parlamentarios han traicionado a su electorado sacrificándose por la lógica del poder. Era ingenuo pensar que esos 150 parlamentarios, de los que al menos un 70% se declara comunista, habrían podido expresarse dentro del gobierno. El resultado es que en estos 20 meses de gobierno, «nuestros» 150 «héroes» ha aportado su significativa contribución para hacer de Italia un país menos igualitario y mucho más injusto, aprobando las peores leyes liberticidas y defendiendo los derechos del capital a costa de los trabajadores. Leyes que ni el propio Berlusconi pudo aprobar por la gran oposición social. Han votado a favor de la guerra en Afganistán y en el Líbano, un decreto sobre seguridad nazistoide, una ley de financiación que retrasa la jubilación 5 años, a favor del rearme de nuestro país, las misiones militares, el aumento de las partidas para Defensa (un 32% más con el gobierno Prodi), los centros de acogida temporal, verdaderos campos de concentración para inmigrantes, han matado el movimiento que Bertinotti decía representar y han desencadenado la antipolítica, que es el fruto de de la caída de la izquierda.
El despertar de la pesadilla habría sido menos amargo si lo hubiese hecho la oposición de izquierdas, si esos 150 compañeros camanduleros hubiesen levantado la cabeza negándose a seguir formando parte de ese gobierno. Pero no fue así. La gota que ha colmado el vaso del tambaleante gobierno ha venido de 2 minipartidos centristas «con dirección familiar» (en sentido literal, uno, el UDEUR, compuesto por mujer, marido, familiares, amigos…). Partidos que han sido los tapados de los intereses financieros y de la jerarquía eclesiástica (todo el montaje sobre la falsa censura al Papa en la universidad La Sapienza -véase el artículo El lío del Papa en Rebelion- tenía como objetivo debilitar el gobierno de Prodi).
Se terminó la pesadilla porque el propio gobierno ha dado un espectáculo indecente. Sería demasiado extenso relatar estos 20 meses, por lo que me limitaré al último escándalo. La mujer del Ministro de justicia, Sandra Lonardo (presidenta del consejo de la región de Campania), bajo arresto domiciliario investigada por 7 posibles delitos, su padre detenido, dos tercios del partido centrista «con dirección familiar» investigado y el presidente de dicho partido, UDEUR, Sandro Mastella, Ministro de justicia italiano, investigado por corrupción. Éste dimite y pronuncia soflamas incendiarias contra los jueces, por lo que recibe numerosos aplausos y una ovación en el Parlamento, incluso de «nuestros» 150 «héroes» de izquierdas (salvo los miembros del PDCI). Prodi le pide que se quede, él insiste en dimitir y Prodi dice que le esperará, seguro de que obtendrá una sentencia favorable y para demostrar su confianza no cede su cartera de Ministro de justicia -¡de justicia!- a nadie y el propio Prodi se queda con ese cargo.
Así pues, terminada la pesadilla del gobierno de Prodi y sin tiempo para respirar, seguramente la próxima será peor. Tal y como están las cosas, el escenario que se presenta es el de elecciones anticipadas y la posible vuelta de Berlusconi, quien en 1994 ascendió al poder porque el centro izquierda no hizo una ley sobre el conflicto de intereses y hoy puede volver porque este gobierno no ha realizado ninguna ley sobre el conflicto de intereses, aunque fue lo que prometieron que harían en primer lugar; o incluso un gobierno de transición destinado a cambiar la actual ley electoral que fue calificada por su propio redactor como «una porquería» y con la que está asegurada la ingobernabilidad del país para cualquier coalición, aunque esta ley es la que ha permitido a la izquierda tener 150 parlamentarios en el gobierno. Un segundo escenario, con el aplazamiento de la cita electoral, permitiría una posible victoria de la coalición de centro-izquierda liderada por el alcalde de Roma y secretario del PD, Walter Veltroni. Nada deja presagiar que éste no será peor que Prodi.