Traducido para Rebelión por María Enguix
«Han asesinado a Alexis, han disparado contra otro chico y ahora también quieren matarnos a nosotros con gases químicos y asfixiantes… Creen que así nos pararán…», afirma con dificultad una estudiante a las puertas de la Facultad de Derecho.
Tiene los ojos rojos y llorosos y no puede respirar. Sentada en el suelo, intenta reponerse. No es la única. La imagen se repite por doquier. Ves a estudiantes de instituto, universitarios y trabajadores tosiendo sin cesar, sentados en el suelo, intentando respirar.
Las granadas aturdidoras y los gases químicos llueven sobre la zona de Propílea, donde continúan los enfrentamientos entre jóvenes y policías. Los manifestantes salen corriendo hacia la calle Acadimías.
Unos jóvenes prenden fuego a un turismo aparcado y pocos segundos después decenas de pelotones antidisturbios aparecen alrededor de la Facultad de Derecho, que está ocupada. Por un lado unos arrojan cócteles molotov, piedras y otros objetos y, por el otro, granadas aturdidoras y gases. Unos antisistema incendian un furgón blindado en la calle Sólonos, frente al Centro Cultural, y levantan barricadas de fuego para «limpiar» la atmósfera de lacrimógenos. También se arrojan objetos contra las fuerzas policiales desde la terraza de Derecho.
Los pelotones, que han aparecido por todas las calles colindantes con la Facultad de Derecho, siguen utilizando indiscriminadamente gases como respuesta. El ruido de un helicóptero de la policía se mezcla con las detonaciones de las granadas y las campanadas de la iglesita de la calle Sólonos. Las consignas contra la policía son constantes. Unos estudiantes y ciudadanos que están en el cruce de la calle Sina con la calle Scufá cortan el paso a los antidisturbios. Gritan y protestan contra ellos. En cuanto estos retroceden, ellos aplauden.
Unos estudiantes, que observan desde la calle Sina cuanto sucede unos metros más abajo, conversan inquietos sobre el extraño incidente del estudiante de 16 años herido por un arma de fuego en Peristeri. «Eso también lo han silenciado…», afirma una chica, y los demás asienten. «¿Qué ha pasado con la prueba balística de Alexis? Algo he oído…», pregunta un estudiante. «A buena hora van a decirnos nada en plenas Navidades. ¿Crees que son tontos?», le responde otra chica. «Me ha parecido oír que hoy dan los resultados», insiste.
Tan sólo una manzana más abajo, en Sólonos con Masalías, continúan las trifulcas y los enfrentamientos callejeros. Las calles vecinas a la Facultad de Derecho se han transformando una vez más en un campo de batalla. Piedras, llamas y productos químicos.
A última hora de la tarde unos jóvenes queman una bandera griega en la calle Acadimías.
Los incidentes, que duran hasta bien entrada la tarde, han comenzado sobre las tres del mediodía enfrente del Parlamento, cuando los manifestantes han intentado romper la «barrera» de las fuerzas policiales delante de los puestos de flores. En ese mismo instante lanzan un cóctel molotov contra la acera. Los policías hacen uso de los lacrimógenos. La manifestación se divide en dos. Lanzan piedras, pintura roja, botellas de plástico y naranjas contra los antidisturbios.
Los antidisturbios apagan el árbol
Sale humo del árbol de Navidad. Se oyen aplausos y enseguida un pelotón antidisturbios enfila hacia allí y apaga el fuego.
Los estudiantes cantan villancicos paródicos a la policía. Cruzan la calle Panepistimíu, cuando unos jóvenes lanzan tres cócteles molotov contra un pelotón en la acera de la calle Vucurestíu y los antidisturbios replican de nuevo con lacrimógenos.
Otros policías que se encuentran en la calle Amerikís reciben una lluvia de piedras y varios cócteles molotov. Su respuesta llega pocos minutos después con el uso de gases asfixiantes y granadas aturdidoras. Unos jóvenes vuelcan un turismo en la calle Panepistimíu. Los policías les empujan hacia la zona universitaria y apartan el turismo. Les lanzan piedras y ellos replican de nuevo con el uso indiscriminado de gases. Los enfrentamientos se trasladan a la calle Acadimías y a las demás calles que rodean la Facultad de Derecho.
En la plaza Coraís, a donde han acudido estudiantes, la policía le fumiga la cara con gases. Una ambulancia traslada al hospital a un menor con serios problemas de respiración. Detienen sin motivo a otro estudiante menor. Padres, vecinos y testigos intentan liberarlo de los brazos de los antidisturbios que lo apalean. Protestan, pero sin resultado.
Se trata de uno de los ocho arrestos que anunció ayer la policía a primera hora de la tarde. Como se dio a conocer, ninguno de los detenidos es estudiante. Hay dos menores y seis adultos. Cinco son nativos y tres extranjeros. Tres de ellos están acusados de lanzar objetos y cócteles molotov contra las fuerzas policiales y los otros cinco de quemar la bandera.
El hombre fumiga lo que se le pone por delante. «Quitaos los cascos para pensar», llevan años ya gritándoles los manifestantes.