Ojalá la «Revolución Social» que acaba de proclamar para Perú su flamante presidente, Pedro Pablo Kuczynski, no sea similar a la «Revolución de la Sonrisa» prometida a los argentinos por el mandatario Mauricio Macri, la cual ha incluido tarifazos, despidos masivos, represión y privatizaciones de todo tipo. «Casualmente» Macri fue uno de los Jefes de […]
Ojalá la «Revolución Social» que acaba de proclamar para Perú su flamante presidente, Pedro Pablo Kuczynski, no sea similar a la «Revolución de la Sonrisa» prometida a los argentinos por el mandatario Mauricio Macri, la cual ha incluido tarifazos, despidos masivos, represión y privatizaciones de todo tipo.
«Casualmente» Macri fue uno de los Jefes de Estado presentes en la ceremonia oficial de toma de posesión en Lima esta semana del derechista Kuczynski, donde este último anunció su «Revolución Social».
Por supuesto que no quedó claro cómo lo hará en realidad en lo adelante el nuevo presidente peruano, otro neoliberal como sus predecesores y comprometido con los poderes económicos y fácticos de ese país andino, agobiado por el narcotráfico, la corrupción, la inseguridad ciudadana y la pobreza, entre otros males ya endémicos.
El mandatario, un ciudadano estadounidense nacionalizado peruano con un marcado acento anglosajón en sus expresiones, prometió «villas y castillas» al pueblo, pero recordemos que igual hizo Macri, uno de los «agentes públicos» de Washington, junto al golpista brasileño Michel Temer, para revertir los procesos progresistas en Sudamérica y la Patria Grande.
El lenguaje de Kuczynski en su discurso de investidura fue muy semejante al que suele utilizar su homólogo argentino y varios de sus colegas latinoamericanos conservadores: pomposo, engañoso, y podríamos decir también, por qué no, «populista», sí.
Confundir y embaucara los ciudadanos de a píe, con el respaldo de los emporios mediáticos bajo su control, es el verdadero propósito de esos politiqueros latinoamericanos para reponer el neoliberalismo en Nuestra América, y satisfacer de facto la vuelta a la supremacía de Estados Unidos en la región.
El mejor ejemplo de ello es Argentina, donde hoy lo que realmente impera es una «Revolución de la Tristeza», y más que eso una dictadura modernizada, pero al fin y al cabo una dictadura, con todas sus implicaciones: violaciones de los derechos humanos, despidos masivos, represión, restricciones a las libertadas, y mando absoluto de los poderosos en detrimento de los pueblos y los más desposeídos, que constituyen la mayoría y corren el peligro de no poder sobrevivir con el retorno del capitalismo salvaje a América Latina.
Precisamente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) alertó hace pocos días, con un lenguaje bien diplomático, que la economía de los países de al sur del Río Bravo y hasta la Patagonia sufrirá una contracción y solo crecerá un 0.8 por ciento en 2016 a causa de la «heterogeneidad» en la Patria Grande, que ha provocado la caída de las inversiones y el consumo.
Traducido al vocabulario popular y directo, ello significa que las economías de dos naciones pujantes y ricas como Argentina y Brasil atraviesan por severas dificultadas provocadas con toda intención por sus respectivos ejecutivos neoliberales.
A lo anterior se agrega la verdulera guerra económica, utilizando además los especulativos bajos precios del petróleo, que se le impone a Venezuela desde Estados Unidos, en componenda con la derecha recalcitrante en ese país.
Brasil, Argentina y Venezuela son las tres naciones más poderosas de Latinoamérica, por lo que no por gusto Washington concentró su artillería pesada desestabilizadora en la región en conseguir destronar por cualquier vía a los gobiernos progresistas de Cristina Fernández y Dilma Rousseff, mientras lo continúa haciendo sin escrúpulo alguno con el presidente Nicolás Maduro.
Bolivia, uno de los pocos Estados que más crecerá en 2016 con un 4,5 por ciento, como lo ha venido haciendo desde el ascenso al poder del mandatario Evo Morales, igual está en la mirilla telescópica del Pentágono y la Casa Blanca. Tampoco escapan de ese colimador Nicaragua y El Salvador, en Centroamérica.
Perú es otro de los países con mayores recursos de Sudamérica, además de tener una posición geográfica estratégica, por lo que dudo mucho que Estados Unidos permita le quiten su notoria influencia y penetración en esa nación andina, y el «gringo» Kuczynski se abstenga de servir a los intereses del imperio.
Ojalá me equivoque, pero la «Revolución Social» anunciada por el flamante mandatario peruano augura ser de «lagrimas» para sus compatriotas, como la de Macri de «tristeza» para los argentinos.
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