Los adolescentes de los barrios populares de Bagnolet y otros puntos de la periferia este de París iniciaron la semana pasada una revuelta urbana contra la policía, tras la muerte de un joven repartidor de pizzas. Lo ocurrido casi podría ser una triste copia de algunos de los muchos artículos escritos sobre Francia en los […]
Los adolescentes de los barrios populares de Bagnolet y otros puntos de la periferia este de París iniciaron la semana pasada una revuelta urbana contra la policía, tras la muerte de un joven repartidor de pizzas.
Lo ocurrido casi podría ser una triste copia de algunos de los muchos artículos escritos sobre Francia en los últimos años. Yacou Sanogo murió al estrellarse cuando un coche policial le daba caza. Los jóvenes no se creen la versión oficial y, basándose en varios testimonios, reclaman justicia.
El origen del incidente
Las explicaciones de las autoridades y de la gente del barrio donde sucedieron los hechos concuerdan en cuanto al origen del incidente. Eran algo más de las 21.00 horas del domingo 9 de agosto cuando un agente de la policía dio el alto a Yacou, de 18 años, vecino del bloque de viviendas sociales de la Cité Fleury, que pilotaba una moto. A unos 30 metros del establecimiento en el que trabajaba, el joven se negó a parar. Los policías iniciaron entonces una persecución. Es a partir de ese punto donde las versiones divergen.
Según fuentes de la fiscalía encargada preliminarmente del caso, el coche patrulla no tocó a la víctima. «No hubo contacto entre la moto y los funcionarios de policía», insiste el Ministerio Público.
La versión difiere de la que ofrecen los jóvenes del barrio. Al menos una persona vio al coche policial no tocar pero sí rozar peligrosa y lateralmente a la moto por detrás. Es una técnica policial estudiada en las escuelas de formación de la policía, según fuentes consultadas por este periódico.
La réplica de los jóvenes fue inmediata. La noticia del accidente y muerte de Yacou recorrió los inmuebles de vivienda social como un reguero de pólvora.
Sólo dos horas después del percance, cientos de adolescentes con barras de hierro y cócteles molotov empezaron a quemar varios vehículos. Todos ellos fueron en dirección hacia el lugar acordonado por la policía, donde los agentes analizaban los restos del drama. Las compañías antidisturbios desplegadas repelieron a los jóvenes con facilidad y hacia las dos de la madrugada, el orden ya había sido restablecido.
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