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Carta abierta e intervención

Rifondazione Comunista expulsa a Franco Turigliatto, el senador que no apoyó la política exterior de Prodi

Fuentes: Espacio Alternativo/Rebelión

La crisis del gobierno capitaneado por Romano Prodi se resolvió el 28 de Febrero pasado después de alcanzar la mayoría requerida en el Senado para la «moción de confianza». Esta crisis se ha superado con la propuesta de los 12 puntos de Prodi, sometidos a votación y que recogen el programa de gobierno para esta […]


La crisis del gobierno capitaneado por Romano Prodi se resolvió el 28 de Febrero pasado después de alcanzar la mayoría requerida en el Senado para la «moción de confianza». Esta crisis se ha superado con la propuesta de los 12 puntos de Prodi, sometidos a votación y que recogen el programa de gobierno para esta nueva fase. Entre estos puntos se señala la apuesta por la guerra en Afganistán ante la ofensiva prevista para primavera, la contrarreforma de las pensiones, la eliminación de una ley edulcorada de parejas de hecho que estaba en trámite parlamentario, la apuesta por la «modernización» de las infraestructuras dirigida a contrarrestar tanto el gran movimiento social contra la línea de alta velocidad Lyon-Turín como la oposición creciente a la construcción de la nueva base militar americana de Vicenza. Para alcanzar la mayoría, el gobierno Prodi bis, ha alargado las alianzas políticas a sectores del centro derecha que formaron parte del ejecutivo Berlusconi.
Reproducimos a continuación, la intervención en el Senado de Franco Turigliatto, uno de los senadores «disidentes» del PRC que votó contra la moción de política exterior del gobierno (a diferencia de todos los demás senadores de la Unione y especialmente los del PRC) por su continuidad sustancial con la de Berlusconi, en especial sobre la misión militar en Afganistán y la base de Vicenza. Esta disidencia, le ha costado la expulsión del partido, tras la declaración del Colegio de Garantías del PRC, de ser «incompatible con su comunidad política». A continuación reproducimos la carta de respuesta de Franco Turigliatto a las más de 3000 muestras de solidaridad llegadas de todo el mundo, entre ellas las de Tariq Ali, Ken Loach, Noam Chomsky, Frederic Jameson, Daniel Bensaïd, Alex Callinicos o Slavoj Zizek . Consultar las adhesiones en www.sinistracritica.org Carlos Sevilla]

Carta abierta a todos y todas que me habéis mostrado vuestra solidaridad

Franco Turigliatto

Querida y queridos compañeros y amigos:

Sigo esperando que el Senado acepte mi dimisión, que a pesar de todo, no he retirado y no retiraré. Mientras tanto, en los próximos días debo expresarme sobre la «moción de confianza» al gobierno Prodi. Quiero así explicar las razones de mi opción de dar el voto a favor, que definiré técnico, a pesar de que rechazo en sus aspectos generales, los doce puntos presentados por el gobierno Prodi. En mi intervención en el Senado, explicaré con mucha claridad que no se podrá contar conmigo para aprobar la misión militar en Afganistán, ni para realizar la línea Turín-Lyon del Tren de Alta Velocidad (TAV) o la contrarreforma de las pensiones. No se podrá contar conmigo porque no votaré estas medidas, incluso si en base a las mismas existiera el riesgo de apertura de una nueva crisis de gobierno. Y es obvio que continuaré con vosotros la batalla contra la nueva base militar americana de Vicenza.

Con mi rechazo de votar a favor la política exterior del gobierno, no he tenido, en absoluto, la intención de realizar un gesto «politicista» destinado a provocar una crisis de gobierno. Se trata de un gesto de responsabilidad y coherencia con respecto a mis convicciones y de aquellos que como yo, se sienten distantes de una política exterior que continúa el sendero de la guerra, eso sí con tintes «multilaterales»; que sostiene una concepción neoliberal de Europa; que piensa que enviar soldados por el mundo sea un modo para «contar» en la política internacional. Un gesto animado del rechazo a los que tratan de convencerme a considerar como misión civilizatoria y de paz, lo que no es sino una ocupación militar. Un pequeño gesto para sostener la extraordinaria lucha de Vicenza contra la construcción de una base que destruye el territorio y que será un instrumento fundamental del dispositivo de los EEUU en la guerra global y permanente. Un gesto del que no me arrepiento y que repetiré cuando sea necesario. Mi disenso con la política exterior del gobierno está indisociablemente ligado a la oposición a la guerra de Afganistán y a la decisión del gobierno de autorizar la duplicación de la base de Vicenza. El sentido de mi voto, que disiente de la postura de mi partido [Partido de la Refundación Comunista, PRC], es un disenso sobre un punto que considero fundacional para cualquiera que haga política, el No a la guerra.

No creo que haya sido yo el responsable de la crisis de gobierno, de la cual, el principal responsable es el gobierno mismo y la política que ha ido adoptando en estos últimos meses y que lo han alejado, cada vez más, de quien lo había votado. Una crisis nacida por razones en parte oscuras, en parte debidas a la voluntad del ala «reformista» [neocentrista] de la Unione de dramatizar la situación, para inducir a la izquierda alternativa al silencio sobre las cuestiones candentes. Una crisis que ha servido para parar cualquier reivindicación y para sancionar el curso social-liberal de la actividad de gobierno. En este sentido el debate en el Senado ha sido un chantaje, particularmente sobre la cuestión de Vicenza. También por este motivo he dicho No.

La salida de la crisis me parece que confirma este juicio. Los doce puntos presentados por Prodi constituyen un giro neoliberal y una voluntad decidida de afirmación de una política de sacrificios y de guerra multilateral. Los ataques que me han dirigido, como el fantasma del retorno de Berlusconi, fantasma agitado por mis acusadores, estaban destinados precisamente a esconder esta realidad: el hecho que el balance de la actividad del gobierno Prodi en estos meses es sumamente negativo y que la actividad perfilada para los próximos meses será una acción de gobierno peor, si cabe, de la precedente.

Este juicio, obviamente, no ha sido compartido por mi partido [PRC] que a pesar de todo sostiene totalmente el nuevo gobierno. Y ha sido acogido en formas diversas por la sociedad civil, los movimientos, los dirigentes sindicales y exponentes del pacifismo radical, por los mismos que el 17 de Febrero manifestaron contra la base en Vicenza. El miedo del retorno de la derecha es muy grande. Hay además quien piensa que la partida con el gobierno Prodi no está cerrada y que su supervivencia constituya el marco, a través del cual, obtener resultados más avanzados o en cualquier caso una dialéctica democrática.

No habiendo decidido yo el provocar la caída del gobierno Prodi, pienso que es justo verificar estas intenciones, dialogar con gran parte del movimiento y del «pueblo de izquierdas» que piensa de este modo, y permitir así que el gobierno Prodi permanezca en pie. Pero pienso también que esto se puede hacer expresando nítidamente la postura. No estaré jamás disponible para votar la guerra en Afganistán ni a convertirme en cómplice de las políticas antipopulares de de este gobierno.

Obviamente no preveo un futuro en el cual uno se pueda mover tranquilamente. Los 12 puntos presentados por el gobierno constituyen un paso atrás y un golpe contra el movimiento y los propios partidos de la izquierda alternativa. Veo por tanto una fase en la que vendrá desarrollada una oposición social a las medidas del gobierno Prodi, oposición que tendrá consecuencias parlamentarias. Esta es mi intención. Es posible elegir el gobierno al que hacerle oposición, transformando en indisponibles algunos principios y algunos vínculos esenciales para mí: con el movimiento de los trabajadores, con las comunidades populares en lucha contra el TAV, contra las regasificadoras, por la defensa del ambiente, con el movimiento pacifista que hemos visto recientemente en Vicenza. Estos son los vínculos que regulan mi actividad política, no una abstracta coherencia ideal, sino un proyecto político que me ha acompañado durante toda la vida.

En los últimos quince años estos vínculos, estos convencimientos, han coincidido perfectamente con los del PRC. Sin embargo, hace algunos días, mi partido me ha declarado «incompatible» sencillamente por el motivo de ser fiel al programa histórico del PRC. No quiero discutir sobre una elección que me toca pero puedo decir una cosa. He construido el PRC desde su fundación, lo he defendido cuando lo estaban atacando, he pasado cientos de horas delante de las fábricas de Turín y por toda Italia para hablar con los trabajadores y las trabajadoras. La amenaza de expulsión del partido [definitivamente producida tras la declaración del colegio de garantías del PRC del 1/3/2007 N d T] me amarga y me desilusiona al mismo tiempo. Pero se trata de un cambio profundo de las prioridades del PRC y de su acción: algunas idealidades superiores se ponen al servicio de un proyecto político contingente, cumpliendo un proceso de desnaturalización de la izquierda que me deja perplejo. Y, sobre todo, ridiculiza una cualidad fundacional de la política -la coherencia entre conciencia y acción- cuya ausencia está hoy en la base de la crisis de la política de la que se discute desde hace más de un decenio.

No es la primera vez en la historia que quien desde la izquierda se opone a la guerra, quien coherentemente dice No en el Parlamento, contra todo y contra todos, venga acusado de estar en «espléndido aislamiento», de ser «un alma bonita», «incapaz de realismo», «irresponsable» o «idealista»: estas acusaciones no me hacen daño a mí sino a una experiencia en la que he creído y puesto todo mi empeño y que hoy viene desnaturalizada por la responsabilidad de los que han decidido plegarse a lo existente.

Por ser fiel a mis convicciones y a mis vínculos, ha sido puesto en discusión el vínculo que me ligaba al partido y que ha forzado al gobierno a la dimisión. No me considero ni tan importante ni tan esencial. Quizás todo esto representa el «chivo expiatorio» de las múltiples contradicciones que afligen a la izquierda en su conjunto y a la relación entre el gobierno y su gente. Una relación debilitada como demuestran los últimos sondeos y los sucesivos episodios de descontento. Por mi parte no puedo sino continuar a rebatir lo que ha venido diciéndose en estos días. Si el Senado rechazara mi dimisión, y hasta que esté en el mismo, votaré contra la guerra, porque el No a la guerra y la relación con el movimiento obrero constituyen la brújula que orienta mi acción política: estos ejes son desde siempre el alfa y omega de una perspectiva de clase y anticapitalista.

Permitidme por tanto agradeceros por las palabras que me habéis dirigido, conmovedoras en tantos pasajes. Honestamente, no creo ni siquiera merecerlas, simplemente que en este mundo parece anormal aquello que a las personas serias debería parecerles normal: actuar de acuerdo a las propias convicciones. Si este pequeño gesto ha servido para rehabilitar esta lógica que a algunos parece, con juicio despreciativo, muy «idealista», entonces habrá sido útil.

Mi camino es este y espero recorrerlo junto a vosotras y vosotros. Gracias.

Roma, 28-2-07


Intervención de Franco Turigliatto en el Senado
«Moción de confianza» gobierno Prodi bis
Turigliatto (Grupo Mixto-Sinistra Critica), 28-2-07

«Señor Presidente del Consejo de Ministros, no seré yo el «chivo expiatorio» de la crisis de su gobierno, fruto de la incapacidad de responder a las expectativas de los trabajadores y de los movimientos pacifista, ecologista y por los derechos civiles. Sin contar con el número necesario de parlamentarios habría debido alargar su consenso en la sociedad, escuchando las instancias de los ciudadanos. En vez de esto, en pocos días ha dado la espalda al pueblo de Vicenza. Con los 12 puntos propuestos abre una segunda fase que corre el riesgo de subordinarse aún más a Confindustria [patronal italiana], a los Estados Unidos y al Vaticano. Por estos motivos, expreso un Sí y algunos No: un Sí a la «moción de confianza», confianza que equivale a un apoyo externo. Pero No votaré la guerra, no votaré la TAV ni la contrarreforma de las pensiones. No es este el mandato que hemos recibido. Contestaré junto a otros tantos la base de Vicenza.
Permítame sin embargo, Presidente, consignarle los símbolos de estas luchas, tan fuertes que han devenido bandera [se refiere a las banderas muy populares de No a la base, No a la TAV, No al Vaticano y la bandera arcoiris de la paz (símbolo del movimiento contra la guerra]. También estas luchas eligen el mejor gobierno al que hacerle oposición. Intente escucharlas.»