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Rumanía, del régimen de Ceaușescu al día de hoy

Fuentes: Rebelión

Con el ingreso pleno de Rumania y Bulgaria, el espacio Schengen se amplía a 29 países: 25 de la UE (todos salvo Irlanda y Chipre) más Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein. Los Veintisiete dan su visto bueno final al levantamiento de los controles de las fronteras terrestres tras la retirada del veto austriaco. Plenamente en Schengen, adonde pertenecéis en palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, un hecho demorado durante años por parte del resto de los socios europeos

Con este paso final, concluye el proceso de ingreso en Schengen de los dos países iniciado hace más de una década. Hace ahora justo un año, los Veintisiete ya dieron su visto bueno a la plena incorporación de estos dos Estados al área de 4,3 millones de kilómetros cuadrados y más de 400 millones de personas sin controles ni pasaportes. El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Rumanía, en 2023, fue de 17.020 € euros, con el que se sitúa en el puesto 61 del ranking y sus habitantes tienen un bajo nivel de vida en relación al resto de los 196 países del ranking de PIB per cápita.

Recuerdo aquellos acontecimientos sucedidos por las calles de Timisoara, en las que retumban los gritos de la multitud: ¡Abajo Ceausescu! Todo se tornó un caos entre el 16 y 22 de diciembre. Fuego en las calles, violencia entre Ejército y la ciudadanía, y muertos. Había dado comienzo la revolución de 1989 que derrocaría al régimen comunista y que se saldó con un millar de muertos y Nicolae y Elena Ceausescu ejecutados ante las cámaras de televisión tras un juicio sumarísimo. Rumania fue el único país del bloque del Este donde la transición desde el socialismo al capitalismo implicó la ejecución de sus líderes.

En esta ocasión la crisis se presenta con incertidumbres en el horizonte. Rumanía, además de haber sido un país que, al igual que Polonia, ha apostado por el refuerzo de las relaciones euroatlánticas, también se ha caracterizado históricamente por ser profundamente anti-rusa y nacionalista. En la actual situación geopolítica, Rumanía se ha convertido en la punta de lanza de la OTAN en el Mar Negro donde se construye la base militar de la organización atlántica en suelo Europeo, se trata de la base aérea Mihail Kogalniceanu situada a 300 km de la ciudad de Odessa y clave de la seguridad en el flanco oriental de la OTAN. A esta base militar es donde se trasladarán todos los efectivos que ahora operan desde Ramstein en Alemania.

Tras la muerte de Leonid Brézhnev en 1982, se debatió sobre quien sería el sucesor en la dirección del PCUS. Entre los posibles sucesores se encontraba Yuri Vladímirovich Andrópov, que era entonces el jefe del KGB. Ceausescu cometió un error imperdonable. Apareció en televisión afirmando que Andrópov no era el candidato mas adecuado para suceder a Brézhnev en la dirección del partido. Finalmente Andrópov fue elegido Secretario General del PCUS y un año más tarde Presidente del Presidium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética hasta su muerte quince meses más tarde. Desde entonces, la suerte de Ceausescu quedó marcada.

El pasado 24 de noviembre se celebraron elecciones presidenciales. Durante la primera vuelta se impuso un candidato poco conocido, Călin Georgescu, un candidato independiente ultranacionalista, que alcanzó el 22,9% de de los votos. En segundo lugar, se posicionó Elena Lasconi, una periodista que dio el salto a la política, primero local, luego nacional, de corte liberal y europeísta. Ni los socialdemócratas del PSD, ni los liberales del PNL, partidos que se han turnado en el poder desde 2012, consiguieron acceder a la segunda vuelta. La gran sorpresa en todo caso ha sido que las encuestas no habían detectado el incremento del apoyo a este líder antisemita y nostálgico de Codreanu y de la Guardia de Hierro.

La política de Rumanía vive un terremoto sin precedentes tras la anulación de la primera vuelta de las elecciones presidenciales por parte del Tribunal Constitucional. La decisión ha sido justificada por los informes de inteligencia que señalan una supuesta campaña de desinformación en redes sociales promovida por Rusia para favorecer al candidato de extrema derecha, Calin Georgescu. Georgescu, de 62 años, quien se perfilaba como favorito tras una sorpresiva victoria en la primera ronda el 24 de noviembre, criticó duramente la resolución judicial, declarando: Hoy es el Día de la Constitución y ya no hay nada constitucional en Rumanía. Al cancelar la democracia, se cancela nuestra propia libertad.

Retrocedamos treinta y cinco años. El 21 de diciembre llegaron a Timisoara varios trenes cargados de obreros procedentes de Oltenia. La intención del gobierno rumano era emplearlos para reprimir las protestas, aunque finalmente los obreros oltenos terminaron por unirse a los manifestantes. Sam Marcy, del Workers World Party, escribió después del golpe de estado en diciembre, que en aquellos momentos ya estaban claros los objetivos de la transición radical hacia el capitalismo impuesto por Washington y Moscú y convertir a Rumania en una colonia dependiente de los intereses de las grandes multinacionales occidentales.

El número total de muertos que produjo la Revolución rumana fue de 1104, de los que 162 ocurrieron durante las protestas que pusieron punto final al régimen y el resto, 942, en los disturbios ocurridos antes de la toma del poder por parte de una nueva estructura política del Frente de Salvación Nacional. Los actos violentos, motivaron el abandono del poder por parte del dictador y su huida de Bucarest en compañía de su esposa. Tras ser capturados, fueron enjuiciados por un tribunal militar creado ex profeso para procesarlos. El día de navidad de 1989, Nicolae y Elena fueron juzgados y condenados a muerte. La sentencia fue dictada por el tribunal bajo los cargos de genocidio −más de sesenta mil víctimas−, daño a la economía nacional, enriquecimiento ilícito y abuso del poder contra el pueblo rumano.

En aquel entonces, Gorbachov quería la sustitución de Ceausescu y que Rumania aceptara su Perestroika. Es decir, cambiar al presidente e iniciar la apertura, que llevara a un mayor grado de libertad, pero dentro del Socialismo en un solo país. En la última reunión de los jefes de Estado de los países del Tratado de Varsovia en Moscú, Gorbachov se vio con Ceausescu, para advertirle de que tenía que hacer cambios y retirarse tras el XIV Congreso del Partido Comunista Rumano. La respuesta de Ceausescu fue categórica: eso era un asunto de su partido y de su pueblo y no admitía amenazas. Su suerte seguía el camino marcado. Con la ejecución de los Ceaucescu, el Frente de Salvación Nacional liderado por Ion Iliescu, miembro del PC al que Ceaucescu había relegado, tomó el poder, representando la continuación del régimen aunque con rostro humano.

Los datos de las últimas elecciones revelan la desmovilización de la ciudadanía, y el desencanto con los partidos de moda. Si tenemos además en cuenta que desde el año 2020 Alianza para la Unión de los Rumanos comienza a tener cada vez más peso sobre la base del descontento de la ciudadanía en temas como la corrupción, la pobreza y el turnismo instalado en el sistema y desde entonces Liberales y Socialdemócratas se han aliado en la Coalición Nacional por Rumanía que permite que se alternen los principales cargos políticos y la formación de gobiernos conjuntos.

Si en aquel entonces la mayoría de la gente creíamos las argumentaciones sobre la caída natural y espontánea del socialismo en la URSS y en los países socialistas del este europeo, resultó que todo fue un cuento de navidad y Gorbachov un oportunista del eurocomunismo. Tiempos después volvió a suceder lo mismo con las falsas revoluciones árabes en Túnez, Egipto, Libia o Siria.

La revolución es un cambio violento y radical (también puede ser pacífico) en las instituciones políticas de una sociedad, para conseguir la justicia social, el derecho al bienestar y contra las dictaduras. Visto lo visto solo algunas revoluciones vienen por la voluntad y manifestación espontánea del pueblo. La mayoría son provocadas por los que lo organizan todo, para disimular la intervención externa y ocultar sus intereses espurios. La de Rumanía fue televisada en directo y yo la presencié.

La revolución rumana fue un suceso bastante oscuro, que se produjo en tres fases. La primera entre los días 16 y 19 en Timisoara, donde reinó una enorme confusión. La segunda fase del levantamiento se desarrolló los días 20 y 21 en Bucarest. El dictador Ceaucescu, en un ejercicio de afirmación de poder, organizó una manifestación popular; durante el mitin, alguien tiró un petardo que sembró gran desconcierto y la ciudadanía salió a la calle. Poco después, el Ejército se pasó al bando revolucionario. El día 22, Nicolae y Elena Ceaucescu huyen en un helicóptero a Targoviste, pero en una emboscada son atrapados. Juzgados, condenados y ejecutados.

Según el coronel Paulian Păsărin, jefe del Servicio de Contraespionaje rumano desde 1974 hasta diciembre de 1989, en diciembre de 1989, no hubo ninguna revolución, sino que los acontecimientos que llevaron al derrocamiento de Nicolae Ceausescu y a su fusilamiento, fue planificado mucho tiempo antes por la URSS y EEUU.

Rumanía atraviesa en estos momentos la mayor crisis política desde hace 35 años. Fue entonces cuando el país comenzó un largo y tortuoso camino hacia la transición política, económica y social que con el tiempo le llevaría a ser parte de la UE y de la OTAN. Es una república semipresidencial con un presidente que es el jefe del Estado y un primer ministro que es el jefe del Gobierno. Las funciones ejecutivas recaen tanto en el Gobierno como en el presidente.

Ahora, el candidato presidencial rumano y ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Calin Georgescu, invalidadas por el Tribunal Constitucional, ha afirmado que la Administración Biden ha intentado involucrar a Rumanía en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Para Georgescu la entrada de Rumanía en la guerra impediría el nombramiento de Donald Trump como presidente, en el contexto de un posible estado de emergencia. Todo está por ver.

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