Sarkozy/Segoléne Royal Francia es diferente a nosotros entre otras cosas por la intensidad que tienen en los debates políticos. Aún así llevamos ya tres meses de tedio y frustración en la precampaña de los dos representantes de los grandes partidos franceses. Como siempre grandes declaraciones de amor patrio, defensa de los derechos humanos, del planeta, […]
Francia es diferente a nosotros entre otras cosas por la intensidad que tienen en los debates políticos. Aún así llevamos ya tres meses de tedio y frustración en la precampaña de los dos representantes de los grandes partidos franceses. Como siempre grandes declaraciones de amor patrio, defensa de los derechos humanos, del planeta, cantos a la democracia y todo un mundo de promesas para luego incumplirlas.
Asistimos al navajeo personal por el poder entre los dos candidatos con aburridos debates técnicoinstitucionales, que nada aportan ni aclaran. Con simulacros de antagonismo entre opciones incompatibles cuando a lo que asistimos es a un lamentable tongo ideológico entre el liberalismo que se dice social y la socialdemocracia que se ha convertido en liberal.
En Francia estamos viendo a la ofensiva del neoliberalismo, en un país que defiende como ningún otro los valores sociales del estado y donde las corrientes de pensamiento son muy fuertes. Lo que se intenta con los dos candidatos es implantar la revolución conservadora de Reagan y Thacher.
Plantean desmantelar el estado providencia, las empresas y servicios públicos, debilitar el trabajo hasta precarizarlo a los niveles españoles, afirmar el principio de seguridad a través del autoritarismo, reducir los espacios democráticos actuales para hacer a la sociedad francesa más débil y conseguir que el mercado sea el que regule toda la vida.
Hasta ahora, Francia era el país que más había resistido a los principios neoliberales, de ahí el NO a la Constitución europea. Siempre se ha destacado por la extraordinaria resistencia de las clases populares y sus organizaciones sindicales y políticas.
Ni Sarkozy ni Royal se plantean que el fondo de la crisis política francesa proviene del régimen implantado en 1958 con la V República, con unas instituciones totalmente arcaicas para el momento actual.
Otro aspecto común de los dos candidatos es su amistad y fidelidad con el Estado de Israel, al que consideran víctima del mundo musulmán y no critican ninguna de sus actuaciones, ni con los palestinos, no con Líbano, etc. Está claro que el lobbie judío francés es potente al cual se someten los dos candidatos.
El discurso de Sarkozy está basado en la aplicación de los principios neoliberales más radicales que suponen romper la doctrina tradicional de la derecha francesa, por eso la resistencia de una parte de la misma a su liderazgo. Sigue el modelo norteamericano, donde el mercado es el gran tótem salvador de todo.
A ello le une un discurso basado en la seguridad a través del autoritarismo, destacando frases como está: «La República en la que creo quiere una escuela de autoridad y respeto, donde el alumno se levanta cuando entra el profesor». En definitiva, busca un Estado de tipo policial, la criminalización de la juventud marginada, destacando sus descalificaciones hasta estos sectores, con rasgos claramente xenófobos haciendo la competencia a la extrema derecha de Le Pen. Proclama su proamericanismo convirtiendo a Francia en un aliado subalterno de Bush.
Segoléne Royal, se basa en el blairismo, es decir en el social liberalismo, que no es otra cosa que la rendición de los socialistas a los ideales neoliberales. Royal pretende que el Partido Socialista francés se transforme en un partido que sea bien visto por las clases dominantes y que le posibilite la gestión del capitalismo en su versión actual.
Segoléne Royal con sus actuaciones en un supuesto pragmatismo y modernidad, rompe con el discurso tradicional de la socialdemocracia francesa y a ello lo une su supuesto carisma femenino, presentándose como una barrera al autoritarismo de Sarkozy. Veremos como recurre al «voto útil» entre los sectores de la izquierda, para que no vuelva a suceder como en las últimas elecciones francesas y evitar así un duelo Sarkozy/Le Pen.
El supuesto discurso pragmático de Royal está completamente vació de cualquier referencia socialista y plagado de autoritarismo. Lo cual hace que los planteamientos de Royal sean totalmente ambiguos, y en consecuencia, poco fiables para amplios sectores del progresismo francés. No es lo mismo el neoliberalismo de Sarkozy que el social liberalismo de la Royal, aunque se asemejan bastante.
Dos aspectos me llaman la atención de estas elecciones a parte de los grandes candidatos. Por un lado, la posición de algunos «intelectuales» franceses y por otro, la situación de los llamados movimientos antiliberales.
Están apareciendo entre algunos intelectuales franceses, llamados de izquierda, apoyos al candidato de la derecha, tal es el caso del filosofo André Glucksmamn, en el articulo de El País (3-2-2007) titulado «un despertar», donde ensalza el programa de Sarkozy, con una serie de laudes que producen sonrojo por venir de quién viene. ¿Cómo se puede defender desde el progreso a personajes xenófobos como Sarkozy? ¿Cómo se puede defender el autoritarismo que no la autoridad? ¿Cómo se alaba los principios discriminatorios en derechos humanos que propone Sarkozy? El candidato de la derecha francesa al igual que el PP español, están basados en la más rancia y obsoleta derecha, muy alejada de la derecha democrática tradicional y encima personajes de «la izquierda» los defiendan.
Nuevamente, las fuerzas llamadas del progreso a la izquierda del PSF, no han sido capaces de encontrar un programa y un candidato común. Es de destacar que estas fuerzas tiene una gran importancia electoral en Francia pues representan entre el 20/25% del voto total. Si piensan en que la mejor manera de frenar al liberalismo es ir por separado, una vez más demuestran su inconsecuencia intelectual, su falta de proyecto al liberalismo campante actual. ¿Cómo piensan parar al neoliberalismo que va al asalto del estado francés?
Sin una gran resistencia y un proyecto unitario de todas las fuerzas progresistas, es muy difícil que se pueda contener la ofensiva del capitalismo y de sus representantes políticos.
Lo que está sucediendo en Francia debería ser analizado por los progresistas de aquí, para que estas se unieran y fueran un foco de lucha y resistencia frente a la explotación que el capitalismo está haciendo.