Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Murió el bushismo, pero los bushianos siguen vivos luchando entre nosotros incluso en tiempos obamitas. Así lo confirma la indiscreción del semanario colombiano Semana acerca de la invitación personal del jefe del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, al presidente colombiano Álvaro Uribe al G8 del próximo julio en la isla de la Maddalena (Cerdeña, Italia). Será la segunda visita que dedica Uribe a Italia este año después de la que tiene prevista para el próximo 30 de abril a Roma. Mientras tanto, el mundo sigue con asombro las noticias sobre violaciones de derechos humanos del huésped de honor de Berlusconi.
El presidente colombiano, repetidamente acusado de violación de derechos humanos y del derecho internacional, rodeado de colaboradores narcotraficantes o implicados en el narcotráfico, será invitado en cuanto exponente del éxito en la lucha contra el terrorismo, y junto con el brasileño Lula da Silva, será el único jefe de estado latinoamericano presente en el show que montará Berlusconi en Cerdeña.
No sólo: en la revista Semana se anuncia que Álvaro Uribe contribuirá al best-seller que ha concebido el «querido líder» italiano, el cual ha pedido a todos los jefes de estado invitados que escriban un capítulo del libro El estado del mundo. Uribe ya ha aceptado con entusiasmo redactar el capítulo titulado «Gobernanza bajo la amenaza del terrorismo».
La invitación a Uribe es la última iniciativa de una serie de capotazos que le está brindando al gobierno colombiano la derecha italiana en el poder, actualmente uno de los pocos gobiernos en sintonía con esa parte política. Como señala en su blog Annalisa Melandri, la alcaldesa de Milán, Letizia Moratti, acaba de ver en Medellín al presidente Uribe y ha firmado un amplio acuerdo de hermanamiento entre Milán y Medellín como capitales de la moda.
Ni Moratti ni Berlusconi han expresado jamás su posición sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, lo que hace recordar la época de la dictadura argentina, cuando, debido sobre todo a los buenos oficios de la logia masónica P2, de la que Berlusconi era miembro, la mayoría de los medios de comunicación mostraban una imagen de Argentina pacificada y en crecimiento, exactamente igual a como hoy se hace con Colombia.
No obstante, quienes van a Colombia no opinan lo mismo. La semana pasada una delegación de diputados y sindicalistas británicos, estadounidenses y canadienses se declaró «en estado de shock» ante la gravedad de la situación que habían palpado en Colombia y acusó al propio presidente Uribe de ser cómplice de la violación de los derechos humanos según el Artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional con sede en La Haya.
Según Amnistía Internacional, en 2007 en Colombia el ejército asesinó a 1.400 civiles inermes no combatientes; en el primer semestre de 2008 hay 270.000 refugiados internos más; y son ya 184 los sindicalistas asesinados desde que Álvaro Uribe es presidente.
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