..y la crisis continúa al tiempo que la soleada primavera anuncia un verano que, gracias a las bondades del calentamiento global, promete batir muchos récords de calor.
El domingo por la noche George Soros, el mismo que a inicios de los 90s hundió a la corona sueca y obligó a la banca del reino a subir los tipos de interés en un 500 por ciento, aseguraba en la televisión que la fase aguda de la «crisis financiera» en los EE.UU. ha terminado y que entraríamos en una «muy lenta» fase de recuperación. Sin embargo, los datos de la realidad parecen menos alentadores.
La Oficina Central de Estadísticas informaba el 7 de mayo que oficialmente hay 380 000 desempleados. El desempleo relativo fué en el primer trimestre de 2009 de 7,8 por ciento, 1,5 por ciento más que hace un año mientras que el desempleo entre los jóvenes es del 24,4 por ciento. El índice de actividad económica en el último año ha descendido en un 13,6 por ciento y la producción industrial en un 22,9, arrastrada sobre todo por una baja del 55,7 por ciento en el sector automotriz.
El jugoso paquete gubernamental para salvar los puestos de trabajo en el sector, unos 2,5 millardos de euros, no despertó el apetito de los grandes fabricantes de autos que ni siquiera lo han probado. Ya en febrero el consorcio Volvo anunció recortes de unos 16.000 puestos de trabajo (casi la mitad en Suecia) mientras que la SAAB ha despedido a unos 750 desde el otoño pasado y ha forzado a varios cientos a jubilarse antes de tiempo. Ni la Ford (dueña de Volvo) ni General Motors (dueña de SAAB) están interesadas en invertir, sino en deshacerse lo más pronto posible de sus filiales «suecas».
El escaso apetito despertado por el paquete de rescate a ha sido un balde de agua fría para la presidenta del partido de «centro» (?) y ministra del sector empresarial Maud Olofsson, una mujer que según el periodista socialdemócrata Göran Greider es «la política de derecha que más enérgicamente se postula como heredera de (Margaret) Thatcher» en momentos en los que ni siquiera los «moderados» (conservadores) «se atreven a reivindicar abiertamente como ídolo» a la dama de hierro británica.
Pero a pesar de que muy pocos se atrevan a reivindicar a la Thatcher, lo cierto es que todos se manejan dentro del marco neoliberal. Esta semana la oposición socialdemócrata presentó su informe «Trabajo y salario para todos – una línea por el trabajo que funcione». Desgraciadamente, el informe no habla de restituir los puestos de trabajo eliminados por las privatizaciones y los recortes que ellos mismos durante años realizaron, sino de dar más cursos de capacitación a los desempleados.
Ni la derecha ni la «izquierda» hablan mucho de qué hacer con los puestos de trabajo inexistentes. La propuesta más ambiciosa, la del partido de izquierda, habla de disminuir la cantidad de desempleados en 90 000 en los próximos dos años aumentando las asignaciones a las comunas, así como invirtiendo en el medio ambiente y en infraestructura. Sin embargo el partido de izquierda, aliado de los socialdemócratas y los verdes, ha aceptado las reglas del juego que ponen un techo a los gastos del estado, una medida introducida por el socialdemócrata Göran Persson luego de la pasada crisis de la década de los 90s para garantizar la confianza de los mercados en la economía sueca.
Las críticas contra esta política ya no sólo vienen de los pequeños partidos de la izquierda radical. El 30 de abril, los economistas de la central sindical socialdemócrata LO rompieron con la tradición y criticaron la política económica del partido, considerando que el país bien podría soportar un déficit presupuestario de entre 5 y 6 por ciento del PIB en los próximos años señalando que la deuda total de Suecia está muy por debajo del promedio de la Unión.
En otro orden de cosas:
Según la encuesta anual de la Dirección del Ambiente Laboral, una de cada cuatro mujeres jóvenes son acosadas sexualmente en su lugar de trabajo. En menos de una semana, tres suecos fueron detenidos en Tailandia por haber abusado sexualmente de varios niños. Sin embargo, los reportes de prensa abrumadoramente abordan el tema de la «violencia de honor» entre los inmigrantes de África y el Medio Oriente. En un libro titulado «El Odio Contra los Musulmanes», el autor Andreas Malm necesita de 745 páginas y 2.126 citas para pintar un panorama de la islamofobia en Suecia.
En medio de la oleada racista y xenófoba que envuelve al país, una buena noticia: los grupos neonazis anunciaron la suspensión de su marcha en el día nacional sueco. Explican que falta «una amplia unidad nacional» para realizar el evento. Según la revista Expo esto se debe a conflictos cada vez más violentos entre esos grupos, pero según las malas lenguas, los nazis se quejan de que los partidos establecidos les están robando el mandado: Por ejemplo, el 22 de abril la comuna de Lund decidió cerrar el hogar de tiempo libre para niños romaníes, única actividad comunal dirigida a esta minoría étnica cuyos derechos son reconocidos legalmente en Suecia.
El ciudadano sueco Oussama Kassir fué hallado culpable de once cargos por un jurado en Nueva York en un juicio que duró sólo cinco horas. Según los jueces, el sueco sería culpable de querer organizar un campo de entrenamiento de Al Quaida en Oregon entre 1999 y 2000. Los medios suecos han considerado a Kassir como culpable a todas luces. El tratamiento contrasta con el dispensado a Annika Österberg, una sueca-estadounidense condenada a cadena perpetua en California en la década de los 80s. La campaña por su repatriación a Suecia, que al cabo de varios años se materializó en abril pasado, obtuvo amplia cobertura en los grandes medios del país.. Sin embargo, no fué sino hasta que Österberg puso un pie en territorio sueco que esos medios se acordaron de mencionar que ella había sido la instigadora y autora intelectual del asesinato de un policía.
En la aristocrática comuna de Täby, donde vive el ministro de estado Fredrik Reinfeldt junto con su feliz esposa Filippa (la zarina de la privatización de la salud en Estocolmo), se anuncia que el gobierno local ofrece a las niñas de entre 11 y 13 años un campamento de verano en el que éstas podrán probar la vida de la serie «Sex and the City» durante toda una semana en la que podrán salir de compras y beber latte todos los días. La agitada actividad sexual de los caracteres de la serie parece no estar incluída en el programa.
La derecha sueca sigue administrando el país como su propia hacienda privada. El Comité Constitucional del parlamento criticó duramente al ministro de relaciones exteriores Carl Bildt, a la ministro de comercio Ewa Björling y a la ministra de cultura Lena Adelsohn Liljeroth. Los dos primeros votaron a fines del año pasado un nuevo código de conducta europeo sobre las exportaciones de armas sin informar al parlamento de la posición del gobierno. La ministra de cultura, por su parte, dejó que su secretaria Ingrid Eiken continuase a cargo de las ayudas estatales a la prensa luego de que se conociese que su marido Odd Eiken había sido electo como miembro de la directiva del gran diario Svenska Dagbladet, uno de los mayores beneficiarios de esas ayudas.
Como niño con juguetes nuevos, el ejército del reino anunció su llegada a Somalia para combatir temibles piratas que asolan las costas del país. El jefe de logística de la tropa Leif Hansson admite a la radio nacional que va a ser una tarea difícil el distinguir a los piratas de los pescadores locales. Para el político del partido verde Carl Schlyter, el conflicto tiene sus raíces en la reacción de los pescadores somalíes ante la pesca ilegal de los barcos occidentales. Sin embargo, las tropas suecas no tienen mandato para combatir este tipo de actividad. Cabe preguntarse: ¿cuáles son los verdaderos piratas?
Mientras tanto, la carrera hacia el abismo continúa. La burbuja báltica comenzó a reventar al saberse que Estonia, que tuvo un crecimiento negativo de 18 por ciento en los primeros tres meses del año, está en caída libre.. Suecia, cuyos bancos metieron al pobre país báltico 4,7 millardos de euros de préstamos subprime, exige a Letonia bajar sus costos con 40 por ciento, bajar los salarios y mantener el tipo de cambio con respecto al euro – algo que Suecia no hizo en la crisis de los 90s cuando dejó que su corona flotase libremente. El gran capital sueco se está mordiendo la cola en sus sueños de pequeña y hambrienta potencia imperialista.