El año pasado, la crisis había alcanzado tales proporciones en el seno del grupo de telefonía que el Ejecutivo intervino para que France Telecom cambie su estrategia de gestión del personal.
El operador histórico de la telefonía francesa sigue atrapado en la espiral ascendente del suicidio de sus empleados. Cinco empleados de France Telecom se suicidaron en un plazo de quince días. Según fuentes sindicales, en lo que va del año 2010 un total de 23 empleados se suicidaron y otros 16 intentaron hacerlo. La cifra de 2010 supera los casos contabilizados en 2008 y 2009. En ese lapso, 17 y 18 miembros del grupo se quitaron la vida. Patrick Ackerman, delegado general del sindicato SUD-PTT y uno de los creadores del observatorio del stress y las movilidades forzadas, aclaró a la prensa que era preciso esperar «los resultados de las investigaciones para saber si esos suicidios están ligados con el trabajo».
Los sindicatos apuntan, sin embargo, a la responsabilidad de la empresa. El año pasado, la cifra de suicidios o intentos había alcanzado tales proporciones en el seno del grupo francés de telefonía que el Ejecutivo intervino para que France Telecom cambie su estrategia de gestión del personal. Según cálculos de los medios, el porcentaje de suicidios en France Telecom es cinco veces superior al promedio nacional.
La directiva de esta empresa privatizada en 1997 y de la cual el Estado posee el 26 por ciento de las acciones recordó que los cinco trabajadores «no se conocían entre ellos, no tenían ninguna relación y pertenecen a diferentes regiones de Francia». FT agregó que investigará «las situaciones laborales concretas de los cinco trabajadores» a fin de esclarecer si los suicidios están relacionados con dramas personales o no. El grupo francés se comprometió en 2009 a transformar su esquema de gestión con el fin de «parar la espiral infernal» de suicidios.
En ese sentido, France Telecom suprimió de manera temporal una de las estrategias del grupo más criticada, a saber: el traslado intempestivo del personal y los cambios sin preaviso de puestos de trabajo. Pese a esas promesas, fuentes sindicales siguen denunciando el hecho de que nada ha cambiado realmente: presión sobre el personal, stress, reestructuraciones, exigencia constante de resultados, traslados y mutaciones azarosas son moneda corriente.
Ninguno de los cinco empleados que se quitó la vida en estos últimos quince días lo hizo en su lugar de trabajo. Sólo uno de ellos, un encargado de clientela, se arrojó de un puente luego de dejar la sede de la empresa. El marido de otra de las víctimas envió una carta en la que responsabiliza al grupo de la muerte de su esposa. Patrick Ackerman destacó al diario Le Monde que la llegada de un nuevo director «sólo fue un paréntesis en la crisis social». El sindicalista resalta, no obstante, que «no se produjo ninguna ruptura fundamental en los métodos de gestión. La dirección vuelve a la carga para seguir con la supresión de empleos y las reestructuraciones».
Sin embargo, el presidente director general que reemplazó al renunciante Didier Lombard, Stéphane Richard, implementó cambios que otras fuentes sindicales reconocen como válidos. Richard se había comprometido a inyectar «humanidad en el corazón de France Telecom. Pierre Morville, delegado sindical CFE-CGC-UNSA, argumenta que los suicidios de este mes son la prolongación de la crisis del año pasado y que esta ola perdurará hasta que las transformaciones decididas tengan su efecto en toda la empresa: «Estamos en una situación distinta a la del año pasado. Hay cierta calma y el diálogo social en la empresa se reanudó», explicó el sindicalista a Le Monde.
Christian Mathorel, delegado sindical CGT, exige, sin embargo, más medios para que esa «humanidad» prometida sea una realidad. «Para insuflar humanidad en el corazón de la empresa hace falta medios. El tema de los despidos y de los métodos de gestión todavía constituyen un problema», dijo Mathorel. La compañía francesa arrastra un pasivo denso de problemas derivado de su privatización en 1997. France Telecom tiene 186 millones de abonados en un abanico de 30 países. El grupo emplea a 185 mil personas; entre ellas, a 100 mil en Francia.
La mano dura de la gestión llegó en 1996, cuando la reestructuración dejó afuera a 70 mil empleados. El paso de empresa pública a grupo privado, con los desafíos del ingreso a la Bolsa y las revoluciones tecnológicas que estallaron en el cielo de las comunicaciones -telefonía móvil, Internet, wifi, Adel-, fue un camino accidentado para el personal. A esos sobresaltos se incorporaron métodos de gestión a los que ni Francia ni la misma empresa estaban acostumbrados. Uno de los esquemas de gestión más costosos fue el «it’s time to move», que obligaba a los ejecutivos a cambiar de oficio y de residencia geográfica. En 2009, Stéphanie, una empleada que se arrojó desde el cuarto piso, escribió un correo electrónico a su padre en el que decía: «Seré la empleada número 23 que se suicida. No acepto la nueva reorganización del servicio. Van a cambiar a mi jefe y para tener al que van a poner, prefiero morirme».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-152976-2010-09-11.html