Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
En su última edición la revista Super Lawyers dedicaba su artículo de portada al Consejo General de Chiquita Brands International y lo alababa por navegar en las complejas y difíciles aguas de Colombia. Lo que la revista no mencionaba es el reguero de lágrimas dejado tras de sí en América Latina por Chiquita (antiguamente United Fruit, el arquitecto del golpe de Estado de 1954 en Guatemala así como de la masacre de trabajadores de las bananas en huelga en Ciénaga, Colombia, rememorada en Cien años de soledad). La siguiente carta escrita por el abogado laboralista Dan Kovalik pone de relieve las contradicciones en los elogios a Chiquita. Señalamos que justo después de que se escribiera esta carta Chiquita también recibió (bastante irónicamente) un «premio de sostenibilidad» otorgado a negocios en el extranjero.
Asunto: Supercriminales
Estimado Sr. White:
Acabo detener la desafortunada experiencia de leer la noticia de portada de su última publicación, Super Lawyers, que alaba las atrocidades de Chiquita (antes, United Fruit), una compañía que sin lugar a dudas tiene una larga lista de atrocidades asociada a su nombre.
Su publicación, que pretende poner de relieve «no sólo a los ‘sospechosos habituales'», en realidad se ha centrado en este número en uno de los «sospechosos habituales» de crímenes de guerra. En este número en particular ustedes han decidido elogiar al Consejo General de Chiquita por lo que éste afirma son las «extraordinariamente difíciles decisiones [de Chiquita] para salvar vidas» pagando a paramilitares asesinos más de 1.7 millones de dólares en un periodo de 7 años. No se dice nada de las vidas que se han perdido a causa de este dinero ni se hace mención al alijo de armas proporcionado a los paramilitares por la filial colombiana de Chiquita (otra cuestión de la que Chiquita es culpable).
Según el Fiscal General de Colombia, Mario Iguarán, los pagos de Chiquita a los paramilitares «no se pagaron por protección sino por sangre, para pacificar la región bananera de Uruba». Iguarán, que no es precisamente un liberal ya que fue nombrado por el presidente Alvaro Uribe, calcula que aproximadamente 4.000 civiles fueron asesinados a consecuencia de la asistencia dada por los paramilitares a Chiquita. Es más, Iguarán ha opinado que el mismo fenómeno del paramilitarismo que se ha apoderado de Colombia durante años y ha llevado a incontables crímenes, violaciones y otras atrocidades, no habría sido posible sin la ayuda de compañías como Chiquita.
Con todo, a pesar de estos hechos, usted decidió dedicar al Consejo General de Chiquita su noticia de portada para arrojar sus excusas por el apoyo de la compañía a crímenes de guerra. Por supuesto, yo no debería sorprenderme ya que, después de todo, la ley es un instrumento creado para proteger a los ricos y poderosos de los pobres y oprimidos. Sólo podría sugerir que para mantener la fachada de un sistema de justicia ciego ante la billetera de los partidos que acuden a ella, usted podría no desear ser tan obvio en su publicación al poner de relieve la profesión legal como guardiana de aquellos que amasan beneficios por medio de actos de violencia generalizada.
Supongo que Bob Dylan lo dijo mejor cuando escribió: «Todos los criminales con sus trajes y sus corbatas son libres de beber martines y mirar el amanecer. . . .»
Podría acabar mi carta aquí, pero hay algo que vale la pena añadir. Así, incluso si aceptamos la palabra de Chiquita y del sr. Thompson, su comportamiento a duras penas justifica las congratulaciones. En primer lugar, incluso como reconocieron ante el Departamento de Justicia o su propia revista, supuestamente les costó más de dos años darse cuenta de los paramilitares a los que estaban pagando y proporcionando armas eran considerados «terroristas» por el Departamento de Estado estadounidense. ¿Es esto una característica de alta abogacía? A la mayoría de nosotros nos habrían despedido por tardar tanto tiempo en darnos cuenta de que nuestro cliente estaba implicado en semejante crimen. Es más, lo que usted llama «super abogacía» observadores de lo más razonables lo llamarían simplemente «negligencia». E incluso si estuvieran pagando la «protección» a estos matones para crecer y sacar beneficio de las bananas como ellos dicen, ¿eso también es digno de ser alabado? El Departamento de Justicia, que indudablemente deja libres a esta gente con demasiada facilidad (deberían estar todos ellos en prisión), sin lugar a dudas no creería que esto los libra del castigo.
Acabaré rogándole que deje de enviarme su publicación. Debería sentir vergüenza de sí mismo y de su revista. Pero, por supuesto, vivimos en un mundo en el que no hay en absoluto vergüenza, en el que criminales insignificantes pasan años en la cárcel y los grandes criminales dirigen el mundo, gracias a la ley a la que usted afirma estar tan entregado.
Atentamente,
Dan Kovalik
Dan Kovalik es abogado laboralista. Su correo electrónico es: [email protected].
Enlace con el original: http://counterpunch.org/