Nombrar las cosas que están ausentes es romper el encanto de las cosas que son. Un orden diferente al establecido: el comienzo de un nuevo mundo. Así parafraseaba Marcuse a Paul Valery en su obra El Hombre Unidimensional. Para este filósofo, hasta la misma noción de alienación habría desaparecido, debido a la incapacidad de los individuos de exigir y gozar cualquier progreso de su espíritu. Creía que el ser humano posee las capacidades para llevar una “buena vida”: en lo posible, libre del esfuerzo, la dependencia y la fealdad.