Managua. No es lo mismo informar sobre las elecciones en Nicaragua que en cualquier otro lugar. En el contexto regional centroamericano, es el único país que acude a las urnas bajo las sanciones de Estados Unidos. Que de remate van acompañadas de las que están amenazadas – la ley Renacer y otras – y de los ataques de censura en las redes sociales.
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Todo está prácticamente listo para que el próximo día 7 de noviembre se celebren elecciones generales en la República de Nicaragua, cumpliendo escrupulosamente las fechas previstas en el calendario electoral.
El 7 de noviembre, Nicaragua volverá a las urnas. Sería insuficiente explicar la cita con las urnas como si sólo se tratara de unas elecciones, porque no es así. Por supuesto, se certifica el grado de consonancia política con el sandinismo, que lleva 14 años en el poder, pero no es sólo una celebración del rito fundamental de la democracia, la cita recurrente con la verificación popular del gobierno y de los partidos.
En el caso de Nicaragua, es importante señalar que, en 1933 el General Augusto C. Sandino, consiguió expulsar las tropas interventoras estadounidenses. La primera derrota registrada del ejército estadounidense en su carrera imperial/colonial la sufrió en este país. Nicaragua ha resistido en el orden político, jurídico e ideológico: le ha demostrado a los Estados Unidos, que se puede articular un modelo democrático alternativo, no sujeto a los afanes políticos, económicos que el sistema euro-estadounidense en su afán uniformador e impositivo ha intentado exportar como el único viable.

La resistencia popular tiene que pasar a un periodo de acumular fuerzas para protagonizar nuevas sublevaciones, esta vez con un horizonte mucho más claro”.
A veces, conversando con amigos y amigas supervivientes de los años oscuros del terrorismo de estado en América del sur, nos preguntábamos cómo es posible o cómo fue posible que alguna gente se virara y se sumara a los postulados de los verdugos.

El gobierno de Nicaragua ordenó la conformación de dicha comisión especial para investigar a fondo la masacre y determinar si se trata de un ataque por conflicto de tierras o si está vinculado a la explotación de la mina de oro.

A mediados de la década de los ochenta los destinos de Afganistán y Nicaragua estuvieron entrelazados en el ajedrez de la confrontación este-oeste.