
La salvación de las culturas, las lenguas, las historias de los pueblos originarios necesita de programas oficiales de institucionalización especializada.
La salvación de las culturas, las lenguas, las historias de los pueblos originarios necesita de programas oficiales de institucionalización especializada.
Algunos cronistas llamaron “país de los yumbos” al territorio situado en las laderas occidentales del volcán Pichincha.
En la década de 1980 surgió en Quito un grupo político de mujeres que planteó reivindicaciones y cambios fundamentales a la sociedad ecuatoriana.
La tribuna social sigue el minuto a minuto de las elecciones del 7 de febrero. La tendencia dice que el balotaje será entre los candidatos cantados. Muestran, también, las consecuencias del levantamiento indígena del 2019, del modelo extractivista y de la mala gestión sanitaria en pandemia. Sofía Cordero y Esteban De Gori analizan por qué Yaku Pérez, aunque no llegue a segunda vuelta, es el nuevo actor político que desafía los sentidos del progresismo ecuatoriano.
Hasta mediados del siglo XX la población indígena del Ecuador era mayoritaria.
Las comunidades indígenas y campesinas están hoy conscientes de que son ellas las que producen el alimento de este país, son ellas las que cuidan la naturaleza que nos hospeda, son ellas el fundamento cultural de esta sociedad.
La imagen que la mayoría de los ecuatorianos tiene de los indígenas es ajena y lejana. La palabra indígena apenas se ha pronunciado en los discursos de los presidenciables.
Se ha indagado, sin mucho éxito hasta ahora, sobre el significado del nombre Quito (Quitu).
Los movimientos de los pueblos originarios de América Latina han tomado, respecto a sus proyectos de larga duración, dos actitudes diferentes en relación a los Estados nacionales. Una de ellas se propone la construcción de un Estado plurinacional, que algunas corrientes lo enuncian como la refundación del Estado colonial sobre nuevas bases. La otra enfatiza en la construcción de autonomías desde abajo.
Para el padre Pedro Pantoja, quien nos inspiró para luchar sin descanso
en favor de los derechos de los migrantes. Su mística y su compromiso ilumina este caminar sombrío, que criminaliza a los pobres que son expulsados por la violencia y por un sistema que los expolia.