Argentina tiene un rol determinante en los procesos de integración regional y de afirmacion de la presencia soberana de América Latina en el mundo. El triunfo de Néstor Kirchner permitió, junto con Lula, establecer la más sólida alianza con Brasil, como eje de recomposición y expansión del Merscosur. Nunca los dos países han tenido relaciones […]
Argentina tiene un rol determinante en los procesos de integración regional y de afirmacion de la presencia soberana de América Latina en el mundo. El triunfo de Néstor Kirchner permitió, junto con Lula, establecer la más sólida alianza con Brasil, como eje de recomposición y expansión del Merscosur. Nunca los dos países han tenido relaciones tan estrechas y de tanta confianza como las relaciones consolidadas desde entonces, entre Lula y Néstor, Cristina y Dilma.
Junto con Hugo Chávez, los dos mandatarios impulsaron Unasur, aliados sobre todo a Tabaré Vásquez, a Evo Morales y a Rafael Correa. La fisionomía del continente ha cambiado desde entonces. Nunca como en este período Estados Unidos ha estado tan aislado en la región como desde que esos procesos de integración se han consolidado y expandido, incluyendo a Celac.
Pero no fue solo en la integración, esa orientación tuvo reflejos muy importantes en el dinamismo de las economías de todos los países de la región, cada vez más dependientes los unos de los otros. Los intercambios prioritarios con el Norte del mundo han sido substituidos por la intensificación del comercio regional. Los modelos de desarrollo económico con distribución de renta se han alimentado mutuamente, permitiendo que América Latina desarrolle procesos de combate a la desigualdad, a la exclusión social, a la miseria y a la pobreza, como nunca antes en su historia.
Cuando fuerzas conservadoras intentan desplazar a esos procesos, se acogen a políticas económicas de exclusión social, pero tratan de esconderlas, para poder afirmar que mantendrán los avances sociales que tienen irremediablemente que reconocer. Pero cuando hablan de política internacional, ya es más difícil camuflar sus objetivos.
En Brasil, cuando creían que podían derrotar a los gobiernos del Partido de los Trabajadores, tanto Marina Silva como Aecio Neves, han hablado de integración a la Alianza del Pacifico, de Tratados de Acuerdos directos con EE.UU., que recuerdan mucho los planteamientos de Mauricio Macri hoy en Argentina.
Éste dice que, en caso ganar, mantendrá a Argentina en el Mercosur, que mantendrá la alianza estratégica con Brasil, pero firmará un Tratado bilateral con Estados Unidos. Lo cual es incompatible con el Mercosur y con la mantención de la alianza estratégica con Brasil. Aunque afirme los dos a la vez, parece haber el deseo de restablecer las «relaciones carnales» con Estados Unidos, de los tempos de Carlos Menem.
Es que los economistas liberales, en los que la derecha latino-americana se apoya, tienen como opción fundamental la implementación de esas políticas en escala regional y global. Están siempre articulados con políticas de libre comercio adentro y afuera del país. Optar por políticas de ajuste representa, a la vez, promover Tratados de Libre Comercio, prioritariamente con Estados Unidos.
Lo que los argentinos decidan el próximo domingo no es solo el destino de su sociedad, sino también del lugar de Argentina en América Latina y en el mundo. Si se volverá a las relaciones privilegiadas con Estados Unidos o si se seguirá privilegiando los procesos de integración regional, con el dinamismo y la diversificación que han permitido a la economía argentina, así como las posiciones de soberanía en el plano internacional.
Por eso miramos a Argentina y a su pueblo, desde afuera, pero más cerca de lo que nunca hemos estado.
Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Fuente original: http://www.alainet.org/es/articulo/173641