El informe presentado en diciembre pasado por el diputado suizo Dick Marty ante el Consejo Europeo denuncia el tráfico de órganos en Kosovo a fines de los 90. De confirmarse los datos que allí figuran, se verían involucrados en este crimen actuales miembros del gobierno de Kosovo.
El informe que presentó el diputado suizo Dick Marty el 16 de diciembre pasado ante el Consejo Europeo sobre el tráfico de órganos, del que habrían sido víctimas algunos prisioneros del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), cayó como una bomba (1). Sin embargo, las afirmaciones de dicho informe no son nuevas: por un lado, ese tráfico ya se menciona en las memorias publicadas en 2008 por la ex Procuradora General del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), Carla Del Ponte (2); por otro, la hipótesis del tráfico en Kosovo es un «rumor» que circula desde hace mucho tiempo. Asimismo, la investigación publicada en 2009 por los periodistas Altin Raxhimi, Michael Montgomery y Vladimir Karaj había confirmado la existencia de un verdadero «archipiélago» de centros clandestinos de detención del ELK en Albania (3).
Sin embargo, el informe de Marty aporta una gran cantidad de datos nuevos que permiten comprender mejor los mecanismos de este tráfico. En 1998 y 1999, varios cientos de prisioneros capturados por el ELK -principalmente serbios de Kosovo, pero también probablemente gitanos y albaneses acusados de «colaboración»- habrían sido deportados a Albania. Encarcelados en diversos pequeños centros de detención -como la famosa «casa amarilla» de la aldea de Rripë, cerca de Burrel, visitada por los inspectores del TPIY-, algunos de ellos habrían alimentado el tráfico de órganos. Los prisioneros eran conducidos a una pequeña clínica situada en Fushë Kruja, a unos quince kilómetros del aeropuerto internacional de Tirana, cuando se presentaban clientes para recibir órganos. Entonces, se los fusilaba con un disparo en la cabeza antes de extraer los órganos, principalmente los riñones. Ese tráfico estaba conducido por el «grupo de Drenica», un pequeño núcleo de combatientes del ELK agrupados alrededor de dos figuras clave: Hashim Thaçi, actual Primer Ministro de Kosovo, y Shaip Muja, entonces responsable de la brigada médica del ELK y actualmente asesor de Salud del mismo Hashim Thaçi.
El informe de Marty deja muchas preguntas sin respuesta; en especial, el número exacto de prisioneros víctimas de ese tráfico. La justicia serbia, por su parte, habla de 500 personas deportadas a Albania. También se ignora quiénes eran los colaboradores extranjeros de ese tráfico y, sobre todo, quiénes eran sus beneficiarios. Sin embargo, el informe señala que 60 pacientes del hospital universitario de Jerusalén habrían recibido un trasplante renal en 2001, una cifra excepcionalmente alta.
Es importante dar al supuesto crimen su justo valor. Si bien el tráfico es un hecho comprobado, se trata de un crimen masivo contra la humanidad que se sitúa, en la escala del horror, al «mismo nivel» que la masacre genocida de Srebrenica. Otro punto esencial es que ese tráfico se habría desarrollado al menos hasta 2001, es decir, dos años después del ingreso de las tropas de la OTAN en Kosovo y la instauración del protectorado de Naciones Unidas en el territorio. Por otra parte, el informe señala que, a partir de junio de 1999, la frontera entre Albania y Kosovo no era objeto de ningún control real.
Acusaciones cruzadas
El informe suscitó una ola de protestas y desmentidas. Algunos quisieron descalificar el informe de Marty arrojando dudas sobre su autor, presentándolo como un «adversario de la independencia de Kosovo» o como un «enemigo del pueblo albanés». El Primer Ministro de Albania, Sali Berisha, lo calificó abiertamente de «racista». En apoyo a esas afirmaciones, se suele citar una entrevista que Marty dio en marzo de 2008 en el sitio de la Red Voltaire donde critica, desde el punto de vista de la legalidad internacional, la proclamación de la independencia de Kosovo (4). Esa toma de posición no se traduce en absoluto en una «aversión» hacia el pueblo albanés ni hacia Kosovo y el informe de Marty no sería ni más ni menos sólido si su autor hubiese aprobado, desde ese mismo punto de vista jurídico, la proclamación de la independencia. Por último, observemos que la prensa de Albania reprocha explícitamente a Marty su «anti americanismo», puesto que ya había revelado, en 2006, el escándalo de las cárceles secretas de la CIA en Europa. Estos últimos días, algunas declaraciones oficiales de Tirana asocian el supuesto «anti americanismo» del redactor del informe a su prejuicio «anti albanés». No obstante, Marty pertenece al Partido Radical, una formación política que se ubica a la derecha del tablero político suizo y que nunca fue famoso por su anti imperialismo furioso.
Algunos también acusan a Marty de tener «prejuicios políticos» por haber publicado su informe pocos días después de las elecciones parlamentarias, organizadas en Kosovo el 12 de diciembre pasado y manchadas por fraudes masivos cometidos principalmente, según parece, por el Partido Democrático de Kosovo (PDK) de Thaçi. Ese argumento es fácil de rebatir, ya que la concomitancia de las fechas sólo se debe, evidentemente, a meras coincidencias del calendario. Las elecciones del 12 de diciembre fueron un escrutinio anticipado cuya fecha se pautó recién a principios de noviembre. ¿Qué no habrían dicho si Marty hubiese publicado ese informe antes de las elecciones?
Por su parte Thaçi, directamente cuestionado, sacó la artillería pesada para responderle a Marty. En una entrevista publicada el 30 de diciembre pasado en el Tages Anzeiger de Zurich, retomó las acusaciones de racismo y llegó incluso a comparar el informe con la » propaganda de Goebbels » (5). A la inversa, el caso también está siendo sobreexplotado en el contexto político suizo, algunas semanas después de la adopción por referendo de una ley que prevé la expulsión de los » extranjeros delincuentes » . La Presidenta de la Confederación, Micheline Calmy-Rey, prefirió, así, «diferir» la recepción del «Premio de la Diáspora» que la embajada de Kosovo en Berna debía entregarle a fines de diciembre. Además de engrosar las cifras de la delincuencia en Suiza, los albaneses serían «traficantes de órganos». Es comprensible que algunos quieran oponer un rechazo global a esa criminalización colectiva.
Por último, muchos analistas estiman que sería «imposible» atribuir semejante crimen a ciudadanos albaneses e intentan «relativizar» el alcance del informe recordando la envergadura de los crímenes cometidos por los serbios en Kosovo y el resto de los Balcanes. No podemos sino sorprendernos por el giro de muchos, que antes presentaban a Del Ponte como una heroína de la justicia internacional -cuando perseguía a los criminales de guerra serbios-, mientras que desde que mencionó este tráfico prácticamente están cuestionando su salud mental. Florence Hartman, ex portavoz de Del Ponte, criticó así en varias entrevistas «la irresponsabilidad» de la ex Procuradora, que presentaría «simples hipótesis como hechos confirmados», subrayando que las investigaciones realizadas por el TPIY no habían aportado pruebas concluyentes. Ahora bien, esas investigaciones, en especial en la famosa «casa amarilla» de Rripë, nunca pudieron llevarse a cabo, en parte debido a la negación por parte de las autoridades albanesas a colaborar (6).
Algunas pruebas…
Mientras se espera una investigación seria y sistemática que pueda establecer o no la realidad del tráfico de órganos, así como que tarde o temprano un tribunal competente pronuncie acusaciones, podemos dar por sentados varios hechos. En primer lugar, nunca se hallaron los cuerpos de varios cientos de serbios y otros prisioneros del ELK, y es muy poco probable que estén en el pequeño territorio de Kosovo, donde ya se identificaron y registraron todos los eventuales osarios y fosas comunes. También es cierto que muchos de esos prisioneros fueron deportados a Albania, donde el ELK tenía una red de centros de detención. A su vez tenemos que admitir, más de diez años después de los hechos, que es muy probable que esos prisioneros estén hoy en su mayoría muertos. Tampoco se descubrieron sus cuerpos en Albania (7).
Por otra parte, también se ha confirmado la existencia de un tráfico de órganos en Kosovo alimentado por «voluntarios» que iban a vender sus riñones. Los pacientes, principalmente israelíes, se dirigían a la clínica Medicus de Pristina para recibir órganos sanos. Ese tráfico involucra a un personaje muy inquietante, un cirujano turco llamado Yusuf Erçin Sönmez, alias «Doctor Vautour», actualmente prófugo. El caso de la clínica Medicus, cuyo juicio acaba de iniciarse en Pristina, no está necesariamente ligado al eventual tráfico de órganos practicado diez años atrás sobre prisioneros del ELK, pero las coincidencias son perturbadoras (8).
En busca de los culpables
Las reacciones suscitadas en los medios albaneses, en la clase política y, de manera más general, en la sociedad albanesa -en especial en la diáspora (9)- recuerdan inevitablemente la actitud de negación opuesta durante mucho tiempo por amplios sectores de la opinión serbia frente a los crímenes cometidos por las fuerzas serbias. Los dos argumentos centrales son los mismos: «nuestro pueblo no puede haber cometido semejantes atrocidades» y «nuestro pueblo fue víctima de crímenes aun peores que los que se le imputan». Sin embargo, la realidad de los crímenes cometidos por las fuerzas serbias en Kosovo no invalida la hipótesis de que algunos albaneses podrían haber cometido otro crimen, particularmente abyecto.
El problema es que «el pueblo albanés» no es de ningún modo culpable de ese eventual tráfico, así como «el pueblo serbio» no tiene por qué cargar con la responsabilidad de la masacre genocida de Srebrenica: esos crímenes tienen culpables y corresponde a la justicia establecer la responsabilidad personal. El trabajo de la justicia es la única manera de evitar que pueblos enteros, y que las generaciones futuras, carguen con el peso abrumador de una responsabilidad colectiva. En Kosovo, sólo Albin Kurti, dirigente del movimiento Vetëvendosja («Autodeterminación») parece haber comprendido el verdadero significado de lo que está en juego. Kurti pidió oficialmente a la justicia que se haga cargo del expediente de Thaçi, considerando que era la única manera de liberar al conjunto de los combatientes y simpatizantes del ELK de la sospecha de una responsabilidad colectiva (10).
En Albania, una de las pocas voces críticas que se levantaron fue la del ensayista Fatos Lubonja, ex preso político del régimen estalinista e importante figura de la izquierda. En un artículo publicado por el diario Panorama, Lubonja se atreve a establecer un paralelismo entre ese crimen, supuesto, y el crimen, confirmado, de Srebrenica y subraya que ahora los albaneses corren el riesgo de cargar con ese peso abrumador sobre su conciencia colectiva. Al denunciar el «frente patriótico», que se está formando de Tirana a Pristina para rechazar la investigación, escribe: «sin duda, la acusación es pesada, pero rechazar la investigación que la confirmaría o la invalidaría es aún peor. Esa negativa nos vuelve a todos culpables y creo que la mayoría de los albaneses no quieren sentirse vinculados a ese tipo de crímenes» (11).
Las críticas a Marty señalan la ausencia de pruebas provistas por su informe. La resolución adoptada por unanimidad por la Comisión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo solicita, justamente, que se realicen investigaciones para establecer dichas pruebas. A través de la voz de su representante de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, la Unión Europea estimó que la misión europea Eulex, precisamente encargada de asistir a las instituciones de Kosovo en la construcción del Estado de derecho, debía llevar a cabo esa investigación. El gobierno albanés, sin dejar de repetir sus críticas, hizo saber que no se opondría a que se realice dicha investigación en su territorio. Del Ponte señaló, por su parte, el problema de la jurisdicción competente para hacerse cargo de un caso semejante: como el TPIY no puede abrir nuevos expedientes, habría que crear un tribunal ad hoc, o bien transmitir el expediente a la Corte Penal Internacional (CPI) (12).
Con la connivencia de Occidente
Por último, las responsabilidades que señala el informe no involucran sólo a Thaçi y los ex dirigentes de la guerrilla albanesa. En su libro, Del Ponte explica la pared contra la que chocó a partir de 2000 cuando intentó realizar investigaciones sobre los supuestos crímenes del ELK y menciona con nombre y apellido al jefe de la misión de la ONU, Bernard Kouchner, así como al general francés Valentin, entonces comandante en jefe de la Fuerza de Kosovo (KFOR). Para tratar de explicar ese bloqueo, Del Ponte escribe: «Estoy segura de que los responsables de la MINUK [ Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo] e incluso de la KFOR temen por su vida y por la vida de los miembros de sus misiones». Más adelante, agrega: «según la lógica de la MINUK y la KFOR, [Hashim] Thaçi y [el ex jefe militar del ELK, Agim] Ceku no sólo representaban un peligro para la seguridad de su personal y el cumplimiento de sus misiones: también ponían en peligro toda la construcción del proceso de paz en los Balcanes » (13).
En una entrevista publicada el 21 de diciembre por el diario serbio Politika, el capitán canadiense Stu Kellock, ex jefe del Departamento de Policía de la MINUK, declara: «No puedo afirmar que Kouchner conocía el tráfico de órganos, pero es imposible que no haya tenido información sobre el crimen organizado en Kosovo». De hecho, la lucha contra el crimen organizado representaba una de las prioridades de las misiones internacionales en Kosovo. El capitán Kellock también explica que «toda crítica contra Hashim Thaçi y su entorno » era inmediatamente rechazada en los » círculos donde [éste] trabajaba » (14).
Por «realismo político», varios países occidentales eligieron jugar la «carta» política que representaba Thaçi. Se sabe que ya durante la guerra este último estaba asesorado por agentes de algunos servicios de información, en especial la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE) francesa. También se ha comprobado la participación directa de Thaçi en muchas actividades ilegales (chantaje, lavado de dinero, etc.). Por miedo a perder a un valioso aliado político, los «protectores» occidentales de Thaçi decidieron hacer la vista gorda sobre sus «pecados veniales». Si una investigación confirma la implicación de Thaçi en un abyecto tráfico de órganos, la responsabilidad de sus «protectores» occidentales podría ser abrumadora.
Interrogado por un periodista serbio sobre el tráfico de órganos el 27 de febrero último durante un viaje oficial a Kosovo, Kouchner, entonces ministro de Asuntos Exteriores, había lanzado una carcajada, antes de exclamar «¿Tengo cara de vender órganos?» y de sugerirle al periodista «que fuera a hacerse ver» (15). Hoy, la risa de Kouchner resuena de manera siniestra.
Notas:
1 El informe está disponible en el sitio web del Consejo Europeo (http://assembly.coe.int/
2 Carla Del Ponte, La caza: yo y los criminales de guerra, Ariel, Barcelona, 2009.
3 Léase Altin Raxhimi, Michael Montgomery y Vladimir Karaj, «Albanie et Kosovo: les camps de la mort de l’UÇK», Le Courrier des Balkans, 10-4-09 (http://balkans.courriers.info
4 «Dick Marty: ‘L’indépendance du Kosovo n’a pas été décidée à Pristina'», 12-4-08 (www.voltairenet.org).
5 «Martys Vorgehen erinnert mich an Goebbels», Tages Anzeiger, Zurich, 30-12-10.
6 Léase Ben Andoni, «Trafic d’organes en Albanie: dans la ‘clinique fantôme’ de Carla Del Ponte», Le Courrier des Balkans, 19-5-08.
7 Recordemos que en 2003 las autoridades albanesas se habían negado a acceder a los pedidos de los investigadores del TPIY, que querían realizar exhumaciones en el cementerio de Rripë. Esa negativa se justificó oficialmente por «razones culturales».
8 Léase «Trafic d’organes: le vaste réseau de ‘Docteur Vautour’, chirurgien turc», Le Courrier des Balkans, 21-12-10.
9 Léase Blerim Shabani & Sevdail Tahiri, «Le rapport de Dick Marty secoue la diaspora albanophone en Suisse», 20-12-10 (www.albinfo.ch).
10 Léase «Kosovo: Vetëvendosje demande que Thaçi soit déféré devant la justice», Le Courrier des Balkans, 18-12-10.
11 Fatos Lubonja, «Pse refusohet raporti i Dick Martit?», Panorama, 22-12-10.
12 Léase «Trafic d’organes de l’UÇK: Carla Del Ponte pour la saisine de la CPI», Le Courrier des Balkans, 23-12-10.
13 Carla Del Ponte, La caza, op. cit., págs. 460-461.
14 Léase Rade Maroević, «Kušner je morao da zna», Politika, 21-12-10, y R.S.V., «Trafic d’organes: Kouchner savait», Le Courrier des Balkans, 29-12-10.
15 El video de ese intercambio circula mucho por Internet. Se lo puede consultar en Dailymotion (www.dailymotion.com/video/
J.A.D.es Jefe de Redacción de Le Courrier des Balkans. Su último libro publicado, en conjunto con Laurent Geslin, es Voyage au pays des Gorani (Balkans, début du XXIe siècle), Cartouche, París, 2010.
Traducción: Julia Bucci