Con ese planteamiento se desarrollaron diversas iniciativas de sectores revolucionarios de República Dominicana. Procuraban los distintos esfuerzos acordar una postura que no estuviera atada al proceso electoral, y que abriera la posibilidad de una acción estratégica. Pero como en toda estrategia, hay una obligación táctica para actuar que no se cumplió. No hubo unidad en […]
Con ese planteamiento se desarrollaron diversas iniciativas de sectores revolucionarios de República Dominicana. Procuraban los distintos esfuerzos acordar una postura que no estuviera atada al proceso electoral, y que abriera la posibilidad de una acción estratégica.
Pero como en toda estrategia, hay una obligación táctica para actuar que no se cumplió. No hubo unidad en el quehacer electoral. Dicha concertación no pasó de una serie de intenciones expresadas, que para concretarse no presentan asidero práctico, se batió entre el abstencionismo principista y la crítica a la falta de unidad de la izquierda.
Llevar a la práctica trascender las elecciones no ha sido efectivamente lo que se ha concretado. Por un lado, los llamados abstencionistas puros, basados en el carácter burgués de las elecciones, no concretaron propuestas tácticas que pudiera canalizar el rechazo indiscutible que tiene el actual sistema político en el país.
Unificar distintos sectores a partir de una serie de demandas tampoco se ha producido, ni en medio de la coyuntura electoral ni posterior a la misma.
El planteamiento de privilegiar la organización y la lucha social reivindicativa no ha mostrado por su parte resultados ni una orientación hacia la población del curso que ha de tomarse para reconstruir el movimiento social. Se presentan algunas iniciativas novedosas, pero insuficientes, sin un anclaje estratégico, más bien, atisbos de una nueva forma de relacionarse con el pueblo y sus luchas, pero solo eso, no un cuerpo de ideas y propuestas metodológicas que sirvan de marco a un movimiento transformador.
Alianza País, se ha propuesto trascender la coyuntura electoral, comprendiendo que con obtener el 1.37% de la votación no alcanzó la meta de mantener el registro electoral, pero que significó un paso de avance, toda vez que el sistema dominante plantea una lucha no contra unos partidos, sino contra un Estado que es capaz de poner todo el aparato del Estado, sus finanzas y sus mecanismos de poder y represión.
Alpais se propone validar su reconocimiento el apoyo del pueblo, colectando las adhesiones que la ley contempla para ello, y en ese proceso fortalecerse como organización, organizando las simpatías a su candidato, desarrollando un amplio plan de educación política alrededor de los 7 ejes de programa, de sus principios rectores, de sus objetivos estratégicos y políticos y rescatando la tradición del pueblo dominicano, que nunca ha dejado de luchar.
Trascender las elecciones persistiendo en el propósito de construir una alternativa progresista, en capacidad de disputar el poder a los partidos tradicionales y su mecanismo de dominación, el bipartidismo. Esto, en una situación postelectoral caracterizada por un candidato oficialista triunfante con escasa legitimidad, y con el supuesto partido opositor en crisis, incapaz de ser oposición real estando unificado, mucho menos lo será en las presentes circunstancias.
Desarmados quedaron aquellos que pusieron alguna confianza en una alianza con el PRD y su candidato, supuestamente para enfrentar la llamada dictadura constitucional del PLD y Leonel Fernández, la cual es imposible sin el concurso del PRD y sus líderes, incluyendo el propio Hipólito Mejía que se prestó a estructurar el poder electoral, o Miguel Vargas que negoció la reforma constitucional y luego pactó las altas cortes. La pregunta es si estos intelectuales progresistas persistirán en esa alianza, lo cual es tradición en un sector de la izquierda, que en su cojear se apoya un partido que no le ha servido a este pueblo ni en el gobierno, ni en la oposición.
Es por ello que la propuesta de Alpais de articular una organización política que se postule y procure ser alternativa a los partidos tradicionales, a partir del apoyo encontrado en las elecciones, aunque no todo se expresara en votos, por la polarización, es una propuesta necesaria y viable. Construir una propuesta política alternativa es una ruptura, persistir en alianzas con el PRD, un frente opositor, es continuar entrampado en el bipartidismo, que sin dudas ha sido eficiente como mecanismo de dominación, como expresión concreta de la dominación.
Sin dudas, que para cambiar el rumbo del país no es suficiente tener un partido. Es necesario el desarrollo de un movimiento social, de un movimiento reivindicativo, que se desarrolle de manera democrática, que se construya de abajo hacia arriba, desterrando los métodos verticalistas y manipuladores, que se construya manteniendo su autonomía, que sea autogestionario, a partir de la unidad, en primer lugar de los sectores populares, y de estos con los sectores productivos y las clases medias, convertidas en medias clases por la crisis y por la dinámica empobrecedora que la proletariza.
De lo que se trata es de avanzar a articular un movimiento político social, en el que estén claras las instancias, definidos los ámbitos, comprendidos los roles de ambos polos, sin que uno sea jalonado por otro, ni mucho menos controlado por una visión rígida de «correa de transmisión». Un movimiento político social cimentado en un dialogo constructivo, de los que luchan, de los que persisten, de los de abajo como diría Mario Azuela.
Trascender lo electoral es construir esas dos instancias fundamentales para el cambio y procurar su unidad en un proceso: el movimiento social y unas instancias partidarias. Estas tareas plantean especificidades y dedicaciones propias, acciones que se desarrollan en paralelo, pero complementarias, con puntos de contacto y cruces, no exentas de conflictos y diferenciaciones, porque no es un monolito que se procura desarrollar, sino un esfuerzo plural, diverso, que se va uniendo en esa pluralidad y diversidad.
Trascender lo electoral es poner la nación en movimiento, romper la inercia impuesta desde arriba, que reproducimos abajo.
Gregorio Moya E. es miembro del Alianza País
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