Si los lemas tanto literarios como filosóficos de «seguir la pista del dinero» o «es la economía, estúpidos» son bastante acertados para encontrar la verdadera línea de intereses que han conducido a los sujetos en sus acciones, independientemente de la mixtura de argumentaciones que los afectados proclamen tanto para consumo propio como para mantener aparentemente […]
Si los lemas tanto literarios como filosóficos de «seguir la pista del dinero» o «es la economía, estúpidos» son bastante acertados para encontrar la verdadera línea de intereses que han conducido a los sujetos en sus acciones, independientemente de la mixtura de argumentaciones que los afectados proclamen tanto para consumo propio como para mantener aparentemente argumentaciones ante terceros, podremos clarificar con tres ejemplos la política exterior europea en sus relaciones con Turquía, Sahara e Israel y el trasfondo económico que modifican o respaldan los presupuestos políticos. Todos ellos avalados y apoyados por la ‘diplomacia’ española.
En el primer caso, el Acuerdo Aduanero entre la Unión Europea y Turquía, una de las varias condiciones necesarias imprescindibles para mantener el anhelo de ese país en su integración en la UE, con ratificación para su validez por los actuales veinticinco miembros de la UE. La unión aduanera implica una ampliación del mercado, una tabla de aranceles ante terceros comunes y un libre intercambio comercial sin contingentes. No supone participar de los presupuestos ni en la dirección política. Sería a efectos prácticos, como una ampliación de los países de la denominada EFTA, como Suiza, Noruega, etc.
Los politólogos, aclaran, que implícitamente Turquía ha reconocido la ‘independencia’, ‘unidad’ y ‘gobierno’ de Chipre. Este asunto es uno de los conflictos no resueltos en la convivencia de los pueblos y cuya fórmula de resolución explícitamente no está lograda. Una vez lograda la firma de la Unión Aduanera, el Gobierno de Chipre -socio de la UE- y demás airearon su visón del Acuerdo con gran irritación del Gobierno turco que se apresuró a desmentir su reconocimiento político de ese Chipre y a mostrar -en una declaración- que excluye esa lectura de su firma. Los juristas de la UE harán un informe sobre la jerarquía jurídica de la firma de un Tratado y una Declaración Pública y sacarán las consecuencias sobre la validez final del Acuerdo; sobre el grano y la paja de consumo externo e interno y Anthony Blair -actual portavoz rotatorio europeo-ya ha declarado que la integración turca de pleno derecho en la UE ha dado un paso real.
Lo mismo se podría hablar del reciente Acuerdo de Pesca celebrado entre la UE y Marruecos. La falta de sintonía había impedido acuerdos durante años que sustituyeran a las prórrogas bilaterales España-Marruecos. Destaca en éste la integración de las aguas territoriales saharianas dentro del Acuerdo, si bien para especies menores. Como lo firman el reino de Marruecos y la todopoderosa UE, implícitamente ésta reconoce que aquél puede firmar soberanamente sobre las riquezas de aquellas aguas de las que no son, desde el punto de vista del derecho internacional, administradores. Inmediatamente, un tal Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España, divulgador de los cambios de postura española en el conflicto meses antes, escribe un artículo en El Mundo donde habla de solidaridad con el pueblo saharaui y lo que se tercie. Pero, previamente, ha sido adalid de ese Acuerdo de Pesca con todas sus consecuencias, dejando en letra jurídica impresa el giro de talante socialista donde dije digo, digo Diego.
Por último, la hipocresía reiterativa del incumplimiento del texto del Acuerdo de Asociación Israel con la UE. En su artículo segundo, se establece que dicho Acuerdo se suspenderá si cualquiera de las partes (Israel o la UE) viola los derechos humanos.
Si desde su misma firma, ya había una ocupación militar, nuevos asentamientos y se mantenía la expoliación de los recursos hídricos y económicos de los Territorios palestinos o árabes, todos los sucesos acaecidos no han hecho más que incrementar cuantitativamente las violaciones. Aún cuando, tras los sucesos de Yenin, el Parlamento Europeo solicitó a la Comisión y Consejo europeos la suspensión del Acuerdo, este último encabezado por el Ministro Joskha Fischer rechazó esa posibilidad. Y el comercio o las donaciones de armas continúan. Y además, los hacedores de este Acuerdo han realizado un protocolo de suspensión kafkiano que alarga plazos, recoge audiencias y dilata la puesta en práctica. Pero, además, se anuncia un Acuerdo de Vecindad UE-Israel que haría de ese Estado un socio tan estrecho que lo único que le faltaría es sentarse físicamente en las reuniones institucionales europeas. Haciendo abstracción de la situación de ocupación. Admitiendo que la resistencia palestina o árabe es una violencia no admisible frente a la ‘legal’ institucional israelí. Aplaudiendo que colonos sionistas abandonen Gaza y que contemporáneamente se instalen colonos sionistas en Cisjordania o se expropien tierras árabes (dentro de Israel). Los intereses económicos junto a los ideológicos se entrecruzan y validan y retuercen las argumentaciones. Y el Reino de España -refrendado por el PP y el PSOE- firma en Jerusalén con Israel un Acuerdo bilateral de contenido fiscal que acepta la legislación de cada país en cuanto domicilio fiscal, etc. que implican fácticamente la territorialidad israelí en Territorios Ocupados.
Por lo tanto, siguiendo la pista del dinero es más fácil y transparente averiguar el grado de cercanía al derecho y a la justicia que las declaraciones políticas, los shows mediáticos de las políticas europeas y de sus partes desagregadas.
Ante ello, desarmada la mercadotecnia del talante o del modelo político europeo se observa un estrechamiento y paralelismo con la política imperial estadounidense que, no por sabida, obliga a enfrentarse a ellas, señalando la desnudez imperial de la reinona europea y sus mocosos príncipes azules.