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Ucrania, la ampliación OtaNOtaNOtan, Ignacio Sotelo y los países del ex Pacto de Varsovia

Fuentes: Rebelión

Tras oír, sin apenas aire sin contaminar a mi alcance, en un informativo de TV3, que más de tres millones de ciudadanos y ciudadanas (¡en torno al 27% de la población!) de la Grecia euromonetaria de la UE-28 carecen de cobertura sanitaria, de cualquier tipo de cobertura médica, un breve apunte sobre la reciente historia […]


Tras oír, sin apenas aire sin contaminar a mi alcance, en un informativo de TV3, que más de tres millones de ciudadanos y ciudadanas (¡en torno al 27% de la población!) de la Grecia euromonetaria de la UE-28 carecen de cobertura sanitaria, de cualquier tipo de cobertura médica, un breve apunte sobre la reciente historia europea que toma base en un artículo de Ignacio Sotelo [IS] «Ampliación de la OTAN y conflicto ucraniano» [1] del pasado martes en el global-imperial-sionista y antichavista.

Durante 40 años, señala IS, la unificación de los dos Estados alemanes resultó imposible «porque ni Estados Unidos ni la Alemania Occidental aceptaron salir de la OTAN, condición previa que la Unión Soviética exigía». La unión de los dos Estados alemanes pudo llevarse a cabo en 1990, tras las conversaciones en el Caúcaso entre Kohl y Gorbachov, porque «la URSS aceptó que la Alemania unida perteneciese a la OTAN», extendiendo el brazo militar otánico 150 kilómetros al Este, acercándose aún más a la frontera soviética. Recuerda IS, «con carácter excepcional, aunque este punto no se negociase». Nadie daba por posible en aquellos momentos la pronta desaparición de la Unión Soviética.

Yelstin, «el gran destructor», independizó la Federación Rusa de la URSS para deshacerse y arrojar a la cuneta a Gorbachov. Prosigue IS con expresión peor que desafortunada, «acabando de un plumazo con el Imperio soviético». Difícilmente cabe imaginar, señala, «un fin tan trágicocómico, ni exagerar lo que para Rusia ha significado esta catástrofe, sin otra opción 25 años más tarde que intentar recuperarse.»

Acabada la guerra fría, una guerra fría-caliente-atómica que ciertamente nunca ha acabado del todo [2], período en el que estuvo a punto de iniciarse una guerra nuclear en territorio europeo en más de una ocasión, la OTAN perdió su carácter originario de organización defensiva contra la supuesta amenaza soviética, «pero al aglomerar a los países militarmente dependientes, en ningún momento tiende a disolverse». Al contrario, pasó a la búsqueda sin término (que dirñia Sir Karl) «de nuevas funciones, que van desde definirse como una mera comunidad de valores [¿una mera comunidad de valores?, ¿hablará IS en serio en este punto?], a configurar la forma de integrarse en el mundo occidental bajo la protección del poder militar estadounidense.»

La UE, sostiene IG, «deja la defensa en manos de la OTAN, reduciendo así de manera significativa los gastos militares», incluso en algunos países europeos, que no precisa, han quedado en mínimos, «aunque ello conlleve una sumisión ante la potencia hegemónica que, por lo demás, se acepta con entusiasmo por la protección que aporta al orden socioeconómico establecido». Sin atisbo para ninguna duda en este nudo. A lo que añade: «Esto explica que en estos 25 años, 12 países del antiguo Pacto de Varsovia se hayan integrado en la OTAN: Hungría, Polonia y República checa en 1999; Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania en el 2004; Croacia y Albania en el 2009».

¿12 países del antiguo Pacto? ¿Tantos? ¿Tantos países formaban parte del Pacto? Como el lector/a más joven puede extraer falsas conclusiones respecto al poder y alcance del antiguo y extinguido Pacto de Varsovia, vale la pena recordar:

1. El Pacto se constituyó, años después de la formación de la OTAN, el 14 de abril de 1955 en Varsovia y se desintegró oficialmente en 1991.

2. Su sede estaba en Moscú. Allí se formó un Comité Asesor Político formado por todos los países firmantes.

3. A finales de la década de los 80 hubieron contactos bilaterales entre la OTAN y el Pacto para llevar a cano un desarme progresivo, sólo posible gracias a las decisiones políticas de Gorbachov y la dirección del PCUS, desarme que redujo de hecho la presencia de tropas soviéticas en los países del Este europeo.

4. La aplicación del Pacto afectaba a los Estados socialistas de Europa del Este a excepción de la ex Yugoslavia destrozada por las bombas atómicas.

5. Formaron parte del Pacto los siguientes países: Albania (hasta 1968), Bulgaria, Checoeslovaquia, Hungría, Polonia, Rumanía, la URSS y la República Democrática de Alemania.

De los 12 países citados por IS, Eslovenia no formó nunca parte del Pacto; Estonia, Letonia y Lituania eran parte de la URSS; Croacia no formó parte; Albania tan sólo hasta 1968; y la República checa y Eslovaquia formaban un solo Estado.

El Pacto, mirado como se quiera mirar, no era un poder militar, económico y político equiparable a la OTAN

IS recuerda, vale la pena retener el dato, que en enero de 2008, no en febrero de 2014, Ucrania presentó en Bruselas la solicitud de ingreso en la OTAN. «Se comprende que Rusia no pudiera sin más tolerar que su base naval de Sabastopol quedase en territorio de la OTAN.» En su opinión, «Rusia no está, ni ha estado dispuesta en ningún momento, pese a la propaganda occidental en sentido contrario, a arriesgar una guerra con una intervención militar directa en la Ucrania oriental». Dada la fuerza de las reivindicaciones de la población ruso-ucraniana, Rusia defiende una solución política, «a ser posible con una reforma federal una nueva integración territorial.»

Añade: «Solo parcialmente se cumplió el acuerdo alcanzado el 17 de abril en Ginebra entre EEUU, EU, Ucrania y Rusia». Si bien el gobierno de Kiev amnistió a los rebeldes, «el desarme de los grupos armados ruso-ucranianos y el desalojo de los edificios públicos no se ha llevado a efecto». ¿Qué pone ello de manifiesto en opinión de IS? Que Rusia no tiene la capacidad de imponer ningún acuerdo. La población no sigue sus dictámenes. El ministro de exteriores, Serguéi Lavrov, ha asegurado por su parte que «nosotros no tenemos ninguna autoridad moral ni ninguna herramienta de influencia en el sureste de Ucrania»».

Dar por supuesto que Rusia recurre al juego de pactar una cosa para de inmediato no cumplirla, señala IS con razón, «es tan infantil, como contraproducente para los propios intereses». Los ruso-ucranianos, antes de deponer las armas, pretenden contar con una solución política (la federalización del Estado, por ejemplo, a la que hacíamos referencia) «pero el Gobierno de Kiev, antes de considerar cualquier solución política, se empeña en controlar la región oriental, aunque sea recurriendo a las armas». Está en sus meses, en sus genes y en su orientación política.

La intervención militar del ejército ucraniano, no de Rusia, ha acabado con la posibilidad de una solución pactada entre la población del Este y el Gobierno de Kiev en opinión, no desinformada ni alocada, de Ignacio Sotelo.

Notas:

[1] Ignacio Sotelo, «Ampliación de la OTAN…», El País, 6 de mayo de 2014, pp. 2-3

[2] Breve recuerdo del pasado: «No conozco dirigente militar alguno que, en su sano juicio, estuviera dispuesto a cambiar las fuerzas de combate americanas por las soviéticas» [la resistencia en contra de los SALT II muestra] «un descontento con el actual equilibrio nuclear estratégico, en el cual no somos los suficientemente superiores», Paul Warnke, negociador usamericano en las SALT II.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.