Al comenzar el Juicio por la matanza de los Penales -junio 1986- vale recordar la interpelación al Gabinete Alva Castro en setiembre de 1986 en la Cámara de Diputados. La intervención del entonces diputado de IU Gustavo Espinoza Montesinos, fue la siguiente: SUCESOS DEL 18 Y 19 DE JUNIO DE 1986 EN LOS PENALES DE […]
Al comenzar el Juicio por la matanza de los Penales -junio 1986- vale recordar la interpelación al Gabinete Alva Castro en setiembre de 1986 en la Cámara de Diputados. La intervención del entonces diputado de IU Gustavo Espinoza Montesinos, fue la siguiente:
SUCESOS DEL 18 Y 19 DE JUNIO DE 1986 EN LOS PENALES DE LURIGANCHO Y EL FRONTÓN
Interpelación al Gabinete Ministerial. 16 de septiembre de 1986. Cámara de Diputados
Intervención del Diputado GUSTAVO ESPINOZA MONTESINOS (IU)
Señor Presidente:
La intervención de algunos diputados apristas, como el diputado Barba Caballero, o Mercedes Cabanillas, o Benjamín Madueño, me mueven a un comentario. Ellos, esta noche, han actuado como intérpretes de una historia; y ocurre, señor, que los intérpretes de la historia, son a veces más inteligentes que los actores de la historia.
Los actores de esta historia macabra, son los miembros del Gabinete Alva Castro. Por eso, a través del Presidente del Consejo de Ministros, se han mostrado tan opacos, tan apáticos en la explicación de los hechos.
Los hechos que nos ocupan, son hechos sangrientos. Y dicen los ingleses que la sangre es más densa que el agua. Por eso los hechos sangrientos se mantienen en la memoria del pueblo, y avergüenzan incluso a los intérpretes de la historia, y lo obligan a buscar explicaciones más inteligentes que las desarrolladas por los actores de esta historia siniestra.
Lamentablemente, señor, estas explicaciones no se dirigen al pueblo, sino a las cúpulas reaccionarias, a los sectores fascistas de la Fuerza Armada, para ganarlos a su causa.
Vivimos una época de incuestionable terror. Ahora, como en el Brasil de los años del fascismo, cuando las fuerzas represivas tienen que enfrentarse a una manifestación estudiantil, o capturar a un presunto subversivo, la exhibición de fuerzas que hacen es tan desproporcionada a la realidad del desafío, que no se sabe bien si están con miedo, o procurando simplemente ganar horas extras.
En este contexto, en este clima de violencia desenfrenada, se han producido los hechos que nos ocupan. Los sucesos de los Penales constituyen, señor, un delito. Un delito reconocido como tal por el Presidente de la República, por la Iglesia, por las instituciones sociales y políticas, por la conciencia democrática del país. Este delito, señor, tiene un nombre, se llama GENOCIDIO, es decir, matanza colectiva de gentes. Lamentablemente, el Presidente del Consejo de Ministros, al darnos respuestas gaseosas al Pliego Interpelatorio, ha omitid la lectura de documentos muy importantes.
Yo no podré, señor, leerlos por falta de tiempo y porque temo también que como al diputado Aureo Zegarra, me nieguen la posibilidad de extender algunos minutos mi intervención. Pero quiero decir, señor, que hay documentos realmente importantes, como este documentos suscrito por la señora Dina Estrada García, Directora de CRAS de Santa Bárbara. A través de este documento, ella afirma que virtualmente se habían resuelto los problemas con las presas que se encontraban en ese CRAS, cuando recibió la orden de detener y parar toda conversación con las reclusas porque el Comando Conjunto se hacía cargo de la situación, razón por la cual dice: «optamos por retirarnos a nuestro domicilio por seguridad»
Existe, señor, otro documento, el documento del Director del CRAS de Lurigancho, dirigido al Presidente del Instituto Nacional Penitenciario, el señor Manuel Aquézolo. En ese documento, el Director del CRAS de Lurigancho nos informa cómo ingresaban ilegalmente y contra su voluntad, los representantes de la Fuerza Armada, cómo ingresaban contra su voluntad, e ilegalmente, los Guardias Republicanos encargados de hacer los actos represivos que tenían previstos, cómo es que se opuso a estos hechos, y cómo se vulneró no solamente su voluntad de impedirlos, sino que, además, se vulneraron las disposiciones legales vigentes.
Documentos, como este, señor, del señor Presidente del Instituto Nacional Penitenciario, dirigido al señor Ministro de Justicia, con fecha 25 de junio.
En este documento, el señor Manuel Aquézolo dice que, a partir de ese momento -el momento en el cual el Comando Conjunto de la Fuerza Amada, se hizo cargo del operativo- ya no tuvo ninguna posibilidad de actuar. Es decir, la confesión, señor. La confesión que por una decisión militar que declaró los penales «bajo control militar», se inhibió no sólo la autoridad de los jueces y de los fiscales, sino también de los funcionarios del Penal.
Señor, esto de declarar los Penales «zonas militares restringidas», cono se ha dicho aquí, constituye un antecedente extremadamente grave; porque mañana, o cualquier día, pueden declarar cualquier lugar de nuestro país una «Zona Militar Restringida».
Y porque los Penales fueron declarados «Zona Militar Restringida» nosotros, los parlamentarios de Izquierda Unida -y aquí le aclaro a la diputada Mercedes Cabanillas- no pudimos, señor, llegar a los Penales el día de los sucesos. Estuvimos rondando los locales penitenciarios, pero no nos fue posible llegar, porque las patrullas militares nos dijeron que los Penales eran «Zona Militar Restringida». Si mañana, declaran «Zona Militar Restringida el Palacio de Gobierno, probablemente ni siquiera los parlamentarios apristas podrán ir a darle la mano a su Señor Presidente. Es un antecedente que debiera tomarse en cuenta, señor.
Tenemos otro documento importante, dirigido al Director del Establecimiento Penal San Juan Bautista (El Frontón). Está firmado por el alcaide de la prisión, donde nos informa que las autoridades de la prisión tuvieron que inhibirse de intervenir por la participación del señor Vice Ministro del Interior, y del Comando Conjunto de la Fuerza Armada. Tenemos, entonces, documentos, señor. Pero estos documentos no han sido presentados aquí por el Presidente del Consejo de Ministros, como no han sido presentados, tampoco, los Protocolos de Autopsia de los muertos, ni las Actas señor, que levantaron los Directores de los Penales oponiéndose a la intervención de la Fuerza Armada y de la Guardia Republicana.
En cambio, señor, se ha pretendido enlodar el prestigio de Alfonso Barrantes en una deplorable maniobra que nosotros repudiamos muy enérgicamente. Se ha pretendido, señor, sorprender a este Parlamento, injuriando al Presidente de nuestro movimiento, que está ausente; y que, por estar ausente, no puede defenderse. Alfonso Barrantes dijo, señor, con fecha 20 de junio en su primera declaración: «Desde nuestro punto de vista, esto tiene que hacerse sin violar las normas legales, sino aplicándolas». Se refería así a la intervención militar para debelar los motines.
Y al dia siguiente, por si quedara alguna duda, el 21 de junio Alfonso Barrantes dijo: «debieron agotarse medidas persuasivas». Aquí está, señor. Quien ha atacado a Alfonso Barrantes con este tipo de argumentos ha actuado, señor, deslealmente. Y lamento muchísimo que haya sido ésa la conducta del diputado Benjamin Madueño.
Quiero decir, señor, que este delito, fue cometido en nuestro país, la noche del 18 al 19 de junio; mientras la población dormía, al amparo del Estado de Emergencia y la Suspensión de Garantías, por la única fuerza capaz de hacerlo; es decir, la única que tenia las herramientas necesarias para hacerlo; y, sobre todo, la que tenía la voluntad política de actuar de ese modo.
Este delito, señor, ha tenido agravantes. Se hizo ilegalmente. Como se ha señalado aquí, el Decreto Supremo 06-86, se dio después de consumado el delito. Y si se dice que ese Decreto no rigió porque había una ley anterior, habría que preguntarse entonces ¿para qué se dio el Decreto 06-86, si era inútil, si era extemporáneo?
Se hizo este delito, señor, contra la voluntad expresa de las autoridades penitenciarias. Los Directores de los Penales se opusieron hasta el fin a la intervención de las Fueras Policiales y Militare. Se pasó por encima de las autoridades judiciales y e Ministerio Público. Ni siquiera se le tomó en cuenta. Se hizo este delito con voluntad homicida, señor, por que primero se tomó la decisión de entregar los Penales a la Jurisdicción de la Fuerza Armada, y sólo después se envió a la Comisión de Paz.
Si se hubiera actuado de la otra manera, con el procedimiento inverso, si primero se hubiera enviado a la Comisión de Paz y fracasada su mediación se hubiera tomado la decisión de intervenir policialmente, tal vez hubiera sido «explicable». Pero aquí no, señor, la voluntad homicida quedó claramente definida: se ordenó la intervención militar y se hizo un saludo a la bandera, enviando una «Comisión de Paz» que después renuncio por vergüenza, señor.
Se utilizó, para la comisión de este delito, a las fuerzas más apropiadas, aquellas fuerzas que, por sus antecedentes, se tenía la garantía que iban a actuar con fiereza, sin piedad, con crueldad extrema. Se les había probado antes, en las martirizadas poblaciones del interior del país. Pero además se les había probado antes tanto en el CRAS de Lurigancho, el 4 de octubre de 1985, cuando tomaron a sangre y fuego el Pabellón Británico, cuando casi en los mismos días arrasaron, señor; quemaron, señor; incendiaron, señor; las c ab añas de humildes pobladores en el Fundo Bocanegra. Allì incendiaron casas de esteras con niños adentro, señor. Los mismos que intervinieron después en el CRAS de Lurigancho. Se les dio entonces la tarea porque sabían que esas fuerzas sí podían actuar, y podían hacerlo con fiereza, con inhumanidad.
Se consumó este delito, señor, contra presos que -además- ya se habían rendido. Presos que no estaban condenados, sino que eran inculpados. Presos que, en su inmensa mayoría, eran primarios. Presos que, en su inmensa mayoría también, eran obreros, eran campesinos, eran jóvenes estudiantes, eran hombres de nuestro pueblo, gentes comunes y corrientes Estaban sin armas, señor. Tenían en El Frontón, dos fusiles. Tenían cien balas. En Lurigancho, no tenían nada, señor.
Yo visité el Pabellón Industrial de Lurigancho. Allí recogí lo que podrían llamarse «las armas» de los presos. Este dibujo alegórico, señor, referido precisamente a ls sucesos del 4 de octubre en el Pabellón Británico, probablemente era un arma de los presos. Estos banderines, endurecidos por la sangre, probablemente eran las armas de los presos. Estos apuntes apurados, hechos por alguien que sufría los rigores de la prisión. Esta rosa dibujada, señor por quien hoy es un difunto. Estas fueron «las armas de los presos». Contra ellos se descargó, señor, la más brutal represión. Los presos se habían rendido. Había presentado un petitorio. Y quien presenta un petitorio, lo hace porque quiere negociar; porque quien no quiere negociar, no presenta nada.
Habían negociado su salida pacífica y habían llegado a acuerdos con las autoridades administrativas de los Penales para que esta salida pacífica, fuera una realidad. Habían dispuesto la libertad de sus rehenes, señor, sin causarles ningún daño. Los daños que sufrieron los rehenes, fueron daños atribuibles a las fuerzas represivas, y no a los detenidos. Se consumaron, señor, como consecuencia de éste delito, otros delitos.
Aquí se ha negado el que hubiera entierros clandestinos. Cinismo, señor, cinismo. Porque no puede decirse que fueron legales los entierros. No es legal enterrar a una persona sin protocolo de autopsia; no es legal enterrar a una persona sin Partida de Defunción. Y si tienen las Partidas de Defunción, y si tienen los Protocolos de Autopsia, que los muestren. No los han mostrado. No los han traído. ¡No los tienen! ¡No existen, señor!.
Se inventaron apuradamente documentos para justificar un entierro prematuro. Y se asaltaron los cementerios en distintos lugares de nuestra capital y de los alrededores para ejecutar entierros clandestinos. Como en Chile, señor, después del 11 de septiembre del 73; como en Argentina, en la dictadura de Videla; cono en el Uruguay fascista; como en el Brasil de los militares traidores. Eso, no es algo de lo que pueda enorgullecerse el gobierno aprista.
El que nosotros defendamos, señor, la vida de estos hombres que cayeron, no nos convierte en partidarios del terrorismo. El terrorismo, no es nuestra ideología. Y el terror, no es la expresión de nuestra práctica social. Lenin, señor, nunca fue terrorista Condenó el terrorismo. Incluso condenó el hecho que su hermano hubiera participado en un acto terrorista. «Nosotros nunca volaremos a un Zar, nosotros haremos una revolución, volaremos al Zarismo…» Nosotros podemos decir, en el contexto nuestro, algo parecido. Nosotros no mataremos a ningún capitalista, mataremos al capitalismo, mataremos al imperialismo y acabaremos con la represión, y n con los elementos que forman parte de las fuerzas represivas.
Nosotros, no solamente que no somos partidarios del terrorismo, sino que además, pensamos que el terrorismo juega objetivamente un papel contra revolucionario, objetivamente juega un papel reaccionario. Terroristas, no son los comunistas en ningún país de la tierra Y sólo una absoluta confusión política, puede llevar a la actividad terrorista, a un hombre honrado. Pero el terror de un hombre honrado confundido, no puede justificar el terror calculado, preconcebido, inexcusable, de un gobierno que se dice «democrático» y «popular».
Porque este gobierno, señor, es el responsable de los hechos inauditos que nos ocupan. Jamás en la historia penitenciaria del Perú, ocurrió un hecho semejante. Nunca ningún motín carcelario, en ningún país del mundo condujo a una masacre tan horrenda. Se trata, sin duda, de un baldón que jamás se borrará del pasivo de este gobierno.
Nosotros, desde el primer momento, tuvimos una actitud clara y resuelta. En nombre de Izquierda Unida, señalamos la responsabilidad política del Gabinete, porque el Gabinete decidió entregar los Penales a las Fuerzas Armadas, sabiendo lo que iba a ocurrir. No se necesitaba ser adivino, ni tener una bola de cristal, para saber lo que iba a ocurrir, señor, con todos los antecedentes que la sociedad peruana conoce.
Pero al mismo tiempo señalamos la responsabilidad militar del Comando Conjunto. Por eso demandamos la renuncia del Gabinete y la destitución del Comando Conjunto. Y al no ser escuchados, al constatar que la mayoría parlamentaria pretendí a soslayar estos hechos, «esquivar la realidad», como nos dijo el propio doctor Luís Alberto Sánchez, al darnos cuenta que se pretendía tener un manto de silencio frente a esta tragedia horrenda, fue que decidimos presentar n Pliego Interpelatorio. Y coincidimos en la voluntad de presentar ese Pliego Interpelatorio, con Acción Popular y el PPC. Nada nos une, señor a Acción Popular y al PPC. Absolutamente nada, salvo la coincidencia en presentar este pliego interpelatorio porque necesitábamos reunir un determinado número de votos para garantizar la presencia del Gabinete. Si no lo hubiéramos hecho, no estaría el Gabinete aquí. Y si los señores miembros de la Célula Parlamentaria Aprista hubieran tenido una actitud más honesta, más constructiva, más democrática y más progresista, y hubieran estado de acuerdo con nosotros en invitar al Gabinete, con absoluta seguridad ni hubiéramos necesitado, señor, ni las firmas ni los votos de Acción Popular y el PPC.
Lo que ocurrió, sucedió porque la Célula Parlamentaria Aprista consideró una ofensa el que se presentara un Pliego Interpelatorio, consideró una ofensa el que se convocara al Consejo de Ministros. Y por eso, la noche del 3 de septiembre nos llenaron de improperios, nos insultaron, nos injuriaron, nos dijeron lo que es dio la gana. Y pocos días después, señor, seguramente leyendo las palabras del Presidente de la República, tuvieron que tragarse las suyas; porque el Presidente de la República, más inteligente quizá, o un hombre con más perspectiva, quizá; se dio cuenta que no tenía sentido hacer cuestión de Estado por un procedimiento en el fondo administrativo, y en el fondo constitucional. Si la CPA hubiera entendió esto, nos hubiera ahorrado malestares al hígado y se hubiera ahorrado también una carreta de adjetivos, como la que nos lanzó esa noche del 3 de septiembre.
No nos satisfacen en absoluto, señor, las respuestas del Gabinete. No hay precisiones. No hay claridad. No hay deslinde de responsabilidades. No hay voluntad autocritica. No hay, siquiera, sensibilidad humana para juzgar estos hechos, para comprender el dolor del país para razonar con un elemental espíritu de justicia. Hay, apenas señor, el deseo de cubrir los hechos, de conformarse con los hechos para «no enlodar» a las Fuerzas Armadas. No es la Fuerza Armada, la que se va a enlodar, como se ha dicho.
Los que combatieron en Angamos, son héroes; pero los que combatieron en «El Frontón», señor, no son héroes. Los que combatieron en el Morro de Arica, son héroes; pero los que combatieron, señor, en el CRAS de Lurigancho, no son héroes; son asesinos. Y esto no lo digo yo, solamente. Lo dijo el Presidente de la República.
Hay, entonces señor, apenas el deseo de encubrir los hechos, la fatigosa voluntad de encubrir un crimen. Por eso, señor ni siquiera nos han presentado los Planes Operativos que justificaron esta acción. Ni tampoco nos han presentado las Órdenes de Comando que se trasmitieron; es decir, no nos han proporcionado, señor, ni la más elemental de las informaciones. Esto no es responder con seriedad a las demandas de la oposición. Esto, n o puede tolerarse, señor , por ningún concepto, bajo ningún precio.
El Consejo de Ministro, en el fondo con desgano, en el fondo con complejo de culpa, con frases y sin pizca de mística, señor, se limita a justificar hechos que no le constan, hechos que no saben en última instancia si son ciertos o no; se limitan a darle vueltas a la noria, apoyado en una minoría indolente, señor, compuesta apenas por los miembros de la Célula Parlamentaria Aprista. Porque nadie que no forme parte de ella, votará una confianza a este Gabinete. Obtendrá, entonces, quizá, una confianza cuantitativa, podrá sacar 80 votos, 100 votos, porque son 80 o 100 los apristas en Sala. Esta es una victoria cuantitativa, pero no es una victoria política, es una derrota política porque más del tercio de la Cámara estará por la censura del Gabinete.
Se demostrará, entonces que más allá de la cantidad de apristas que hay en este país, el Gabinete está aislado, está debilitado.
Y eso, no nos alegra a nosotros, señor. Eso debe alegrar al imperialismo norteamericano en última instancia, debe alegrar a la CIA, debe alegrar a los mandos más reaccionarios de la Fuerza Armada, a los generales y a los oficiales de los mandos policiales que tienen sí, voluntad desestabilizadora.
EL SEÑOR PRESIDENTE. Su tiempo ha vencido, señor Diputado, se le ruega se sirva concluir
EL SEÑOR ESPNOZA MONTESINOS. Le pido, señor Presidente, que consulta U d. una ampliación a la Cámara.
EL SEÑOR PRESIDENTE. Se va a consultar a la Cámara el pedido del señor Diputado Gustavo Espinoza sobre ampliación de tiempo adicional a su intervención. Los señores Diputados que acuerden la prórroga, se servirán expresarlo (votación). Los que estén en contra (votación) Ha sido desestimada la prórroga.
Se va a rectificar la votación. Los señores diputados que acuerden la prórroga se servirán ponerse y mantenerse de pie (votación). Pueden tomar asiento. Los que estén en contra deberán ponerse y mantenerse de pie (votación) Pueden tomar asiento los señores diputados. Han votado a favor 53 señores diputados, en contra 64 señores diputados. En consecuencia ha sido desestimada la prórroga señor Diputado
Puede hacer uso de la palabra el señor Manuel Angel Del Pomar
El señor ESPINOZA Le pido un minuto para terminar, diputado Del Poma
El señor DEL POMAR Con todo gusto diputado Espinoza
El señor PRESIDENTE. Es una interrupción, con anuencia de la Mesa, señor Diputado
El señor ESPINOZA (interrumpiendo) En primer lugar, señor Presidente, quiero agradecer el gesto de varios miembros de la Célula Parlamentara Aprista que votaron porque yo siguiera hablando. Entiendo que esto, no es solidaridad con mis palabras. Es simplemente el reconocimiento de un derecho elementalmente democrático. Creo que es una demostración avanzada que nosotros tenemos que saludar.
Pero quiero decir, señor que si se ha tomado esta decisión arbitraria, si se corta de este modo el debate, esto no es responsabilidad nuestra. Nosotros podemos perder aquí una votación; pero no vamos a perder, señor, la conciencia de país, no vamos a perder nuestro compromiso con la historia, no vamos a perder nuestra voluntad revolucionaria y no vamos jamás a permitir, señor, que la arbitrariedad, que la represión, que el fascismo, se entronice nuevamente en nuestra patria. Nada más, señor Presidente
El señor PRESIDENTE. Puede continuar el señor Miguel Angel Del Pomar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.