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Éxito de la manifestación No Berlusconi Day

Un bonito flash contra Berlusconi

Fuentes: Rebelión

Un millón de manifestantes según los organizadores; 90.000 según el gobierno civil. A ojo el número de manifestantes se acercaba más a la cifra de los organizadores. «He venido a deciros que, según la Policía, sois 25», bromeó el premio Nobel Dario Fo. Caras de felicidad, gritos de desahogo. Un éxito. Roma fue testigo ayer […]

Un millón de manifestantes según los organizadores; 90.000 según el gobierno civil. A ojo el número de manifestantes se acercaba más a la cifra de los organizadores. «He venido a deciros que, según la Policía, sois 25», bromeó el premio Nobel Dario Fo. Caras de felicidad, gritos de desahogo. Un éxito. Roma fue testigo ayer del nacimiento de una nueva forma de hacer política. Un grupo de blogueros había creado en Facebook la página No Berlusconi Day; en poco tiempo consiguió 300.000 adhesiones. Faltaba ver si el tamtam de Internet tenía reflejo real. Y lo tuvo. Abría la manifestación el eslogan «Berlusconi, dimisión». Se veían muchas banderas rojas. También del partido Italia de los Valores. Pocas del PD. Un estupendo cartel de Berlusconi radiactivo de los Verdes. Sin embargo, la manifestación de ayer era novedosa en su aspecto y en su organización. Nació a espaldas de los partidos. Predominó el color violeta en la manifestación. Gianfranco Mascia, uno de los organizadores del No B-Day explicaba la novedad del acontecimiento: «Hoy no estamos en una manifestación: este es el día de la ‘revolución violeta'», «somos centinelas de la democracia».

Por el palco pasaron intelectuales famosos como Dario Fo y Franca Rame, el director de cine Mario Monicelli o el actor Ascanio Celestini. No hubo políticos. Destacó la intervención de Salvatore Borsellino, hermano del juez Borsellino, víctima de un asesinato ejecutado por la Mafia, y organizado por aparatos del Estado: «El verdadero vilipendio es que gente como Schifani [presidente del Senado y exponente del Pueblo de la Libertad berlusconiano] y Berlusconi ocupen cargos en las instituciones. Schifani no quiere aclarar las relaciones que mantuvo con la mafia en su bufete. Hoy finalmente algunos colaboradores de la justicia están contando la verdad sobre cómo alcanzó Berlusconi el poder, sobre cómo respaldaron a su partido. Nada me importan las prostitutas y el proceso Mills. He venido para que la Mafia salga del Estado y de las instituciones, he venido para defender el derecho de Berlusconi a ser juzgado, así podrá disipar las dudas que se abaten sobre él».

En la caseta de Sinistra Critica, Flavia D’Angeli, portavoz de este partido nacido de una escisión de Refundación Comunista, no estaba tan complacida con la manifestación: «Es cierto que ha sido un éxito. Ha habido una gran participación, sin embargo es una ocasión desaprovechada porque revela una manifestación casi personalista hacia Silvio Berlusconi sin completarla con otros contenidos sociales y políticos. No conecta con la cuestión social de la crisis social y económica. Habla poquísimo a los trabajadores que durante estas semanas están protestando por los despidos y el cierre de empresas. Se corre el peligro de que sea sólo una manifestación de la opinión de un día. Puede que mañana estemos como hoy.»

En la caseta de Liberazione, Flavio Nobile, secretario de la sección romana del Partido de los Comunistas Italianos, se alegra por el gran éxito de la manifestación y la ve como punto de partida para formar una nueva oposición en el país. Sin embargo, dice Nobile, la manifestación revela la dificultad de construir esa oposición en las fábricas, en los barrios, en las ciudades. «La red ha conseguido reflejar de modo espontáneo un malestar muy extendido y fuerte. El problema es que políticamente no se ve la capacidad de encontrar una síntesis que dé salida a ese malestar. Con todo, la red sola difícilmente podrá servir para construir un proyecto político, que es lo que necesita este país».

En la caseta de Falce Martello, Roberto Sarti redunda en la idea anterior: «En los últimos años ha habido manifestaciones enormes que sin embargo no tienen un reflejo en las fuerzas políticas». Cree que, para vehicular el descontento de la calle, a partir de hoy Refundación Comunista debe estar presente en las fábricas para luchar no sólo contra Berlusconi sino contra la patronal.

¿Basta con decir ‘Basta’? Después del borbotón de felicidad, de esa llamarada emocional de compartir la calle pidiendo la dimisión de Silvio Berlusconi, a muchos les queda la duda de qué quedará de esta manifestación. Esperemos que sea algo más que un flash de intenso color violeta.