Traducido por Gorka Larrabeiti
El 14 de noviembre, en tres países europeos en crisis, habrá una huelga general. Grecia, España y Portugal, por primera vez, van a salir a las calles el mismo día para protestar contra la austeridad que está ahogando la economía y la vida de los ciudadanos. El mismo día, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) propone «una jornada de acción europea, huelgas, manifestaciones, reuniones y otras iniciativas» para denunciar el rigor impuesto por el Pacto Fiscal. La CES agrupa a 85 sindicatos de 36 países y quiere «expresar una fuerte oposición a las medidas de austeridad que están arrastrando a Europa a la estagnación, si no a la recesión, así como contra el desmantelamiento continuo del modelo social europeo». Hasta ahora las iniciativas de la CES siempre han tenido un impacto muy relativo, pero las cosas podrían cambiar. El pasado 15 de septiembre fue un día de protesta común en España y Portugal. La manifestación de Lisboa concluyó simbólicamente en la Plaza de España, en solidaridad con los españoles. A la huelga general del 14 de noviembre se han sumado la CGTP portuguesa, CCOO, UGT, la «cumbre social» (que reúne a 150 asociaciones y sindicatos) en España, el principal sindicato del sector privado en Grecia, GSEE. En Atenas, a la manifestación del 18 de octubre acudió una delegación desde Bélgica con una pancarta que decía: «Somos todos griegos». En Francia, la CGT afirma que está pensando cómo participar en la jornada de denuncia de la austeridad de la CES. Por el momento no han precisado nada.
¿Estamos ante el primer embrión de reacción común de los ciudadanos europeos? Es pronto para decirlo, pero podría ser el comienzo, visto que en todos los países la ofensiva es la misma: desplazar poder hacia el capital, doblegar el modelo social europeo. Ayer en Gran Bretaña hubo una jornada de protesta muy secundada. El desempleo ha superado los 18 millones en Europa. En doce países (entre los cuales está Italia) los jóvenes sin trabajo son más del 25%. El precariado domina. Los jefes de Estado y de gobierno de la zona euro se han puesto más o menos de acuerdo para salvar los bancos y ponerlos bajo control, para evitar así sustos. La crisis es, desde luego, financiera, pero sobre todo afecta a la economía real. Hollande, que había prometido un «cambio inmediato», poquito a poco se ha ajustado también él al «pensamiento único».
Se repite sin cesar que el «modelo» del éxito europeo es el alemán, país que ha mantenido un tejido industrial y exporta (un 60% en los países UE). Pero Alemania no sólo está hecha de trabajadores de grandes empresas inscritos a IGMetall que han conseguido negociar aumentos de salario. El 20% de los trabajadores en Alemania gana poco más de 10 euros brutos por hora. En los servicios, tres de cada cuatro empleados tiene un contrato precario. El 10% está obligado a tener un doble trabajo. En Francia se suele presentar la escuela alemana también como modelo eficiente, y sin embargo, en Alemania sólo un joven de cada cinco tiene un diploma superior al que obtuvieron sus padres. En resumen: Alemania es un país cada vez más injusto, con un 53% de la riqueza controlada por el 10% de la población. El único dato positivo es que el desempleo es inferior a la media UE. El «modelo» alemán está en el éxito de la disminución del desempleo de más de 5 millones en 2005 a 2,8 millones en 2011 (el 6,9% de la población). Un resultado que se debe a las reformas estructurales del «doctor Hartz», que la austeridad europea nos impone a todos. Pero el precio son los 9 millones de precarios y la demografía en declive por falta de ayudas a las madres jóvenes.
Ahora ne Francia Hollande la patronal pone contra la pared a Holland para que introduzca un «shock de productividad» siguiendo el modelo del de Gerhard Schröder. También Louis Gallois, ex pdg de la SNCF y del coloso EADS, considerado un empresario «de izquierda», en el informe que va a presentar a Hollande sobre la competitividad de la industria francesa propone 30.000 millones de recortes a las contribuciones de la patronal (que deberán compensar las familias o bien otros recortes al Estado social). Hollande está en apuros, prisionero de falta de prospectivas alternativas.
Fuente: http://www.ilmanifesto.it/attualita/notizie/mricN/8735/