Emmanuel Macron, nombrado este martes por el presidente francés, François Hollande, ministro de Economía, es un representante del ala más neoliberal del Partido Socialista, sin pasado político, forjado en la banca de finanzas y muy cercano al jefe del Estado. A sus 36 años, este consejero que nunca se ha presentado a unas elecciones debe […]
Emmanuel Macron, nombrado este martes por el presidente francés, François Hollande, ministro de Economía, es un representante del ala más neoliberal del Partido Socialista, sin pasado político, forjado en la banca de finanzas y muy cercano al jefe del Estado.
A sus 36 años, este consejero que nunca se ha presentado a unas elecciones debe sustituir a Arnaud Montebourg, representante de la sensibilidad más progresista del partido y el hombre que con sus críticas provocó la crisis de Gobierno que le hizo salir del mismo.
Ante ese reto, Hollande, deseoso de «clarificar» su línea política, encarga la dirección de la economía del país al hombre que ayudó a diseñar su programa de bajadas de impuestos a las empresas para que ganen competitividad y puedan contratar.
Con esa receta, bautizada como «pacto de responsabilidad», Macron sedujo al presidente, del que durante dos años fue secretario general adjunto responsable del área económica, antes que decidiera dejar el Elíseo decepcionado por no entrar en el primer Gobierno de Manuel Valls.
Regresó al ámbito privado, donde había desarrollado una carrera en el banco de negocios Rotchild, del que llegó a ser socio, un perfil financiero que le hizo ganarse duras críticas de la parte del ala izquierdista del PS. Macron compaginó su trabajo en la banca con la colaboración con el entonces candidato Hollande, quien le encargó las relaciones con los empresarios.
Macron se hizo millonario tras conducir una OPA de Nestlé a una filial de Ptfizer. Una vez en el Elíseo, le eligió como consejero económico, un puesto al que muchos otorgan más poder que al ministro de Economía.
Ahora, este joven formado en la elitista Escuela Nacional de la Administración (ENA), la misma por la que pasó Hollande, tendrá que poner en marcha el programa que tanto parecía molestar a Montebourg.
Macron da así el paso a la primera línea política y se convierte en el pararrayos del segundo Gobierno de Manuel Valls.
Compartirá la dirección de las cuentas francesas con el experimentado Michel Sapin, que conserva la cartera de Finanzas, un amigo personal de Hollande, miembro de su primer grupo de fieles y con el que Macron escribió el programa que le llevó al Elíseo en 2012.
Desde su nombramiento, Macron ha entendido que su vida no será fácil. Las críticas se han multiplicado y su llegada a Economía ha sido tachada de «aceleración hacia la línea neoliberal» del Gobierno por los sindicatos.
El Frente Nacional considera que con Macron, el presidente se alinea con las tesis de la canciller alemana, Angela Merkel, mientras que el ala más izquierdista del PS lo considera una traición más de Hollande al programa con el que fue elegido y que prometía combatir a las finanzas.